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miércoles, 27 septiembre 2023

Relato de verano: ‘Dos días, ocho horas y veinte minutos’ (Parte 1)

‘Dos días, ocho horas y veinte minutos’ es un relato que habla de la casualidad, del destino, de lo necesario. Un asesino anda suelto. Una mujer policía anda suelta. Y, mientras toda la fuerza policial de un país busca al enemigo público número uno, en un pueblo de Toledo el futuro se dibuja torpemente durante dos días, ocho horas y veinte minutos

18 ago 2023 / 18:57 h - Actualizado: 18 ago 2023 / 18:57 h.
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  • Relato de verano: ‘Dos días, ocho horas y veinte minutos’ (Parte 1)

Me gustan las rubias y la mujer que holgazanea en mi cama lo es. Sin embargo, no me termina de agradar. Convierte echar un polvo en un acto épico, en todo un festival del gemido y del grito descontrolado. Debería canalizar toda su energía para leer. Además de ser rubia es más bien corta. Creo que se llama Luisa y quiere que le llame Lu. Dice que nació en un pueblo de la provincia de Badajoz aunque le gusta pensar que vino al mundo en algún lugar de la campiña francesa. Fuma un tabaco barato que huele a fracaso y, antes de dormir, le gusta beber un vaso de ron con zumo de manzana. Si sólo fuese rubia, si no me hubiera fijado en todo lo demás, quizás dejaría que se fuese a casa. Pero la voy a matar. Es la sexta. Una cada mes. Más o menos. Una en un pueblo cualquiera, otra en el aeropuerto (tuvo su gracia estar entre tanta maleta), otra en el hotel más caro de la ciudad. No hay patrón, no hay forma de perseguir al asesino más fino y trabajador de la historia. A esta la voy a estrangular, pero antes voy a dejar que la épica se apodere de nuestro pequeño y efímero universo. No seré yo el que niegue la posibilidad de divertirse a una pobre paleta que agoniza aunque no lo pueda, ni siquiera, intuir. Si tuviera un piano cerca interpretaría el Nocturno en mi bemol mayor opus 9 N° 2 de Chopin.

Día uno de dos. 9.00 horas

- Damas y caballeros, se acabó el tiempo. Tenemos que trincar a nuestro gran amigo. La prensa comienza a hacer mucho ruido, los jefes se están poniendo nerviosos y ya son seis las mujeres asesinadas. Toda la información de la que disponemos la podéis encontrar en la carpeta que os ha preparado Manuela. La Policía Nacional en toda España, la Guardia Civil, las policías autonómicas, todo dios, estarán pendientes de este asunto. Y nosotros no vamos a ser menos. ¿Alguna pregunta?

- ¿Crees que este sujeto va a venir aquí, a un pueblo de Toledo, a cargarse una rubia? Si son mechas, hombre, si son mechas. No hay una sola rubia en todo el pueblo.

- ¿Tendremos que disparar a matar? ¡Qué ganas tenía de decir esto!

- Adolfo, mañana me voy de vacaciones. Ya te aviso si le encuentro en la playa de Benidorm.

- ¿Queréis dejar de decir gilipolleces? Tenéis todo lo necesario en las carpetas. Mantened los ojos bien abiertos. Suerte.

Entre risas, los seis policías van saliendo de la sala. Sólo Jacinta sigue sentada. Es una mujer de facciones duras, de constitución masculina. Lleva recogido el pelo en una coleta. Es morena. En el pueblo todos creen que es lesbiana porque no se le conoce novio. El jefe espera que se levante aunque ella comienza a hablar.

- ¿Por qué crees que este tío no tiene patrón? Su patrón es inventarse uno con forma de galimatías. Y terminará cometiendo un error. Quiere demostrar que es mucho más listo que todos nosotros, necesita saber que nos vuelve locos con cada movimiento. ¿Por qué no le invitamos a que venga al pueblo para que mate a alguien aquí? Si lo hacemos lo terminará haciendo.

- ¿Qué propones? ¿Un anuncio en la televisión o nos damos una vueltecita por España subidos en una furgoneta con altavoces? Jacinta, no me jodas. En este pueblo vivimos cinco mil personas. Somos ocho policías locales. Lo que tenemos que hacer es mantener los ojos abiertos por si se produce un efecto contagio o algo parecido. Eso es todo.

Jacinta sale del Ayuntamiento. En el coche patrulla espera su compañero. Bebe de una botella de plástico transparente. Apuesta a que la ginebra es barata. Camina algo más lento de lo normal para que su compañero tenga tiempo para meterse un chicle en la boca.

La mañana se presenta más que emocionante. Mercadillo en el mercado de abastos. Y, por la tarde, hasta las 18.00 horas, muestra de cerámica castellano manchega. Con un poco de suerte podrán llamar la atención a un jovencito por tirar un papel al suelo.

Jacinta no deja de pensar en cómo llamar la atención del asesino.

Los comerciantes no dejan de gritar lo bueno que es el género que venden. Jacinta se fija en la oferta de bragas que tiene delante. Antes de acabar, comprará unas blancas, otras negras y se llevará, de regalo, las marrones. Y el asesino en el centro del pensamiento.


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