Paul Tournal, Armstrong Wells o Stuart-Wortley fueron algunos de los viajeros románticos que remontando el Guadalquivir desde Sanlúcar de Barrameda o desplazándose en carruaje por caminos inhóspitos —años más tarde lo harían en el moderno ferrocarril— sucumbieron ante el embrujo de Sevilla. Gracias a sus publicaciones, gran parte de la intelectualidad extranjera supo de nuestros monumentos más insignes, de la magia de nuestra luz o la idiosincrasia de nuestras gentes, despertándoles el apetito por conocernos. Ello se debió en gran medida a las ilustraciones que acompañaban a los textos y que iban firmadas por artistas de reconocido prestigio, como David Roberts, John Frederick Lewis, Adrien Dauzats o el célebre Gustave Doré, uno de los más famosos ilustradores del siglo XIX.
Una de las ilustraciones interiores.
190 años después de la llegada de Richard Ford a la capital andaluza («Manual para viajeros en España», publicada en 1844, es probablemente la obra sobre nuestro país más difundida en el ochocientos), Anaya Touring recupera el espíritu de los viajeros decimonónicos con un precioso libro titulado Sevilla. Acuarelas de viaje, proyecto dirigido, diseñado y maquetado por Esther García González cuyos textos van firmados por Blanca Espigares Rooney, haciéndose cargo de las ilustraciones Alicia Aradilla Marín. De la autora literaria podemos decir que se hizo arquitecta en Sevilla y realizó el Máster en Arquitectura y Patrimonio Histórico con el IAPH, continuando posteriormente en Granada, donde completó sus estudios de doctorado y colaboró en interesantes proyectos como la Restauración de la Sala de los Reyes de la Alhambra. Asimismo es una viajera empedernida, lo que la ha llevado a participar en proyectos empresariales como Masquetours —rutas guiadas por Andalucía para viajeros exigentes— y GA Andalucía —visitas especializadas para arquitectos, paisajistas, ingenieros y técnicos—. En cuanto a la ilustradora del trabajo, la extremeña Alicia Aradilla, cabe reseñar que estudió Bellas Artes y Diseño Gráfico en Madrid, donde reside desde 2006, y tras trabajar en diversas agencias de publicidad, en 2017 decidió dejarlo todo para recorrer el mundo y plasmar todo aquello que la rodea en sus cuadernos de viaje. Desde entonces ha visitado más de treinta países, captando su belleza a pinceladas y compartiendo sus creaciones en las redes sociales —actualmente cuenta con 110 mil seguidores en Instagram—.
Cubierta del libro ‘Sevilla. Acuarelas de viaje’.
¿Y qué nos ofrece esta obra que viene envuelta en las mejores galas? —encuadernación en tapa dura, papel de la más alta calidad y un terminado bellísimo—. Para empezar se trata de un acercamiento delicado a la ciudad de la Giralda, donde «importa poco no saber orientarse», en palabras del filósofo alemán Walter Benjamin. Una suerte de viaje iniciático que comienza por captar la luz y el color «que se refleja con la cal y centellea en el albero», y que continúa con el relato de la fundación de Híspalis y los principales hitos que acontecieron en la urbe, desde finales del siglo VIII a.C. hasta nuestros días. Tras estos apuntes de historia, que Espigares resume con sencillez y acierto, la obra se adentra en aspectos como la relación de Sevilla con su río, el cual ha determinado, en palabras de la autora, «el crecimiento y la arquitectura de la ciudad»; en este apartado se incluyen nombres propios ligados al puerto fluvial, como Isabel la Católica —quien le otorgó el título de Puerto de Indias—; Cristóbal Colón, tras cuyo viaje de Descubrimiento lo conectó con el Nuevo Mundo; o Juan Sebastián Elcano, que lo puso en el mapa mundial tras circunnavegar la tierra en 1522. En dicha faceta, Alicia Arandilla pone la nota de color con imágenes dedicadas al Guadalquivir en las que no faltan los puentes, el muelle de las Delicias o el cercano Palacio de San Telmo, antaño Escuela de Mareantes. Seguidamente, como si de una guía turística se tratara, el libro traslada al lector hasta el barrio del Arenal, «un arrabal extramuros formado por una gran explanada de arena», donde la ilustradora nos regala la vista con acuarelas que recogen lo mejor del patrimonio de la zona: desde las torres del Oro y de la Plata a la Real Casa de la Moneda, el Hospital de la Caridad o las Reales Atarazanas. Periplo que se completa con edificios significativos ubicados en el entorno del Paseo Colón, caso de las Naves del Barranco o la Plaza de Toros. Precisamente a partir de aquí, es cuando la artista de Fregenal de la Sierra vuelca su mejor virtud, que es la de captar los detalles que hacen única a la ciudad a través de sus tesoros inmateriales, usos y costumbres. Así, a la par que recorremos las calles y los monumentos —están prácticamente todos—, podremos disfrutar de la belleza de las flores, el hechizo de los atardeceres o el calor de los sevillanos. Ni que decir tiene que el comercio está también presente en la obra, así como la naturaleza viva, representada en los Jardines de Murillo, los jardines del Alcázar o el Parque de María Luisa. Una excelente oferta que se completa con barrios imprescindibles como Santa Cruz, la Macarena o Triana, donde el lector podrá hallar referencias al flamenco, la Semana Santa o la artesanía local. Y para rematar el ejercicio —que incluye más de cien estampas realizadas a mano—, nada mejor que recorrer el legado de la Exposición Universal de 1992, sumergirse en la Sevilla contemporánea —de FIBES a CaixaForum, pasando por la Torre Pelli—, y consultar el glosario final, tan útil y certero como el conjunto del texto.