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«Los Reyes Católicos eran dos obsesos de la propaganda»

Entrevista a César Cervera, autor de ‘Los Reyes Católicos y sus locuras’ (La Esfera de los Libros, 2023)

02 mar 2023 / 07:25 h - Actualizado: 02 mar 2023 / 15:49 h.
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  • César Cervera.
    César Cervera.

Tras el éxito de ‘Los Borbones y sus locuras’, el excelente ensayo con el que cautivó a crítica y público en el año 2020, el periodista y divulgador histórico César Cervera Moreno (Candeleda, Ávila, 1988), da un salto en el tiempo para sumergirnos en el siglo XV, la época en la que Isabel de Castilla y Fernando de Aragón sentaron las bases de España. La obra, que llega publicada por el mismo sello que dio luz a su anterior trabajo, La Esfera de los Libros, es un apasionante periplo por los episodios más importantes de la vida de los monarcas, amén de una herramienta muy útil para que las nuevas generaciones conozcan nuestra historia. Escrita con un estilo desenfadado, aunque sin dejar de lado el rigor, ‘Los Reyes Católicos y sus locuras’ no solo se centra en los aspectos más curiosos y extravagantes del reinado de Isabel y Fernando, sino que trae una visión renovada y amena sobre la vida de los monarcas y todo lo que les rodeó desde que eran solo unos niños. Sus relaciones familiares, su educación, su llegada al trono y la construcción de las bases de un imperio que perduraría durante varios siglos tras el descubrimiento de América.

Los españoles solemos asociar a los Reyes Católicos con la unidad del territorio, la equidad y las sabias decisiones. Siendo así, ¿cómo explicas el título de tu libro?

El libro continúa una saga de reyes locos donde se pone el énfasis tanto en los principales problemas mentales de las grandes dinastías españolas, algo inevitable en un sistema político que obliga a niños y ancianos a reinar quieran o no quieran, puedan o no puedan, como en actuaciones que desde nuestro punto de vista resultan excéntricas. En el caso de los Reyes Católicos, a pesar de que Isabel era hija de una loca y madre de otra, no es tanto una cuestión mental, sino una serie de extravagancias como la obsesión del rey por picotear en las doncellas puras de su mujer o que el perfume favorito de ella se extrajera del saco escrotal de un pequeño mamífero africano, y unas contradicciones muy definitorias, tales como que los reyes más «recatólicos» de la historia vivieran toda su vida rodeados de judíos y de costumbres musulmanas. En la intimidad, ambos vestían al estilo moro. Sí, fueron reyes excepcionales, pero conocer estas vertientes tan poco conocidas nos ayudan a admirarlos más y a humanizarlos.

La obra arranca en el siglo XIV con dos hermanastros enfrentados y una frase mítica: «Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor».

Sí, un inicio dantesco para una dinastía real. ¡El asesinato de un hermano a otro! En el libro digo, en un sentido un tanto poético, que los Trastámara llevaron de nacimiento la marca de Caín y jamás la perdieron. Pasarse el siglo y medio que reinaron tirándose de los pelos entre hermanos, hermanastros, primos y padres e hijos fue un ejercicio agotador que les desvió de asuntos más cruciales que hubieran podido salvar a la dinastía de lo que, a la postre, fue una muerte prematura. Por no hablar de la enorme deuda que Enrique II, el primer Trastámara, contrajo con potencias extranjeras y nobles locales para vencer a su hermanastro Pedro El Cruel. Esa deuda no dejó de crecer en los siguientes reinados.

A continuación nos metes de lleno en la historia de los Trastámara, una familia digna de ‘Juego de Tronos’...

La Castilla de Juan II y luego Enrique IV hace que las traiciones de ‘Juego de Tronos’ sean un juego de niños. Un pequeño grupo de familias se repartían el poder en el reino sin que la Corona pintara absolutamente nada. Formaban ejércitos privados, gobernaban a su gusto cada región y, en un momento dado, hasta se atrevieron a secuestrar al rey para lograr salirse con la suya. Los Reyes Católicos, que no estaban llamados a reinar en sus respectivos reinos, no pudieron permitirse ni el más mínimo titubeo en su lucha por acabar con esta situación anárquica. En última instancia, sin embargo, no fueron capaces de erradicar la violencia, de manera que se limitaron a utilizarla para llevar a cabo sus grandes empresas. Digamos que en esa Castilla la violencia no se destruía, solo se transformaba.

Y por fin llegamos a Isabel, a quien presentas como «hija de una loca». Explícanos esto.

La madre de la futura reina, la portuguesa Isabel, sufrió un deterioro mental que en muchos puntos recuerda al que luego sufriría la famosa Juana. La infancia de Isabel y su hermano Alfonso transcurrió entre los alaridos de su madre, que fue perdiendo la cabeza día a día. Con todo, ambos lamentaron la cruel decisión de su hermanastro Enrique IV de ‘arrancarlos inhumanamente’ de aquel triste pero tranquilo lugar para arrojarlos a la arena política cuando solo eran niños. El verdadero manicomio, como pudieron descubrir los jóvenes infantes, estaba en la corte.

¿Se casaron enamorados Isabel y Fernando o fue un matrimonio de conveniencia?

Ambas cosas. Ni Fernando ni Isabel intervinieron para que se produjera el enlace, aunque tampoco se mostraron en contra (ella se había opuesto con éxito en el pasado a otros matrimonios). Sin embargo, las circunstancias novelescas en las que se produjo la boda clandestina en Valladolid, a donde acudió Fernando tras un viaje de película disfrazado de criado desde Aragón, inyectaron amor en vena al matrimonio. Isabel vislumbró en su primo al apuesto príncipe, semejante a los personajes que poblaban sus libros de caballería, que le salvaría de la torre donde le había colocado presa su hermanastro y que vencería al dragón. Hubo conveniencia, pero también amor.

El 13 de diciembre de 1474, Isabel se autoproclama reina de Castilla sin la presencia de su marido. Esto va a provocar una importante crisis de pareja...

Es la crisis matrimonial más grave que vivieron los reyes en toda su vida. La castellana no informó a su marido de que se había proclamado reina propietaria de Castilla hasta tres días después de las fanfarrias en Segovia. Isabel temía que su marido, que también era Trastámara y encima varón, le pudiera birlar la corona y, a pesar del amor que se procesaban y de la hija que ya compartían, prefirió no jugársela. Se adelantó a todos. Al heredero aragonés no le hizo pizca de gracia que su esposa hubiera actuado de forma tan aparatosa, sin pedirle consejo o esperarle, de manera que elevó una infinidad de objeciones antes de regresar precipitadamente desde Zaragoza. El aragonés procedía de un reino donde seguía en vigor la ley sálica que colocaba el derecho a reinar de las mujeres a ras de suelo y, como hombre de su época, creía firmemente que la mujer, incluso una tan juiciosa como su esposa, debía estar supeditada al hombre. Hubo riesgo real de que ambos iniciaron una lucha por la corona, pero finalmente la crisis matrimonial se resolvió de la forma más romántica para una pareja real, esto es, con un maratoniano encuentro entre los ‘abogados’ de uno y otro para negociar cómo se repartirían el poder sin agravio para la masculinidad del rey.

«Los Reyes Católicos eran dos obsesos de la propaganda»
Portada del libro.

Una de las grandes aportaciones de los Reyes Católicos es la creación de la Santa Hermandad. Háblanos de ella.

Como muchos hitos que se le achacan a los Reyes Católicos, en realidad la Santa Hermandad, un cuerpo policial de carácter rural famoso por sus métodos extremos, era un proyecto ya puesto en marcha en época de Enrique IV. Isabel y Fernando se valieron de esta policía de mangas verdes para poner orden en un reino que, tras las sucesivas guerras, estaba plagado de indeseables y de elementos rebeldes. No siempre fue eficaz y contaban con facultades tan crudas como para hacer de juez y verdugo de las sentencias de muerte, pero esta institución fue un paso más para robustecer el poder real y crear los primeros instrumentos de un estado moderno.

¿Qué significa eso de «Tanto monta, monta tanto»?

El lema de ‘Tanto monta’ era una divisa personal de Fernando que hacía referencia al mito del nudo gordiano que Alejandro Magno cortó, en vez de desatar, en su viaje a Asia. Dada la complicidad entre Fernando e Isabel, que en las audiencias se comunicaban grandes parrafadas con meros arqueos de las cejas y con miradas, la tradición amplió el lema de él hasta convertirlo en el de ambos: ‘Tanto monta, monta tanto... Fernando como Isabel’. Se trata, en cualquier caso, de una expresión ensamblada por la tradición y no de un lema que ellos usaran en su reinado.

Sorprende mucho el retrato que haces de la Granada de 1492, donde vivían más de 40.000 habitantes rodeados de abundancia.

Granada era una ciudad imponente. Tanto por población como por su peso económico. La red de agua potable, el alcantarillado, la arquitectura, su complejo palaciego, su interminable huerta, entre otros, eran elementos que no se podían encontrar en ninguna otra ciudad de la Península. Desde el primer día los Reyes Católicos se enamoraron de la urbe y comprendieron que conquistar el Edén bien había merecido los once años de sangrienta guerra, hasta el extremo de que ellos, que iban a ser enterrados en la ciudad imperial de Toledo, tomaron posteriormente la decisión de hacer su descanso eterno allí.

El libro abarca todo el reinado de Isabel y Fernando, e incluye la historia de Juana I y su hijo, el emperador Carlos. De toda tu investigación, ¿qué es lo que te ha resultado más sorprendente?

Lo más sorprendente para mí es el empeño que pusieron los Reyes Católicos por conquistar el relato, con un control riguroso sobre lo que escribían sus cronistas, a los que subieron un 60% el sueldo para que no se desviaran de sus instrucciones... Eran dos obsesos de la propaganda. En cuanto al eterno debate sobre si Juana estaba loca o no, tras leer mucho sigo con más dudas que certezas, pero me ha llamado la atención el gran número de testimonios que ya en la época debatían sobre este punto y que, como el rey de Inglaterra Enrique VII, encontraron a la heredera muy cuerda. Hay demasiados factores en la ecuación, unos padres muy ambiciosos, un marido que era un auténtico maltratador físico y mental y una personalidad extremadamente tímida por parte de ella, como para encontrar una respuesta definitiva. Lo que está claro es que ella pudo haber reinado en solitario, por ejemplo a la muerte de Felipe I, y no quiso. Eso también señala que su cabeza no funcionaba correctamente o, desde luego, no lo hacía en la dirección para la que la habían criado.