Ponga un ídolo en su vida, por favor

Ídolo. (Del lat. idôlum, y este del gr. åἴäùëïí). 1. m. Imagen de una deidad objeto de culto. 2. m. Persona o cosa amada o admirada con exaltación. Los aficionados al fútbol nos quedamos con la segunda acepción si en el terreno de juego podemos ver a nuestro jugador favorito. Aunque imágenes y deidades a las que poder pedir milagros no faltan

28 ene 2020 / 07:23 h - Actualizado: 28 ene 2020 / 07:37 h.
"Cultura","Fútbol","Aladar deportivo","Maradona"
  • Ignacio Benitez en una escena de ‘El camino de San Diego’. / El Correo
    Ignacio Benitez en una escena de ‘El camino de San Diego’. / El Correo

Diego Armando Maradona es venerado, idolatrado y amado, en Argentina. Es posible que muchos aficionados de todo el mundo crean que ‘el Diego’ ha sido el mejor jugador de fútbol de todos los tiempos, pero la inmensa mayoría de los argentinos, además, lo consideran una especie de dios. Curiosamente, Maradona es, al mismo tiempo que una de las estrellas indiscutibles del fútbol mundial, uno de los jugadores con la zona oscura de su vida más desarrollada. Escándalos, excesos y despropósitos no son ajenos a este jugador. Aunque eso da igual para muchos. Dios puede hacer lo que le dé la gana porque para eso es el que mejor ha sabido tratar un balón. Por si era poco, el mismo Maradona, cuando hacía trampas y parecía más un diablo que otra cosa, se sacaba de la mano a la deidad (a esa en la que creen millones de personas) y decía que era cosa suya. ¿Recuerdan la mano de Dios? Éric Cantona es otro futbolista que levantó pasiones entre los aficionados. Arrogante, engreído, distante. No dudó en saltar a las gradas para liarse a guantazos con un aficionado que le reprochaba algo. ¿Buen futbolista? Sí. ¿Sobrevalorado? Mucho. ¿Ídolo? Claro que sí. Pero, si echamos un vistazo a su historial, sorprende lo que encontramos. Por ejemplo, la selección francesa de fútbol que llegó a ser el mejor equipo del mundo (Platini, Genghini Tigana...), con Cantona no se clasificó para los mundiales de Italia (1990) y Estados Unidos (1994). Faltó en el campeonato de Europa de Alemania (1988) y en Suecia (1992) estuvo un rato puesto que fue eliminada en primera ronda. Cuando dejó de ser convocado durante la fase de clasificación para la Eurocopa de 1996, la selección francesa mejoró y llegó a clasificarse. Fue tercera en el campeonato. Y un par de años después, voilà, campeones del mundo. ¿Le quisieron mucho en el Manchester United? Sí. ¿Era tan grande como algunos dicen? Piensen, piensen.

No podían faltar en el cine películas que atacasen este tema con buen nivel. Encontramos dos ejemplos estupendos en el cine argentino y en el británico.

Ponga un ídolo en su vida, por favor

«El camino de San Diego» (2006). Maradona es un dios que vive en un lugar distante y distinto al de muchos de los que le adoran. El realizador Carlos Sorín elige la provincia argentina de Misiones para arrancar con la historia de ‘Tati’ Benítez, un seguidor del astro argentino que no deja de pensar en él cada día y al hacer cada cosa. Y Sorín lo hace con fuerza, con una dosis de humor negruzco que resulta delicioso, utilizando el formato de falso documental para ir colocando cada pieza en su sitio. Los actores no son profesionales (cosa muy habitual en el cine del realizador; ‘Tati’ Benitez es Ignacio Benítez, un trabajador de un vivero de El Dorado (Misiones); Paola, la mujer de ‘Tati’ es Paola la mujer de Ignacio...) y esto, que en el arranque resulta delicioso, se vuelve algo en contra cuando la película se convierte en una road movie que nos muestra el viaje de ‘Tati’ (cargado con una raíz de árbol que tiene algún parecido con Maradona) hasta el lugar en el que se encuentra el astro argentino tras sufrir una crisis cardiaca que pudo en alerta a todo el país. La película resulta muy entretenida y se deja ver. Pero el problema es que Sorín dibuja el mundo que quisiera y no el que es. Contar la historia de los perdedores en un entorno amable no deja de rechinar en algún momento. Hubiera sido mejor mover a los personajes en ese mundo que nos hace removernos en la butaca al comenzar la película.

Ponga un ídolo en su vida, por favor

Buscando a Eric (Looking for Eric, 2009). Ken Loach, gran especialista en dibujar de forma realista la sociedad británica, rebaja un poco el tono y nos arrastra a vivir una historia muy divertida y entrañable. Steve Evets encarna al personaje principal; un cartero de Manchester que vive con sus dos hijastros, que cometió un error treinta años atrás al abandonar a su mujer y a su hija recién nacida y que se ve envuelto en un problema con mafiosos de tres al cuarto. Durante la primera hora, Loach construye la película para dibujar los perfiles de los personajes aunque, también, para dejar que Éric Cantona aparezca como si fuera el dios del fútbol, el mejor jugador de la historia o algo así. Los diálogos se llenan de frases hechas que se vacían por los cuatro costados. Cuando el jugador deja de estar en pantalla, asistimos al verdadero cine de Loach. Amor, acción, bajos fondos, la mugre de una sociedad que se vende al resto del mundo como la exquisitez total. En cualquier caso, la película resulta muy agradable. Para un aficionado al fútbol puede ser lo más de lo más. Y para los que no lo sean puede resultar un rato divertidísimo. Eso sí, las escenas reales que se utilizan no son representativas de lo que Cantona representó para el fútbol mundial. Tal vez, así le vean en Manchester; tal vez, sea el ídolo de algunos; pero eso solo les pasa a los que no pueden comparar el juego del francés con el de Alfredo Di Stéfano o con el del propio Diego Armando Maradona.