‘Solo ante el peligro’: Vencer el miedo

En «Sólo ante el peligro» Fred Zinnemann se arriesgó rodando un western que no respetó casi ninguna de las reglas no escritas del género. Gary Cooper, habituado a representar a hombres que desconocían lo que era el miedo, encarnó a un sheriff asustado ante una muerte que parece inevitable. ‘Sólo ante el peligro’ obtuvo siete nominaciones a los Oscars de 1952, incluidas película, dirección y guión, y logró los de actor, montaje, banda sonora y canción.

16 sep 2017 / 08:59 h - Actualizado: 14 sep 2017 / 23:54 h.
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  • Cartel de ‘High Noon’. / El Correo
    Cartel de ‘High Noon’. / El Correo
  • El sheriff Will Kane está obligado a vencer su propio miedo. / El Correo
    El sheriff Will Kane está obligado a vencer su propio miedo. / El Correo
  • Imagen mítica de Gary Cooper interpretando a su personaje en ‘Solo ante el peligro’. / El Correo
    Imagen mítica de Gary Cooper interpretando a su personaje en ‘Solo ante el peligro’. / El Correo
  • Los forajidos llegan a una localidad, mientras se celebra la boda del sheriff Will Kane (Gary Cooper) y su joven esposa (Grace Kelly). / El Correo
    Los forajidos llegan a una localidad, mientras se celebra la boda del sheriff Will Kane (Gary Cooper) y su joven esposa (Grace Kelly). / El Correo
  • El elenco durante un descanso del rodaje. / El Correo
    El elenco durante un descanso del rodaje. / El Correo

Siendo el western el género cinematográfico más genuinamente norteamericano, es llamativo que una de sus mejores manifestaciones fuera dirigida por un inmigrante austríaco, Fred Zinnemann, cuya perspectiva fue radicalmente rompedora. Los creadores clásicos como John Ford o Howard Hawks nos ofrecieron la belleza del Mito del Oeste a través de las hazañas de héroes que desconocían el miedo y que, cabalgando por impresionantes parajes a lomos de indómitos corceles, protegían a los más débiles de indios y forajidos. Zinnemann demostró mucho coraje cuando decidió saltarse varias de las reglas no escritas que encorsetaban el género. En Sólo ante el peligro, el protagonista es un hombre asustado que se fuerza a superar su miedo a la muerte, los habitantes no son una admirable comunidad de pioneros sino un colectivo insolidario y no nos deslumbran paisajes monumentales, sino que nos sofoca un sol abrasador que se cierne sobre un pueblo reseco y polvoriento.

La trama transcurre entre pasadas las diez y el mediodía. Tres forajidos llegan a una localidad, mientras se celebra la boda del sheriff Will Kane (Gary Cooper) y su joven esposa (Grace Kelly). Ambos van a dejar el pueblo para iniciar una nueva vida en otro lugar. Los delincuentes esperan que llegue su jefe, que acaba de salir de prisión, en el tren de las doce. Su plan es vengarse de Kane, que fue el responsable de que le encarcelaran. El protagonista decide enfrentarse a los cuatro pistoleros y va pidiendo apoyo a los hombres del lugar. Con distintas excusas, le dejan «solo ante el peligro» e incluso su propia mujer le abandona, arguyendo que su religión es contraria a toda violencia. Todos intentan animarle a que se marche del lugar para evitar el derramamiento de sangre, pero el sheriff trata de resistir la creciente tentación de huir...

Lo cierto es que nuestro admirado realizador utilizó el western como contexto del tema que más le interesó narrar en su filmografía: la resistencia del individuo de conciencia inquebrantable frente a las presiones del grupo. ¿Por qué nos lo quiso contar tantas veces? Tal vez porque en su vida fue testigo reiteradamente de manifestaciones de miseria moral colectiva y necesitaba creer que, mientras haya un solo ser capaz de mantenerse íntegro, el espíritu humano prevalecerá. No olvidemos que sus padres fueron judíos víctimas de los nazis y que él mismo presenció la cobardía que marcó a Hollywood durante la infausta Caza de Brujas. Precisamente, Solo ante el peligro es una metáfora de esta última, creada por el guionista, Carl Foreman. Así, los forajidos representan a McCarthy y sus acólitos, Kane encarna a aquellos citados como testigos ante el Comité que no delataron a nadie y el pueblo de cobardes retrata a un Hollywood cuyos grandes estudios incluyeron en listas negras a quienes consideraron relacionados con el comunismo, frustrando así sus carreras.

Aparte de su interés como denuncia encubierta, Sólo ante el peligro tiene infinidad de méritos cinematográficos. Por una parte, la narración es redonda pues cada secuencia del sheriff en su infructuosa búsqueda de apoyo es una pequeña historia que nos muestra alguna carencia moral de quien le abandona. El puritanismo de su mujer, los celos de su ayudante, el cinismo del juez que va guardando en su maleta aquello que en su huida deja moralmente atrás - la bandera, la Biblia y la balanza de la Justicia-, el resentimiento de los hombres del bar, la cobardía de los supuestos amigos, el fariseísmo de los feligreses y el alcalde... Por otra parte, numerosas decisiones del director, siempre atento a los detalles, determinaron una coherencia perfecta entre forma y fondo: la coincidencia entre la duración del metraje y de lo narrado, la representación del aislamiento de Kane mediante los planos de Cooper en el entorno que le rodea, el rítmico avance hacia el clímax de la historia mediante insertos de relojes y vías de tren, los oportunos momentos en que la magnética banda sonora de Dimitri Tiomkin enfatiza la trama...

Entre las escenas más fascinantes de la película se encuentra la confrontación entre dos personajes tan opuestos como la esposa de Kane y su antigua amante, encarnados por actrices también radicalmente distintas, Grace Kelly y Katy Jurado. Una rubia, distinguida y virginalmente vestida de blanco frente a la otra, morena y vulgarmente digna en su escotado traje negro, una asomándose a la vida, frente a otra que ya ha ido y vuelto muchas veces, una que no entiende al hombre con el que se ha casado frente a la otra, que conoce al sheriff en toda su valía.

Zinnemann dedicaba muchos ensayos y tiempo a preparar a los actores. Más a golpe de amabilidad, persuasión y claridad de ideas que de claqueta, les empujaba a dar lo mejor de su talento. Gary Cooper probablemente había participado en casi tantos westerns como el mismo John Wayne y ya se las sabía todas cuando dio vida al sheriff, pero el realizador extrajo de él la interpretación más matizada y humana de su larga carrera. Con movimientos milimétricos de sus facciones, el actor nos trasladaba sutilmente de una emoción a otra, estupor, decepción, desprecio, miedo, coraje... Fíjense en su rostro. ¡Les aseguro que los surcos entre su nariz y su boca tienen vida propia! El resto del reparto hizo un trabajo muy sólido, destacando la vehemencia de un joven Lloyd Bridges convincentemente devorado por los celos, la ambigüedad de Thomas Mitchell que va dejando aflorar la doblez del alcalde al que da vida y la rotunda mirada de Katy Jurado, capaz de transmitir el amargo conocimiento sobre la vida que le proporciona ser la dueña de un saloon. De Grace Kelly, podemos valorar que aportó, además de su cautivadora belleza, la dignidad que requería un personaje antipático que se acaba ganando nuestro respeto.

Sólo ante el peligro obtuvo siete nominaciones a los Oscars de 1952, incluidas película, dirección y guión, y logró los de actor, montaje, banda sonora y canción. El hecho de que ganara el premio al mejor largometraje la interminable El mayor espectáculo del mundo es una de las injusticias que la Academia ha cometido a lo largo de su historia.

Desgraciadamente, después de escribir el guion de la película, Carl Foreman, no pudo volver a trabajar en su país debido a sus antecedentes comunistas. Para consolarnos un poco, hay una bonita anécdota que contar. Pese a que Cooper era de ideología muy conservadora e incluso había declarado voluntariamente como testigo ante McCarthy en 1947 (si bien, tuvo la decencia de no delatar a nadie), llegó a ser un gran amigo del escritor durante el rodaje, fue el único que intentó ayudarle cuando todo Hollywood le dio la espalda y su estrecha relación perduró hasta la muerte del actor. Se ve que Cooper acabó siendo bastante Kane...