Rebeldes con causa

Los artistas cubanos no son indiferentes a la necesidad de un cambio social, ni se resisten a la crítica. Cada uno busca su camino, moviéndose con libertad vigilada, entre la concienciación social, y la provocación. Motivados. Podemos comparar lo que se está pasando en La Habana, con lo que ocurrió en Madrid en la época de La Movida. Son nuevas propuestas escénicas, un arte concebido como contestación que responde a la necesidad de la gente de inventar un futuro.

28 ene 2017 / 12:56 h - Actualizado: 26 ene 2017 / 19:54 h.
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  • Daniel Romero durante un momento de a representación de «10 millones». / El Correo
    Daniel Romero durante un momento de a representación de «10 millones». / El Correo
  • Rebeldes con causa
  • De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
    De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
  • De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
    De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
  • De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
    De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
  • De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
    De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
  • De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
    De la serie «Parten los Cadillac» de Eugenio Feal. / El Correo
  • Luis Manue Otero en su diario. / El Correo
    Luis Manue Otero en su diario. / El Correo
  • Luis Manuel Otero en el concierto canadiense de Celine Dion. / El Correo
    Luis Manuel Otero en el concierto canadiense de Celine Dion. / El Correo
  • La educación sentimental (2017) de López-Chavez. / El Correo
    La educación sentimental (2017) de López-Chavez. / El Correo
  • La educación sentimental (2016), de López-Chavez. / El Correo
    La educación sentimental (2016), de López-Chavez. / El Correo
  • Imagen de Summer Day. / El Correo
    Imagen de Summer Day. / El Correo

SE ACABÓ LA MAGIA

Es el evento de la temporada. Largas colas se formaban en las puertas del teatro Trianón, en Línea, el pasado 8 de enero en la reposición, después de las fiestas, del montaje «Harry Potter: se acabó la magia» de Agnieska Rodríguez, dirigido por Carlos Díaz Alfonso. Parece que la obra fue suspendida unos días por razones políticas, y resulta increíble que se haya permitido a la compañía continuar con las funciones. El mensaje de protesta es claro, explícito, incluso agresivo, porque como sucede en la fábula del rey desnudo, en esa academia de magia Guamampola, en la que todo parece funcionar –como en la misma Cuba- por artes de hechicería, se cae el velo. Se termina la magia y se revela la verdad, las carencias, las mentiras, la «feancia» -en fin- que reina en las calles, y de la que el montaje rescata durante una hora y media a los entregados espectadores con un show total.

Espectacular trabajo actoral de César Domínguez, y del resto de la compañía El Público, con una mención especial para Edgar Valle, que brilla con luz propia en un arranque complicado y delirante.

Transformismo, music hall, drag queen, y actores-acróbatas que parecen imitar con sus contorsiones las dificultades diarias de la vida en el país. La representación de «Harry Potter» nos recuerda a las actuaciones emblemáticas de La Cubana en aquella España de los 80, que hicieron saltar los moldes que oprimían a la sociedad mediante la sorpresa, la exageración, y el histrionismo. Es una caricatura de las calles de La Habana elevada a lo sublime. La escenografía es colorida, impactante, y los trajes espectaculares concitan una imagen de país de fantasía en tecnicolor, del que los actores despiden a los espectadores en el atrio, para enfrentarlos con una realidad totalmente distinta.

Hay en otra función, titulada «10 millones», la misma crítica, pero más sutil, envuelta en un texto impecable, llevada a cabo en un espacio escénico sobrio y descarnado, y con unas actuaciones que se acercan al psicodrama. Está dirigida por Carlos Celdrán, y se representa en Argos Teatro, junto a la emblemática plaza de la Revolución. Ha sido un éxito de crítica y de público. Lo terrible aquí, es que el director-autor ha situado el conflicto de la sociedad cubana en el interior de una familia, en la que el hijo –un extraordinario Daniel Romero, 26 años, a quien nos creemos plenamente en su personaje de niño desvalido- sufre el divorcio de los padres que encarnan a la revolucionaria convencida, y al escéptico pequeñoburgués que se va. Presos, pues, de un drama íntimo, del que son a la vez causantes y víctimas, generan un drama que solo se puede solucionar dentro del ámbito familiar, y que es necesario trascender, en una catarsis a la que se obliga al espectador. Un ejercicio de dramaturgia profundo e impecable, más hiriente en cuanto inteligente. El hilo conductor es, como no, la célebre Zafra de los Diez Millones, momento de deseo y motivo de desesperanza, que movilizó al país, y que arrastró a los idealistas del planeta a un trabajo colectivo sin precedentes.

La compañía aguarda la incertidumbre de la presentación de la obra, en marzo, en Miami, donde se azuzará a los fantasmas del exilio y de la reconciliación, en un momento complicado, ante los hermanos de la otra orilla. Les deseamos desde aquí suerte y coraje, porque detrás del texto, como detrás de la sociedad cubana, están el abandono y la ausencia, la inutilidad de los esfuerzos, y la muerte de las ilusiones.

El director, una autoridad moral, Premio Nacional de Teatro 2016, nunca cedió a la tentación de abandonar la isla.

DIARIO DE UN VERANO INDIO

Hemos seguido en Aladar la trayectoria de Luis Manuel Otero Alcántara, un enfant terrible del escenario artístico habanero, siempre a caballo entre la mirada irónica y la provocación directa.

Su último trabajo es una obra maestra de la simulación, al tiempo que una protesta.

El artista había sido seleccionado para una beca en Canadá, la pasada primavera, pero le fue denegado el visado después de una agresiva entrevista en el consulado del país norteamericano. Fuentes cercanas al autor achacan el veto a la mano negra de la Seguridad del Estado, tras la divulgación internacional del virtual «Museo de la disidencia en Cuba» que mereció incluso una mención en The New York Times. Ese «museo» formó parte de su trabajo del pasado año en Madrid, convocado para una estadía en El Matadero, a la que había accedido con el apoyo de Carlos Garaicoa. El «museo» pone en común el concepto de disidente, igualando a Fidel, con el indio Hatuey, con Payá, o con Martí.

Como protesta por esta exclusión, Otero elaboró una serie de vídeos representando esa estancia canadiense con un diario grabado. Desplegando una creatividad solo posible para un creador habituado a trabajar en condiciones de carencia extrema, recrea en este blog las actividades que hubieran tenido lugar, recurriendo al disfraz, a la impostura, y a los materiales más rudimentarios, en lo que es una reflexión sobre el significado y el concepto de viaje, esquiando con sus patines de cartón entre nubes de nieve de poliuretano, o disfrazado de indio en una reserva. Un trabajo lúdico y astuto. «Indian Summer Diary. I love Canada, Canada love me»; no se lo pierdan en YouTube.

NIDO SIN ÁRBOL

Ha sido prorrogada, gracias a la notoriedad en la convocatoria, la exposición de jóvenes artistas cubanos en homenaje al arquitecto Francisco Bedoya, autor de la serie «La Habana desaparecida», para la que reconstruyó edificios y tramas de la ciudad colonial, como intento de que perdurasen en la memoria, puesto que son el origen de esas calles, plazas, y edificios -públicos o privados- que componen el trazado urbano.

El marco elegido es la sede del antiguo Colegio Provincial de Arquitectos, un emblemático edificio del Estilo Moderno en la calle Humboldt, cuyos espacios se han habilitado para exponer las piezas. Destaca el montaje fotográfico de Leandro Feal, «Parten los Cadillac: de la Reforma a la contrarreforma» que analiza la explosión mediática que vive La Habana con las visitas de políticos, artistas, y celebrities, que forman parte sin duda de un proceso de apertura, cuya resolución aun es difícil de valorar. Porque Cuba vive un momento de fascinación similar al que sucedió a la Revolución, cuando Jean-Paul Sartre y Simone de Beauvoir, en representación de la intelectualidad de la izquierda europea, acudieron a avalar el proceso revolucionario.

Los operarios reponen las frutales «Estalagmitas» de Yornel Martínez añadiendo un componente olfativo a la muestra, en la que los visitantes pueden participar, escribiendo en la pizarra dispuesta por Luis Enrique López-Chávez para provocar la escritura automática, al tiempo que evocan ese tiempo perdido de la educación y la infancia.

Son seis artistas consagrados, dando paso a otras tantas jóvenes promesas.

En «Harry Poter: Se acabo la magia» se termina la magia y se revela la verdad, las carencias, las mentiras, la «feancia». / El Correo