«The Devil and Daniel Johnston»: Los límites del loco y del genio

Daniel Johnston era un artista estadounidense. El diablo estaba siempre a su alrededor. Aunque no siempre fue así. Hubo un tiempo en que el artista no conoció al diablo tan de cerca como durante buena parte de su vida. Era ese tiempo en el que su música y sus dibujos eran buenos, muy buenos. Extraordinarios. Luego, con el diablo a su lado, su música y sus dibujos fueron geniales. Completamente geniales.

Esto es lo que muestra (más o menos) el documental firmado por Jeff Feuerzeig. Un biopic montado con inteligencia que trata de huir de la zona narrativa facilona (lágrimas, alabanzas y aplausos vanos) para sumergirse en un mundo del todo incomprensible. El de la genialidad. El de la frontera entre la cordura y la locura. El de la necesidad de vínculos entre el arte (genial) y la locura (destructiva y elemento separador para el hombre respecto a su grupo). Padecía esquizofrenia y trastorno bipolar.

Resultaba sorprendente escuchar a este hombre cuando cantaba. Las letras eran de una pureza y una hondura fuera de lo normal. Para algunos pudieron ser una payasada (eso suele ocurrir con las cosas de los genios), para otros pudieron resultar un descubrimiento completamente descomunal.

Resultaba sorprendente el trazo de este hombre al dibujar. Esto no le puede resultar una payasada a nadie con un mínimo de sensibilidad.

Resultaba sorprendente cómo un ser humano acumula una vida entera en cintas de cassette.

Resultaba sorprendente cómo tipos con todo vendido apostaban por su genialidad porque la comprendían. Todo es una enorme sorpresa en este documental.

«The Devil And Daniel Johnston» resulta arrasador en sí y demoledor cuando el espectador decide comparar lo que se ve con lo que nos venden los directores de marketing de las empresas.

Fue una bendición que alguien rodase algo así sobre alguien tan especial como Johnston.

Si usted se encuentra anclado a lo convencional ni lo intente. Si usted quiere descubrir a un hombre que ha estado encerrado en todo tipo de centros de salud mental (lo que venimos conociendo durante la historia como manicomios, pero que hemos llamado de otra forma llenos de cursilería) y no ha parado de crear arte y más arte, corra a buscar una copia de la película. Si usted tiene alguna curiosidad por saber donde se encuentran los límites de eso que llamamos locura, ni lo dude. De verdad, merece la pena echar un vistazo.