Matanza de los Inocentes. ¿Ocurrió realmente?

Cada 28 de diciembre la Iglesia Católica recuerda a los niños de Belén que fueron masacrados por orden de Herodes el Grande, a poco de nacer el Mesías. Dicho episodio se menciona únicamente en el Evangelio de San Mateo, si bien su difusión fue amplísima desde la Antigüedad Tardía

27 dic 2019 / 19:16 h - Actualizado: 27 dic 2019 / 19:24 h.
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  • El episodio bíblico a través de los pinceles de Brueghel el Viejo (siglo XVI). / El Correo
    El episodio bíblico a través de los pinceles de Brueghel el Viejo (siglo XVI). / El Correo

«Entonces Herodes, al ver que había sido burlado por los magos, se enfureció terriblemente y envió a matar a todos los niños de Belén y de toda su comarca, de dos años para abajo, según el tiempo que había precisado por los magos», dice San Mateo en su Evangelio (2:16-18). Un pasaje que solemos escuchar cada Navidad en los templos, los documentales de historia y hasta los belenes vivientes, y que continúa estremeciéndonos por su crueldad. Para tratar de entenderlo, y certificar si es un hecho verídico o no, hay que viajar en primer lugar a la Palestina de hace dos mil años, para conocer quién fue el Herodes a quien se refiere Mateo. Por lo pronto, las crónicas nos cuentan que el nombre de este personaje, nacido en el 73 o 74 a.C. en la población de Ashkelon, al sur de Tel Aviv, provenía del hebreo «Hordos», que en griego significa «vástago de un héroe». Hijo de Antípater, de origen idumeo, y de Cipros, princesa nabatea (Ant. 14:1,3; 7:3), Herodes no era verdadero judío, ni por parte de padre ni de madre. Sin embargo, al ser derrotados los idumeos por el ejército de Hircano I en el 125 a.C., estos debieron circuncidarse y aceptar el judaísmo como religión. Tras la conquista romana de Judea, Antípater fue designado procurador por Julio César, iniciando una fase ascendente que desembocaría con su primogénito, Fasael, gobernando Jerusalén, y su segundo hijo, Herodes, como prefecto militar de Galilea. Sólo contaba 25 años, pero nuestro protagonista ya demostraría tener pulso firme al erradicar la delincuencia de la región. Tal fue la crueldad y el número de ejecuciones realizadas durante su mandato, que incluso se vio obligado a comparecer ante el Sanedrín, librándose por poco de la muerte. Aunque sus métodos no eran nada ortodoxos, pronto llamó la atención del gobernador romano de Siria, quien lo «colocó» en Celesiria —actual Líbano—. Años después, tras la muerte de su padre y de Julio César, Herodes volvería a ascender en la escala de poder al posicionarse junto a Marco Antonio y reconquistar Jerusalén en el 37 a.C. A partir de ese momento se convertiría en el «rey de los judíos».

Matanza de los Inocentes. ¿Ocurrió realmente?
Versión pictórica de Buoninsegna (siglo XIII). / El Correo

Fuerte tendencia a la sospecha

Entre los logros de Herodes I, más tarde apodado «el Grande», hay que subrayar la reedificación de la torre de Estratón, a la que proveyó de un puerto artificial denominándola Cesarea; la construcción de su propio palacio en el muro occidental, y la reconstrucción de la fortaleza Antonia —llamada así en honor de su protector Marco Antonio—. Si bien el verdadero símbolo de su poder fue elevar un nuevo Templo en la Ciudad Santa, siguiendo el ejemplo del legendario Salomón, y escribiendo su nombre con letras de oro. Es decir, la Jerusalén que conocería Jesús y que sirvió de escenario

para su Pasión, Muerte y Resurrección, es, en gran medida, obra de este monarca. No obstante, pese a todos sus logros, Herodes jamás fue aceptado por los judíos como su verdadero rey. Y es que, al tiempo que construía el fabuloso templo dedicado a Yahvé, daba orden de crear otros de corte pagano. Tampoco fue un hombre ejemplar en el terreno familiar. Llegó a casarse diez veces y concibió una gran cantidad de hijos que, con el tiempo, se enfrentarían entre ellos por su ración de poder. Como ejemplo de su ira, y llevado por unos celos enfermizos, Herodes mandó asesinar a su mujer Marianne, a la que amaba con pasión, y más tarde a los frutos de su vientre, Alejandro y Aristóbulo. Incluso cinco días antes de su propio deceso acabó con la vida de otro vástago, Antípatro. Los acusaba de conspirar contra él. Una fuerte tendencia a la sospecha que, de ser ciertas las palabras de Mateo, provocó la masacre de los primogénitos de Belén.

Matanza de los Inocentes. ¿Ocurrió realmente?
Capitel románico de la ermita de Santa Cecilia de Aguilar de Campoo. / El Correo

El relato de Mateo

De acuerdo con lo recogido en el Evangelio de San Mateo, tras el alumbramiento de Jesús en Belén, unos magos de Oriente divisaron una estrella en el este —otras traducciones señalan que fue en «el amanecer»— la cual les indicó que iba a nacer el rey de los judíos. Dichos sabios decidieron preguntar a Herodes por el asunto, y este, cual monarca de Jerusalén, temió que fuesen a arrebatarle el trono. Entonces reunió a los sacerdotes y a los escribas y les preguntó dónde había nacido el Mesías. Ellos le respondieron que en Belén, haciendo alusión a la profecía del Libro de Miqueas. En consecuencia, Herodes mandó a los magos a este pequeño municipio de Judea, con el fin de que lo encontrasen, y posteriormente le informasen de su paradero, para ir él también a adorarlo. Sin embargo, cuando los tres extranjeros hallaron al niño, decidieron no informar a Herodes. Un sueño les advirtió del peligro que le acechaba. Mientras que José, en otro mensaje onírico, recibió el mensaje de huir con María a Egipto, para proteger al recién nacido. Cuando «el Grande» se dio cuenta de que había sido burlado, dio orden de pasar a cuchillo a todos los pequeños menores de dos años, tanto de Belén como de los alrededores. Y, siempre según San Mateo, se cumplió el ominoso bando. ¿Fue cierto el episodio sanguinario jamás recogido por los cronistas? De momento no lo sabemos. Sí hay constancia material de quien decretó la acción; al menos desde mayo de 2007, cuando fue hallada su tumba en la zona arqueológica conocida como Herodium, próxima a Jerusalén. Aquel descubrimiento dio la vuelta al mundo —como suele ocurrir con cada fragmento de la historia bíblica recuperada de la tierra— y su responsable fue el profesor israelí Ehud Netzer.

Cifras dispares

¿Qué ocurrió entonces en la Belén del siglo I? Dado su reducido tamaño, ¿pudo pasar desapercibida esta tragedia a los ojos de la historiografía? Flavio Josefo, autor de Antigüedades Judías, no escatimó en subrayar la maldad del tetrarca de Israel —ya hemos mencionado cómo se las gastaba—, lo cual nos hace pensar que fuese perfectamente capaz de ordenar una matanza de esa índole. Algo que defienden los biblistas y teólogos de distintas extracciones, como Jack Finegan,​ Rudolf Schnackenburg y Richard T. France, quienes​ apoyan la historicidad del hecho o defienden que no hay nada que imposibilite que Herodes ordenase tal cosa. Asimismo, en el Nuevo Comentario Bíblico San Jerónimo se señala que, si bien existe la posibilidad de que el relato no tenga fundamento histórico, posee cierta verosimilitud y recuerda «el decreto del faraón de matar a todos los primogénitos varones israelitas (Éxodo 1, 16)». Un clásico ejemplo del genocida abuso del poder. Por su parte, el profesor de la Universidad Complutense Antonio Piñero se inclina más por una «historia teológica», la cual transmitiría un mensaje religioso utilizando un relato que, a los ojos de los creyentes, pueda resultar verosímil. De ser ciertas las palabras de San Mateo, las cifras que se barajan van de siete a veinte niños muertos, no más. Este dato se estima en base a la población de Belén en aquellos tiempos, de entre trescientos y mil habitantes. Algo que contrastaría con el número señalado por la liturgia bizantina, que lo eleva a 14.000 asesinados, o aquel sugerido por los santorales de la Iglesia Siria antigua, que hablan de 64.000.

Matanza de los Inocentes. ¿Ocurrió realmente?
El rey Herodes, en un códice medieval aragónes. / El Correo

Un episodio con amplia difusión

Llegados a este punto, toca preguntarse: ¿por qué se hizo tan popular este pasaje a lo largo de los siglos? Para el historiador Francisco de Asís García, la respuesta estaría en los llamados Evangelios Apócrifos. Concretamente en el Evangelio Armenio de la Infancia, el cual «se detiene en las averiguaciones de Herodes inducidas por la acusación de un habitante de Belén de la visita de los Magos al Niño». No olvidemos que una cincuentena de comentarios y sermones de Padres de la Iglesia glosan el episodio ya desde el siglo II, lo cual nos da evidencia de su importancia. Y es que, pese a no haber recibido las aguas, «su muerte será considerada como un bautismo de sangre», según García. Otro de los vehículos de difusión en la Europa medieval fueron los dramas litúrgicos, piezas de teatro que se representaban en el interior de los templos. Es el caso del Officium Stellae, cuya premisa es la travesía de los Magos desde Oriente y parte de la narración recogida por San Mateo. Y muy especialmente Interfecio Puerorum, conocida por una compilación del siglo XII que da un sitio destacado al Ordo Rachelis, o lamento de Raquel por los hijos muertos. Otro texto importante que recoge la Matanza de los Inocentes fue la Leyenda Dorada, de Jacobo de la Vorágine —un auténtico best-seller de mediados del siglo XIII— que se basa en los escritos del patriarca de Constantinopla, el Padre Juan Crisóstomo, para afirmar que Herodes mandó ejecutar a todos los menores «entre dos y cinco años», lo cual ampliaría la edad más difundida. Un fenómeno imparable que, como es de suponer, tuvo su correlación en el mundo de la cultura y el arte, ya desde la Antigüedad Tardía. Así, podemos encontrarlo en infinidad de manuscritos, códices iluminados, murales, tablas, mosaicos y esculturas monumentales, llamando la atención de pintores de prestigio como Rubens, Tintoretto, Giotto, Brueghel el Viejo o Luca Giordano. Su ejemplo más pretérito es la representación de la masacre en ciertos sarcófagos galorromanos y placas de marfil del siglo V, teniendo como referentes clásicos los relieves de la Columna Trajana de Roma. Por otro lado, su apogeo más llamativo puede visualizarse en el arco triunfal de Santa María la Mayor, en la misma capital italiana. Sea como fuere, cada 28 de diciembre la Iglesia Católica recuerda este fatídico pasaje en plenas celebraciones navideñas bajo el título de Santos Inocentes, festejándose de una manera más que original en localidades españolas como Tremp (Lérida), Ibi (Alicante), Fraga (Huesca) o Jalance (Valencia).