Especial Alfred Hitchcock

«Psicosis»: ‘Si no mato a la mosca, creerán que soy inofensivo’

‘Psicosis’, la película de Alfred Hitchcock, es una de las cintas más famosas de la historia del cine. Su potencia narrativa, su técnica extraordinaria y una dirección colosal del director británico, hacen que las lecturas que se pueden realizar sean diversas, que los matices nos descubran detalles que nos lleven a territorios desconocidos y fructíferos. Eros, Platón y las aves, son algunos de los ingredientes de una interpretación de la película que demuestra cómo un trabajo se hace grande con cada mirada

12 jul 2020 / 17:38 h - Actualizado: 12 jul 2020 / 18:06 h.
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  • La forma circular vital del grito de Crane es igual a la del desagüe que baja su sangre, su vida y el agua bautismal al infierno. / El Coreo
    La forma circular vital del grito de Crane es igual a la del desagüe que baja su sangre, su vida y el agua bautismal al infierno. / El Coreo

¿Por qué alguien destruiría al objeto de su deseo? El conflicto de Norman Bates es su obsesión por existir sin aceptar que ya ha abandonado su infancia. El complejo de Peter Pan implica que quien lo sufre necesite de un dependiente amor materno, como único modo de estar en la vida. Todo lo cual evidencia la fijación por poseer y esconder celosamente un bien tan preciado, llegando a eliminar a cualquiera que sea una amenaza en esta relación que queda trenzada confusamente con el amor: «Si quieres a alguien no lo dejas aunque lo odies». Norman nos sitúa así en la antesala del crimen edípico: él no ama para sentirse bien, él posee para existir. Por ello, prefiere asesinar a su madre soltera y a su amante, pues ella, rencorosa con el padre, educó a su hijo en la misoginia. La propia madre es quien cría su cuervo. En realidad, el trastorno de identidad disociativa de Norman es engendrado por su inextinguible deseo de infundir vida a su madre, y que lo hace desdoblarse en ella cuando ésta muere y así poseerla literalmente, en una metáfora de cómo los patrones maternales son absorbidos por sus hijos.

«Psicosis»: ‘Si no mato a la mosca, creerán que soy inofensivo’
El conflicto de Norman Bates es su obsesión por existir sin aceptar que ya ha abandonado su infancia. / El Correo

De este modo, la madre que él encarna, lo reprime cuando desea a una mujer, siendo en realidad él mismo el que se hace daño y quien además no puede dejar de producírselo: «todos tenemos nuestras propias trampas». En una relación de celos estática y claustrofóbica entre ambos, simbolizada en los pájaros disecados en un presente también disecado por el pasado, birds frozen in time. Norman odia la libertad y por eso paraliza a los seres alados, Norman quiere vivir en el embrionario útero materno, rodeado de sus viejos juegos y por eso ha despojado a los pájaros de su ágil movimiento en su afán por controlarlos. Norman, en fin, es un psicópata porque siente un miedo espantoso hacia la libertad: he aquí la clave de toda su conducta.

Así, llega Crane, que significa «grulla», ave que se caracteriza por una espectacular exhibición de cortejo y por sus excelentes capacidades voladoras. Norman le comenta a la joven Crane -procedente además de Phoenix («Fénix»)- que come como un pájaro, augurando así que es su próxima presa taxidérmica en la escena de la «última cena», la cual está llena de símbolos premonitorios de todo el desarrollo posterior del largometraje. Hablamos de los pájaros disecados (curiosamente después Hitchcock dirigió su filme «Birds») que aparecen en el plano de Norman: acaricia uno de los dos que hay tras él que representan las dos personalidades de él mismo y la forma esférica enmarañada, su cerebro oscuro y torturado. Él está acariciando al pájaro como si fuese su madre mientras dice: «pienso que el mejor amigo de un hombre es su madre». También en la habitación de Marion aparece esta dualidad con dos cuadros de pájaros mirando uno a derecha y otro a izquierda, uno de los cuales tira simbólicamente Bates tras asesinarla. Pero volvamos a la escena de la cena. Tras Bates vemos dos cuadros (y uno más que no está en ese plano) en los cuales se presenta una mujer desnuda (solo en una está vestida) que es acosada por varios hombres. Concretamente, el cuadro que oculta la mirilla, por la cual posteriormente Bates espiará la desnudez de Marion, está basado en la historia bíblica «Susana y los Ancianos», un cuento sobre dos viejos que espían a una joven mientras se baña y luego la violan, como plasmación del deseo reprimido de Norman y que augura el asesinato en la ducha. Así, en este contexto Norman, ser gustoso de comer pipas, le pregunta: «¿De qué estás escapando?» Él sabía ya que su huida había terminado: los que escapan serán encarcelados. Y su perfil se superpone al búho disecado que está en posición de atacar a su presa, en este caso, Crane, la cual a su vez aparece en un plano comiendo, de forma que está siendo alimentada como un pájaro, pues ella es una mujer alada como las del cuadro que hay por encima de su cabeza: alas porque es presa, alas porque está huyendo para escapar con su amante con 40.000 $ que no le pertenecen, pero sobre todo como signo de su posterior búsqueda de perdón y ascenso a los cielos. Es decir, en los elementos de los planos de los dos personajes se leen las intenciones de ambos. Luego aparece por vez primera ella dentro del mismo plano del búho con las alas abiertas, sonriendo entregada y quedando, como Perséfone al haber comido un grano de granada del Tártaro, encadenada al Hades para siempre, sin redención.

«Psicosis»: ‘Si no mato a la mosca, creerán que soy inofensivo’
Los pájaros son fundamentales en esta película de Hitchcock. / El Correo

La película parte de una situación de corrupción, cuyo móvil es Eros: el cliente posteriormente robado por Marion utiliza dinero negro para adquirir una casa y así comprar el afecto de su hija, Marion representa (simbolizada con la cama y la lencería blanca o negra según su conducta) la depravación del amor, el matrimonio, la casa y la familia: pilares de la felicidad para Hitchcock, lo cual permite a éste justificar el asesinato. Norman se erige así en el dios hebraico justiciero que todo lo ve desde la mirilla con sus cuatro ojos de único pájaro vivo, en una escena en que la ducha marca la simbiosis total de las dos personalidades de Bates, ya que Marion aparece bajo el agua limpiando sus pecados tras haber decidido devolver el dinero, pero a la vez esta purificación es trastornada al ser percibida de forma erotizada por Norman, creando una atmósfera de sexualidad con los gestos que hace la joven, mientras entra Norman disfrazado de su madre atestándole cuchilladas que representan al mismo tiempo el acto sexual deseado por Bates y el aniquilamiento de esta posibilidad por parte de la madre. Esta escena fue rodada durante 7 días con 70 posiciones de cámara en 45 segundos para imprimir la furiosa violencia. La forma circular vital del grito de Crane es igual a la del desagüe que baja su sangre, su vida y el agua bautismal al infierno. El arrepentimiento no ha sido suficiente.

La auténtica maestría del personaje de Norman es que su apariencia débil, inocente y bella rompe la clásica tríada platónica que lo asociaría con la bondad. La mirada atravesada y la sonrisa que sueña con ser transparente, mostradas en la última aparición de Bates, causan pavor. Acaso porque cuando parece que está mirando hacia abajo, en realidad nos está observando a nosotros. Cuando se nos antoja inocente y sin premeditados cálculos hacia nosotros, está pensando en hacernos daño: «si no mato a la mosca, creerán que soy inofensivo». Hitchcock utilizaba el mismo recurso: siempre de buen humor, pero ansioso de terribles imaginaciones.

«Psicosis»: ‘Si no mato a la mosca, creerán que soy inofensivo’
Cartel de ‘Psicosis’. / El Correo