Los que patalean al viento

Desde finales del siglo XIX, el ser humano ha sentido gran atracción por subirse en esas máquinas que terminaron llamándose bicicletas. Fueron bautizadas como «velocípedos» y no incluían cadena ni, lógicamente, el sistema actual de transmisión. La primera bici registrada apareció en 1885. Y, desde ese mismo momento, el mundo de la cultura se sintió lleno de curiosidad por máquinas y deportistas

12 mar 2020 / 12:44 h - Actualizado: 12 mar 2020 / 13:10 h.
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  • Escultura homenaje al ciclista Lolo Sanroma, trágicamente fallecido en la Vuelta a Cataluña de 1999. Escultura realizada por José Lillo Galiani en bronce, acero inoxidable y hierro instalada sobre una peana granítica. / El Correo
    Escultura homenaje al ciclista Lolo Sanroma, trágicamente fallecido en la Vuelta a Cataluña de 1999. Escultura realizada por José Lillo Galiani en bronce, acero inoxidable y hierro instalada sobre una peana granítica. / El Correo

No faltan referencias literarias, cinematográficas, pictóricas o de cualquier manifestación artística, sea cual sea, a la bicicleta y al ciclista; bien sean en forma de épica, de ocio, de esfuerzo o de amor por el mundo. Poetas como Fernando Villalón (»el que patalea al viento, / como una bruja hechizada, / y sin pisar los caminos / por los aminos se lanza»); novelistas como José Mª Merino o Alejandro Gándara o el escultor Lillo Galiani, entre otros muchos, han tenido como fuente de inspiración la bicicleta y al ciclista.

Dos películas y una novela pueden servir para introducirnos en el mundo del ciclismo en carretera y en su periferia.

Los que patalean al viento

«El Alpe d’Huez» (Javier García Sánchez, 1994). En esta novela se narra una etapa del Tour de Francia. Tres capítulos, tres ascensos a terribles puertos de montaña en los Alpes. Croix de Fer, Galibier y Alpe d’Huez. Un médico-sicólogo que viaja en el automóvil del director deportivo del equipo al que pertenece el protagonista, Jabato, es el que va contando cómo el ciclista se lanza, en solitario, hacia la victoria de etapa. Jabato es un ciclista que escala puertos a la vieja usanza.

Aunque esta no es una novela mayor, García Sánchez logra que suframos con el personaje de principio a fin. Además de la trama, el autor introduce zonas expositivas que hablan del ciclismo, de lo que supone, de lo que es un pelotón, de la historia de este deporte y de su anecdotario. A lo largo del relato aparecen nombres de ciclistas de todos los tiempos (Bahamontes, Coppi o Merckx, por poner un ejemplo). Y aparecen, aunque en esencia, los mitos de Sísifo e Ícaro.

Técnicamente, el relato está muy bien resuelto puesto que la elección de la voz narrativa es acertada. Ese médico hace que todo sea verosímil para el lector. Eso sí, nos encontramos con algunas zonas en las que se habla a fondo del ciclismo y puede resultar algo ajeno para los lectores que sólo buscan una trama entretenida. En cualquier caso, es un libro muy recomendable si se quiere entender este deporte en su ámbito más profesional.

Como anécdota, hay que decir que encontramos claras alusiones a Pedro Delgado y a Miguel Indurain. El primero (el año de la publicación de la novela) en pleno declive como corredor e Indurain convertido en grandísima promesa del deporte español. Los seguidores de este deporte disfrutarán de guiños, más o menos evidentes, en muchas páginas. Y momentos en los que duelen las piernas por el ascenso.

Los que patalean al viento

«El Amateur» (Juan Bautista Stagnaro, 1999). «Sólo Dios sabe de lo que es capaz un hijo de puta». Frases lapidarias como ésta, diálogos ágiles, imágenes crudas llenas de realismo y un buen ritmo narrativo, es lo que define esta película argentina que relata (esto es una excusa y sólo eso) cómo un tipo intenta batir un récord para aparecer en el libro Guinness. La cosa es pedalear sobre la bicicleta en una pista desastrosa durante 130 horas, parando cada 4 durante 20 minutos. La película habla de la bicicleta como vehículo para alcanzar un sueño, pero también de ese récord que tenemos que batir todos en la vida. Vivir es una prueba tan dura como otra cualquiera en la que te cortan la luz, te cronometran el tiempo de agua caliente en la ducha y en la que se tienen que buscar soluciones sobre la marcha para poder seguir adelante. El Pájaro y Lopecito (Mauricio Dayub y Vando Villamil) son los personajes principales. Dos desocupados que tratan de encontrar la luz al final del túnel, sin medios, sin planificación, sin un lugar en el que caerse muertos. Pero el esfuerzo, el trabajo en equipo y la fe en uno mismo, serán las herramientas con las que trabajar para conseguir los objetivos. La última escena es extraordinaria (Ícaro también aparece en esta película) y la que nos enseña el paseo del Pájaro junto a la trapecista en bicicleta (un vertedero puede ser un lugar maravilloso hasta que te ponen los pies en el suelo), auténtica e inolvidable. Merece la pena echar un vistazo a la pantalla y comprobar cómo sin grandes presupuestos; con un guión atrevido y, por momentos, profundo; y sin grandes pretensiones, se puede hacer cine del bueno.

Los que patalean al viento

«El Relevo» («Breaking Away» Peter Yates, 1979). Dennis Christopher, Dennis Quaid, Daniel Stern y Jackie Earle Haley, son los protagonistas de esta película. Jovencísimos, claro. La película habla de la pasión por el ciclismo, del valor de la amistad, del afán de superación, de los sueños cumplidos y por cumplir. Paul Dooley (hace el personaje de padre del protagonista) está fantástico en su papel. El guión es muy ágil y el conjunto resulta más que atractivo. Es verdad que los años pasan y las cosas envejecen. Pero en el caso de esta película la cosa no es grave.

El ciclismo como pasión, como vía para alcanzar la amistad más pura o como, sencillamente, ayuda para poder ligar; nutre un trabajo que tuvo una excelente acogida en su momento. Las historias de adolescentes alocados tuvieron un contrapunto con «Breaking Away», ya que el deporte pasaba a formar parte de la trama como algo fundamental.

El ciclismo es uno de los deportes con más seguidores en el mundo; es un deporte en el que los límites de la persona siempre están cuestionados; es una forma exquisita de mostrar las uñas a la naturaleza. Y un gran pulmón para la cultura de todos los países. Toca saber sobre él a través de las novelas, las películas, los cuadros o las esculturas.