«Marie»: O conmigo o sin nadie

Estreno mundial de «Marie», una ópera que habla de la mujer y de todo lo que se le ha negado desde el principio de los tiempos

13 ene 2021 / 08:36 h - Actualizado: 13 ene 2021 / 08:49 h.
"Ópera"
  • Nicola Beller Carbone y Xavier Sabata. / Javier del Real
    Nicola Beller Carbone y Xavier Sabata. / Javier del Real

El frío en Madrid es intenso. Un extraño silencio se impone. La gente busca sin descanso un camino sobre el hielo y lo hace sin rechistar, tratando de no caer sin remedio. Solo se escuchan algunos motores. Poco más. A pesar de todo, había que hacer un esfuerzo para asistir al estreno mundial de «Marie», una producción conjunta del Teatro Real y del Teatro de la Abadia de Madrid.

Marie es la mujer. Sus desgracias, sus dificultades, su camino tortuoso en un mundo en el que el espacio principal lo ocupa el hombre, su muerte y la violencia entre las cuatro paredes de una habitación. Pero, también, es su grandeza, es su maternidad, es su sexualidad y su decisión para afrontar los problemas. Por ello, porque Marie es todas las mujeres, esta ópera se hace grande.

Desde luego, si alguien quiere asistir a una ópera verista o similar que evite esta. Porque se encontrará con un libreto, firmado por Lola Blasco, hondo, reflexivo y, por ello, correoso. Sí, correoso ya que lo exigente siempre lo es. Y porque se encontrará con una magnífica partitura de Germán Alonso que envuelve el escenario por completo y se va dejando posar en cada butaca para que el espectador participe sintiendo el pulso de la tragedia, la violencia de la violencia, el descaro de una puta o la rabia de los que no encuentran su sitio en el mundo. Los músicos del Ensemble Proyecto Ocnos, estuvieron muy bien.

«Marie»: O conmigo o sin nadie
Nicola Beller Carbone y Xavier Sabata. / Javier del Real

La ópera habla de sexualidad, de las dificultades de salirse de los márgenes establecidos por unas normas estúpidas que solo traen problemas. Moral, ley, Dios, amor. Palabras enormes que desbordan el cuenco de su propio significado y son interpretadas muy mal desde que el ser humano habita el planeta Tierra. El libreto nace de esa idea y del personaje Woyzeck de Büchner y de Alban Berg. Pero, esta vez, se agarra a la mujer para llevarla hasta las tablas y construir su propio homenaje, su propio funeral y su propia relevancia en el universo que conocemos. De forma expresa se hace referencia en el texto a esa mirada que falta sobre lo femenino. Todo lo que vemos estará presidido por una cruz que representa a la divinidad, a la moral, a la Iglesia, a la opresión.

«Marie»: O conmigo o sin nadie
Nicola Beller Carbone. / Javier del Real

La soprano Nicola Beller Carbone (Marie, la víctima) estuvo muy bien. Aunque la partitura no es especialmente exigente con la voz, sí lo es con el arco dramático que debe interpretar la cantante. Y Beller Carbone cumple con holgura más que de sobra. Los tonos más bajos sonaron bonitos entre una mugre que destila la narrativa (la trama es tremenda) que asfixiaba desde el principio. Xavier Sabata (Woyzeck, el asesino) muy bien. Más discreto en su faceta interpretativa; y mostrando una capacidad con los agudos muy sobresaliente. Los actores Pablo Rivero Madriñán y Luis Tausía encarnan a varios personajes. Muy, muy, bien. Me gustó la versatilidad y la robustez del gesto de Tausía. Tampoco desentonó Julia de Castro que tenía un trabajo muy difícil y que salió airosa en todo momento. La dirección de Rafael Villalobos sin presentar grandes defectos es discutible en algunos momentos. Demasiado quitarse los zapatos, las batas, demasiado volverse a poner lo mismo, para que los actores tengan algo que hacer.

Algunos ligeros problemas de sonido en el primer tramo de la representación; alguna luz que no funcionaba (cosas del estreno) y un frío que ya empieza a ser un clásico en los teatros desde que llegó el SARS-CoV-2, no empañaron un estreno mundial que será difícil que tenga gran recorrido entre el gran público, pero que no por ello deja de ser espléndido.

Hubo que salir con cuidado del teatro porque Madrid sigue congelada y las calles se parecen más a una pista de patinaje que a lo que realmente son. Pero con la sensación de haber asistido a una representación estupenda.