Rocky Balboa: El sueño americano a puñetazos

Sin ser la mejor de las películas que abordan el mundo del boxeo, «Rocky» es la más famosa de todos los tiempos. Arrebató, en su momento e inexplicablemente, el Óscar a la mejor película a la excelente y mítica «Taxi Driver». Las secuelas que la siguieron han sido mucho más desiguales y van del aprobado al desastre cinematográfico absoluto. Y, paradójicamente, boxeo lo que se dice boxeo, poco se puede encontrar en toda la serie

26 ene 2020 / 21:23 h - Actualizado: 26 ene 2020 / 21:46 h.
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  • «Rocky» es la más película más famosa sobre boxeo de todos los tiempos. El Correo
    «Rocky» es la más película más famosa sobre boxeo de todos los tiempos. El Correo

Dicen que Sylvester Stallone escribió el guión de «Rocky» en tres días. Es posible. Incluso parece demasiado tiempo. Porque el libreto de esta película, y no les quiero contar el de las cinco siguientes que componen la serie, es bastante flojito. Los estereotipos son un ejemplo de la ramplonería a la hora de crear y desarrollar, por ejemplo, un personaje. Además, Stallone hace cosas con la trama que resultan inexplicables. ¿Recuerdan el aspecto de Adrian (la novia de Rocky)? ¿Recuerdan cómo es la muchacha? De ser una chica retraída, escurridiza y temerosa del mundo entero; de parecer el retrato robot de Betty la fea; pasa a ser, como por arte de magia, otra cosa. Eso en la primera película. Si echamos un vistazo al desarrollo en el resto de la serie, dan ganas de darle el premio Nobel de física. La historia que cuenta Stallone es muy sencilla y, a veces, muy poco creíble. Las interpretaciones son irregulares. Burgess Meredith (Mickey Goldmill, entrenador de Rocky) es lo mejor de la película en este aspecto; Talia Shire (Adrian) no está mal; Burt Young (Paulie, hermano de Adrian) no está mal; Carl Weathers (Apollo Creed, el rival de Rocky) da el pego vestido de boxeador y repartiendo castañazos; Sylvester Stallone está, como en el resto de sus películas, desastroso. Las carencias de este actor son enormes. Aunque, para ser justos, hay que decir que el papel de boxeador medio sonado, tontorrón y de escasa inteligencia, le va que ni pintado. Lo de la banda sonora es otra cosa. Bill Conti consiguió una de las partituras más conocidas y emocionantes de la historia del cine. No se le pueden restar méritos.

Rocky Balboa: El sueño americano a puñetazos
A Stallone, el papel de boxeador medio sonado, tontorrón y de escasa inteligencia, le va que ni pintado. / El Correo

Técnicamente la película es correcta aunque se nota la falta de presupuesto en muchas de las escenas. Por ejemplo, en el tramo final, cuando se desarrolla el combate entre Rocky y Creed, el número de extras que simulaban llenar las gradas era sensiblemente inferior al necesario. Pero el director, John G. Avildsen (que repetiría en «Rocky V» puesto que el propio Stallone dirigió el resto) se apaña bien con lo que tiene y mueve la cámara y sus recursos con ímpetu y acierto. Y, ahora, después de decir todo esto, les voy a confesar una cosa que creo que le sucede a un buen número de aficionados al cine: me gusta «Rocky», me emociona «Rocky», me parece una película entrañable y me la he tragado quince o veinte veces. ¿Cómo puede pasar algo así sabiendo que, una vez analizado, el producto tiene carencias por los cuatro costados? Porque Stallone es astuto al plantear al cuestión. La inocencia contra la soberbia, el dinero contra la pobreza, la belleza vencida por la fealdad, el coraje contra el adocenamiento. Stallone nos coloca frente a esa posibilidad que debería tener todo el mundo, ante la versión humilde de un campeón (que ni sospecha que lo es) que solo quiere ser feliz y dejar de vivir entre ratas. Y nos enseña que no es necesario estar en un sitio maravilloso para poder hacer cosas maravillosas. Lo mismo da sacudir un saco que una res colgada de un gancho. Por supuesto, va elevando la tensión hasta un final en el que te dan ganas de subir al ring y ayudar a Rocky en su empresa imposible. Es astuto, incluso, al finalizar la película. Ganador a los puntos el campeón del mundo. Ya se verán las caras en la segunda entrega, en esa película en la que todos necesitamos una revancha.

Rocky Balboa: El sueño americano a puñetazos
Clubber Lang (Mr. T) es un boxeador brutal que quiere arrancar la cabeza a Rocky. / El Correo

«Rocky II» es esa revancha. Se repiten los clichés y el esquema de la primera entrega. La paliza que se meten en el ring los boxeadores protagonistas es imposible. El aficionado al boxeo nunca verá algo parecido salvo que este frente a la pantalla viendo como Rocky y Creed no paran de sacudirse. Y como la taquilla es la que manda, Stallone debió pensar que una tercera parte sería una fuente de ingresos estupenda. Así fue.

En «Rocky III», el boxeador está cegado por la fama y descuida su preparación. Ha defendido su título varias veces sin saber que su manager le ha protegido y los rivales eran bastante flojos. Clubber Lang (Mr. T) es un boxeador brutal que quiere arrancar la cabeza a Rocky. Y casi lo consigue. Pero no pasa nada. Creed, antiguo rival de Rocky, le prepara y termina tumbando a Lang.

Rocky Balboa: El sueño americano a puñetazos
En la cuarta entrega, Rocky pelea con un boxeador ruso y en Rusia. / El Correo

El desmadre narrativo de «Rocky IV» es inolvidable. Rocky pelea con un boxeador ruso y en Rusia. Antes, Apollo Creed se ha quedado frito en el ring porque el ruso le arrea una paliza monumental. Rocky quiere vengar a su amigo, pero, de paso, conquista Moscú con su boxeo y confiesa haber peleado, uno contra uno, para que no se peleen millones contra millones. Bandera americana al viento, rusos malos malísimos, etc. Lo mejor de la película es escuchar a James Brown interpretando «Living in América».

«Rocky V» es un tostón. Le falta ritmo, el guión es flojísimo, las subtramas patéticas. Rocky se ha retirado, pero termina haciendo de manager de Tommy Gunn (interpretado por Tommy Morrison, boxeador que murió tras desarrollar una carrera mediocre). Rocky descuida la familia y bla, bla, bla. Pero todo acaba bien. Previsible y horrorosa.

«Rocky Balboa» es la última de la serie. Repite esquemas Stallone. Más de lo mismo sin alcanzar lo conseguido en la primera película de la serie. Poco boxeo y mucho numerito improbable sobre el cuadrilátero. Evolución ridícula de los personajes. Guiones sencillos en exceso y ventajistas al máximo.

Poco de cine, pero emoción, recuerdos de niñez (mi generación creció con todo este lío) y unas horas frente a la pantalla que no hacen daño a nadie.

El resto de películas con Rocky Balboa de protagonista (creo que hay más) se las dejo a los críticos que vengan en el futuro. Ya no puedo más.