Myra Melford: La poética del desorden aparente
JazzMadrid19, el Festival Internacional de Jazz que se celebra años tras año en la capital, arrancó el pasado 28 de octubre. Serán decenas de conciertos, serán conferencias, serán cine y poesía. Nos estrenamos con un estupendo concierto de la pianista libreimprovisadora Myra Melford
La vida es eso que pasa mientras suena un piano.
Las nubes, ennegrecidas por el agua rabiosa que cargan y por la polución de la ciudad, amenazan y descargan de forma intermitente. Hombres y mujeres corretean nerviosas por las calles intentando escapar de un aguacero, de una racha de viento extravagante. El ruido estalla con las prisas, la luz sigue dibujando un cielo caprichoso. Y, mientras, un grupo de personas, privilegiadas porque están en el lugar adecuado, escuchan el piano de Myra Melford.
Las poéticas de los artistas siempre se construyeron sobre el desconcierto, sobre el alboroto, sobre el desastre. Y más adelante algunos eligen formas estéticas más o menos clásicas, más o menos rígidas, más o menos vanguardistas. Los hay que eligen instalarse para siempre en ese caos que podría parecer la improvisación o una forma especialmente atrevida de interpretar la realidad. Lo que hay que saber es que, debajo de eso que algunos ven como un caos o un desastre inexplicable o imposible de entender, siempre está el orden del propio artista.
Detrás de unos versos de Vicente Huidobro; por ejemplo, de este Cantasorio ululaciente o de este otro Oraneva yu yu yo, se encuentra toda su poética. Los ancestros, las canciones de cuna antiguas, la mirada ejercida sobre el universo que es nueva, las tradiciones, lo aprendido e incluso lo olvidado. Habrá quien diga que son imposibles, absurdos, innecesarios. Pero detrás de la obra se encuentra la poética con la belleza intacta. En el caso del jazz, detrás de los modos interpretativos se encuentra el swing, más allá el blues y un poco más retirados los ritmos ancestrales africanos.
Myra Melford. / Foto: Michael Wilson
Myra Melford hace jazz mucho más clásico de lo que podría parecer. La libreimprovisación que desarrolla parece desordenar el discurso (los nuevos aficionados lo suelen recibir como algo incomprensible) aunque lejos de destrozar el conjunto lo que logra es organizar, a base de un fraseo excepcional por su rapidez, su belleza y su búsqueda de la verdad, partituras que se quedan flotando en un aire electrizado y electrizante.
Myra Melford mantiene con su mano izquierda un ritmo que resulta evocador y robusto. Con la izquierda busca alternativas desconocidas, nuevas, con forma de piezas exactas para encajar con la anterior, para explicar a un lado y otro. Escuchar el instrumento de Melford se convierte en algo hipnótico. El que escribe a tenido la sensación de poder ver las fusas y las corcheas colocándose en el lugar exacto al fondo del auditorio Caja de Música de CentroCentro del Ayuntamiento de Madrid. El piano de Melford sonaba a Melford. Y recordaba, en los mejores momentos, al de Keith Jarrett, incluido ese tarareo leve de la pianista que acompaña la música (Jarrett también lo hace). Y se colaba Thelonious Monk. Y el jazz más clásico y más viejo. Porque detrás de las poéticas está todo. Ni una sola nota de todas las que han sonado en este mundo se ha perdido por siempre jamás. Se conservan en las nuevas formas de hacer arte, en esas poéticas que mueven el mundo.
Excelente concierto en un coqueto y comodísimo auditorio. JazzMadrid19 arranca con mucha fuerza.