‘Rigoletto’ y el mundo horrendo

Magnífica producción la que se representa en el Teatro Real de Madrid; una maravillosa excusa para viajar y disfrutar de la ópera

18 dic 2023 / 15:44 h - Actualizado: 18 dic 2023 / 15:48 h.
"Ópera","Críticas"
  • Fotografías de Javier del Real
    Fotografías de Javier del Real

En otoño tenemos al alcance de la mano una buena cantidad de métodos para resguardarnos del frío. Pero el más acogedor de todos, el más amable de todos, el más precioso de todos, es el teatro. Nada se puede comparar con entrar en un teatro dejando atrás una temperatura baja y desagradable, sentarse en la butaca y disfrutar de una ópera, un concierto, un musical o una obra de teatro. Si, además, estamos hablando del Teatro Real de Madrid, de una ópera firmada por Verdi y, en concreto, de Rigoletto, la tentación de acercarse hasta la plaza de Oriente de Madrid, no se puede controlar.

La producción del Teatro Real, en coproducción con la ABAO Bilbao Ópera, el Teatro de la Maestranza de Sevilla y The Israeli opera de Tel Aviv, es un espectáculo que merece la pena por muchas y poderosas razones.

El director de escena, Miguel del Arco, propone una forma de entender la obra de Verdi que puede escandalizar a los más conservadores; divertir a los que llegan sin prejuicios; y fascinar a los que están dispuestos a echar un vistazo a la propuesta sabiendo que exigen de él o ella cierto grado de reflexión y un punto de creatividad para formar parte de un espectáculo tan feo como maravilloso, tan espartano como brillante en su concepción. Miguel del Arco intenta leer a Verdi desde la esencia del trabajo del compositor y del libretista. Del Arco nos lleva de lo evidente, de lo ‘literal’ (la hija de Rigoletto viviendo en una burbuja ajena al resto del universo) a la imagen sugerente, a la alegoría y a la belleza más descomunal (en esa misma burbuja el deseo invade a Gilda, y lo hace en forma de cuerpos desnudos, de manos que se alzan desde el subsuelo donde se encuentra lo más esencial del ser humano, formando una imagen primorosa. Del Arco cuenta con la ayuda de un vestuario asimétrico, firmado por Ana Garay, que luce Rigoletto para dibujar una joroba que no vemos; y juega con una escenografía (los montículos negros y vacíos que cubren todo el escenario) que dibuja un mundo monstruoso. ¿Es Rigoletto grotesco o es el mundo lo que resulta aberrante? Del Arco lee muy bien el libreto de la obra y sabe que el mundo cruel, criminal, hostil y agresivo, es el hábitat de los personajes y que algunos se mimetizan aunque otros son ajenos y se mantienen firmes en su pureza interior. No sigo descubriendo cosas para que sea el espectador el que tenga que analizar la propuesta de un director de escena que no busca el escándalo de forma gratuita y exige estar atento a lo que sucede en la caja escénica. ¿Por qué llenar con bailarinas vestidas de meretriz el escenario? Un solo detalle más: si la prostitución es la máxima expresión de la cosificación de la mujer, es necesario buscar la relación con Rigoletto de esa idea. La letra del aria ‘La donna è mobile’ (momento en el que esas bailarinas se colocan en el escenario) dice así: ‘La donna è mobile / Qual piuma al vento, / Muta d'accento - e di pensiero. / Sempre un amabile, / Leggiadro viso, / In pianto o in riso, - è menzognero...’. Saquen ustedes sus propias conclusiones.

‘Rigoletto’ y el mundo horrendo

Del segundo reparto, no se puede destacar nada de forma especial. Xabier Anduaga bien de técnica que reparte con cuidado de arriba abajo dando la sensación de robustez aterciopelada y Julie Fuchs regular puesto que no terminó de convencer al mostrar claros problemas de afinación al comenzar la representación y corregir a medida que avanzaba la obra. En el tercer reparto, sí destaca con claridad Ruth Iniesta como Gilda. La señora Iniesta ha mejorado estos últimos años muchísimo y en la actualidad ya es un valor seguro en cualquier producción. Tonos altos muy controlados, poderosos los medios y medidos casi de forma quirúrgica los bajos. El resto del reparto muy correcto.

Nicola Luisotti es un director estupendo que lee la partitura de Verdi con gracia, ritmo exacto y sabiendo sacar lo mejor de la Titular del Teatro Real. Como anécdota, hay que señalar que tuvo que detener la función ya que alguien había olvidado apagar su móvil y la alarma sonaba insistentemente.

Conviene acudir a las citas con cualquier manifestación artística dejando los prejuicios en la puerta de entrada. Ir con la mochila llena nos impide disfrutar con lo que tenemos enfrente. Y un ejemplo claro es este Rigoletto que tanto ha gustado y disgustado a los miles de espectadores que ya han pasado por el Teatro Real de Madrid.