Cuando Julio Verne hizo soñar a sus lectores, en el siglo XIX, con la posibilidad de recorrer el mundo en ochenta días, hubo una mujer que se atrevió a hacerlo (en realidad hubo dos, pero hoy voy a centrarme en la primera de ellas): Nellie Bly. Si las hazañas de la periodista estadounidense hubieran quedado ahí, no sería más que una anécdota interesante para contar a los niños, pero ella fue en realidad una de las pioneras del periodismo de investigación.

Nacida Elisabeth Jane Cochran en 1864, en Cochran Mills (ciudad llamada así en honor a su padre), su vida parecía que iba a ser cómoda y lo fue hasta que su progenitor falleció cuando ella tenía seis años. Fue entonces, y tras un desventurado segundo matrimonio de su madre, cuando quedaron prácticamente arruinados. En 1880 tuvieron que emigrar a Pittsburgh. Abrieron una casa de huéspedes en la que Elisabeth ayudaba a su madre y comenzó a formarse para ser maestra. Sin embargo su vida daría un giro cuando leyó una editorial del diario Pittsburgh Dispatch titulado Para lo que las chicas son buenas. En ese artículo se abogaba porque las mujeres permaneciesen en sus casas, teniendo niños, cuidándolos y renunciasen a formarse o tener trabajos independientes y retribuidos. Elisabeth, indignada, escribió una respuesta al director titulada Pequeña huérfana que dejó tan impresionado al hombre, que acabó por ofrecerle un trabajo. Fue él quien le propuso cambiar su nombre, por el de Nelly Bly, que era la protagonista de una canción muy conocida en aquellos momentos.

Sus primeros artículos tenían un fuerte componente feminista y crítico, apoyando la idea de que las mujeres deberían poder estudiar y realizar trabajos interesantes por los que se les compensase económicamente igual que a los hombres. Las palabras de Nellie fueron calando en los lectores y su espíritu crítico puso nervioso a algún hombre poderoso que presionó al periódico para que la confinaran en las «secciones de mujeres», esas en las que se hablaba de moda, jardinería, recetas y esas cosas que se supone que nos encantan a las mujeres (¡Ja!). Allí permaneció hasta que amainó la tormenta que sus palabras causaban. Pero poco tiempo después realizó un viaje a México y lo que comenzó siendo una descripción de vivencias y paisajes mejicanos, terminó por convertirse en una férrea crítica al gobierno del presidente Porfirio Díaz, que provocó su detención y expulsión a los Estados Unidos. Estos artículos son la base de su libro Seis meses en México actualmente descatalogado.

De vuelta a su país decidió mudarse a Nueva York y buscar trabajo allí y terminó por encontrarlo en el New York World diario propiedad de Joseph Pulitzer. Comenzó a realizar trabajos de investigación y periodismo encubierto. Uno de los más famosos es el que realizó en el asilo psiquiátrico de Blackwell’s, poniendo al descubierto los malos tratos que las internas recibían de los doctores y las enfermeras. Lo hizo sufriendo bastante durante esos días y con la incertidumbre de si sus compañeros del periódico podrían rescatarla o debería pasar una larga etapa ingresada. El artículo que publicó sacó los colores a buena parte de la sociedad y provocó un cambio en el trato que las enfermas recibían y un incremento en los ingresos destinados a estos centros, para mejorar las condiciones que debían tener los enfermos.

Nellie continuó llevando a cabo una carrera periodística en la que puso en evidencia infinidad de temas peliagudos de aquel momento: adopciones ilegales de bebés; comportamientos irregulares de las agencias de matrimoniales; dispensarios médicos para pobres; el trato que recibían las criadas en las agencias de empleo y casas en las que trabajaban. Para escribir todos estos artículos no dudó en hacerse pasar por los personajes sobre los que luego escribiría: mujeres recién paridas, criadas, solteras en busca de pareja... El público estaba ansiosos por leer sus reportajes.

El éxito del libro de Julio Verne La vuelta al mundo en ochenta días, propició que muchos fans del autor francés se preguntasen si era posible recorrer la tierra en tan poco tiempo. En 1889 Nellie Bly propuso a los directivos del periódico hacerlo. Al principio pusieron el grito en el cielo porque las mujeres no viajaban solas y desde luego el equipaje que llevaban (con tantísimas maletas para asistir a eventos, porque las mujeres no pueden ir sin quinientos trajes encima, ya se sabe) le impediría viajar rápido. El hecho de que Cosmopolitan estuviera planeando hacer algo similar con la periodista Elisabeth Bisland (que iba a realizar el itinerario en sentido contrario) y pudiera anotarse el tanto, los ayudó a cambiar de opinión. Las apuestas a su favor y en contra se dispararon. ¿Qué sucedería?

Nellie partió sin compañía masculina, con un vestido, un abrigo, una bolsa de mano con ropa interior y enseres para el aseo, doscientas libras (porque el viaje se iba a realizar esencialmente por el imperio británico) algunos dólares y algo de oro. A lo largo del viaje visitó a Julio Verne que la recibió y le dijo con cierto escepticismo que si lograba hacerlo en menos de ochenta días la felicitaría públicamente. Escribió un libro de bitácora y fue informando puntualmente de sus avances. Setenta y dos días, seis horas, once minutos y catorce segundos más tarde, regresó a Nueva York. Tardó menos que su competidora, recibió premios y homenajes, pero su periódico no la compensó económicamente, a pesar de haber logrado un incremento de ventas histórico. Esto disgustó a Nellie que abandonó temporalmente el periódico y escribió un libro sobre su periplo que se vendió muy bien. Fue una inspiración para muchas mujeres que ansiaban salir de los límites que la moral del momento les imponía y para salir adelante cualquiera que fueran los problemas que se les plantease.

Sorprendentemente, poco tiempo después, contrajo matrimonio con Robert Seaman, un millonario cuarenta años mayor que ella, propietario de empresas de acero. Durante los nueve años que duró su matrimonio se dedicó a estudiar e intervenir en la empresa de su esposo, de la que se hizo cargó cuando aquel murió en 1904. Aunque modernizó la empresa y dio un trato justo a los empleados, terminó quebrando y decidió regresar al periodismo.

Durante la Primera Guerra Mundial fue corresponsal en Austria (os recuerdo que en España también teníamos una llamada Carmen de Burgos, alias «Colombine») y después regresó a su país donde continuó escribiendo sobre temas candentes, como el sufragismo femenino, la represión policial... Así hasta que falleció de neumonía en 1922, cuando sólo tenía 57 años.

Por cierto este artículo se lo tengo que agradecer a mis hijas de diez años y su gusto por la lectura. Han sido ellas las que me han presentado a Nellie Bly a través del libro Las chicas son guerreras (Editorial Montena) y me han dado la fuerza para retomar la escritura una vez más.