«Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama»

«Donde navega el olvido» es el nuevo trabajo del abogado e historiador sevillano Fernando de Artacho, una de las voces más personales de la narrativa histórica contemporánea. Publicada por la editorial Algaida, sus cuatrocientas páginas nos sumergen en la España de principios del siglo XX de un modo sensible y brillante

02 mar 2021 / 07:24 h - Actualizado: 02 mar 2021 / 07:31 h.
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1915 no fue un año cualquiera. Ya el 1 de enero, un submarino alemán hundía al acorazado británico HMS Formidable en el marco de la Primera Guerra Mundial, falleciendo 547 tripulantes; doce días después, en Italia, un terremoto destruía por completo la ciudad de Avezzano, provocando la muerte de casi 30.000 personas; y por si fuera poco, el 24 de abril, el Estado turco daba inicio a un genocidio tras la detención en Estambul de diversos intelectuales y políticos armenios. No obstante, y a pesar de estos sucesos terribles, en aquellos meses también hubo lugar para acontecimientos positivos. Por ejemplo, a nivel científico, Plutón fue fotografiado por primera vez, y Albert Einstein presentó la teoría de la relatividad general. En el terrero literario, Franz Kafka publicó su gran obra, La metamorfosis; en el musical, Manuel de Falla presentó El amor brujo; y en el cinematográfico, David Wark Griffith estrenó El nacimiento de una nación. Además, 1915 vio nacer a figuras universales como Orson Welles, Ingrid Bergman, Arthur Miller o Edith Piaf.

Y mientras, ¿qué sucedía en España? A nivel político fue un año bastante agitado, ya que, tras ser elegido jefe de gobierno en las elecciones de 1914, Eduardo Dato dimitió el 9 de diciembre por diferencias internas en su partido, cediendo el gobierno al conde de Romanones, quien convocaría nuevos comicios el año siguiente —por cierto que durante esta legislatura se constituiría la Mancomunidad de Cataluña, presidida por Enric Prat de la Riba—. El hecho de mantenerse neutral en la Gran Guerra fue positivo para nuestro país tanto en lo económico como lo social, ya que impulsó el proceso de modernización que se había iniciado a comienzos de siglo, sobre todo debido al aumento de la producción industrial —la apertura a nuevos mercados fue un soplo de aire fresco—. Sin embargo la inflación se disparó mientras los salarios crecían a un ritmo inferior, provocando la carestía de los productos de primera necesidad, que dio lugar a motines y conflictos laborales en numerosas ciudades. De ahí que la España de 1915 fuese escenario de continuas injusticias y grandes diferencias entre las clases sociales, convirtiéndose en el desencadenante de la crisis de 1917, «la peor que había experimentado desde sus orígenes el régimen constitucional de la Restauración», según Moreno Luzón.

«Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama»
Cubierta de «Donde navega el olvido». / El Correo

En ese marco complejo y al mismo tiempo fascinante arranca la nueva novela del abogado e historiador sevillano Fernando de Artacho, una de las voces más personales de la narrativa histórica contemporánea, que bajo el título Donde navega el olvido acaba de ser publicada por la editorial Algaida. Esta sitúa al lector en Salamanca, y nos presenta a Justo Salcedo, el hijo de una modesta familia castellana, que se encuentra cursando estudios de Derecho en la célebre universidad; un hombre de escasos recursos, aunque de buena planta y con exquisito gusto en el vestir, que pulula por los cafés salmantinos en busca de inspiración. Una de esas tardes, Justo conoce a dos jóvenes recién llegados a la ciudad, Gonzalo y Pablo, primos de origen sevillano que han sido enviados por sus padres para convertirse en hombres de provecho. Ambos proceden de familias adineradas, y el hecho de obligarlos a trasladarse fuera de Andalucía tiene que ver con su afición a las juergas y fiestas nocturnas, las cuales han provocado su naufragio en los estudios. Al poco de conocerse, los tres jóvenes se hacen inseparables, llegando a protagonizar episodios de diversa índole, desde aquellos relacionados con las aulas a los que tienen que ver con su propio futuro. Aunque es sin duda el amor —aquí representado desde múltiples puntos de vista— el gran protagonista de sus peripecias, dando pie a situaciones románticas, divertidas e incluso violentas. Esto, unido a la descripción que Fernando de Artacho hace de los usos y tipos de la época —la documentación es extraordinaria—, convierten a Donde navega el olvido en un compendio de géneros, donde el realismo galdosiano y el costumbrismo de Juan Valera caminan juntos de la mano, pudiendo asimismo distinguirse ecos de Villaespesa y los hermanos Machado, y todo de manera brillante.

«Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama»
El autor, Fernando de Artacho. / El Correo

De este modo, mientras acompañamos a los protagonistas en su periplo por las provincias de Salamanca y Sevilla —dicho recorrido se extiende hasta la década de 1920— y contemplamos sus continuos devaneos, escándalos y posteriores actos de reparación, la novela funciona de manera eficaz; si bien es en su parte melodramática —verdadero motor de la narración— donde Artacho consigue elevar el nivel de su obra, presentándonos dos relatos bien tejidos y contrapuestos que consiguen atraparnos con facilidad y aun tocarnos la fibra. Con ellos, el autor de La gubia del alumbrado o El almirante Mediohombre no solo demuestra su dominio de la composición, sino que confirma que, por más que pasen los años, las historias pasionales continúan siendo una herramienta poderosa para cautivar al lector. Y es que ya lo dijo Musset, uno de los emblemas del romanticismo: «Ni la ausencia ni el tiempo son nada cuando se ama».