«Tiempos recios»: Geopolítica y diplomacia

En la actual época de tiempos líquidos, leer a Vargas Llosa y su nueva novela puede resultar aleccionador tanto para entender nuestra propia Historia, como para intentar contemplar un futuro que puede ser devastador

10 feb 2020 / 08:39 h - Actualizado: 10 feb 2020 / 08:52 h.
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  • El escritor Mario Vargas Llosa. / EFE-Kiko Huesca
    El escritor Mario Vargas Llosa. / EFE-Kiko Huesca

Todo empieza y acaba con una entrevista. La primera, entre un hombre de negocios próspero y un conseguidor publicista que le promete hacerse con los medios de comunicación estadounidenses del bando demócrata, para convertir a Guatemala al capitalismo, a pesar de las amenazas que, por la Guerra Fría, vienen de Rusia. La segunda, entre un alter ego del escritor periodista, que charla en Washington con la superviviente Martita, ex miss Guatemala, que huyó de la violencia de un guerrillero (Efraín) para hacerse amiga del militar Abbes García y que ve peligrar a pesar de su bravura y de que por poco arranca una oreja a otro de sus amantes, un estatus que hoy la mantiene rica y elegante gracias a su propio secreto.

«Tiempos recios»: Geopolítica y diplomacia

Lo que cuenta el grueso de esta novela en su mayor parte, no nos habla de posicionamiento ideológico alguno, a pesar de mostrar el enfrentamiento entre militares (también estuvo en estas tierras el Che Guevara, y se nos narran los últimos días de Trujillo, otro esperpento humano en las antípodas de aquel) y librecambistas, es esta una historia sobre alianzas entre países, ingenuidades en los bandos llamados de izquierda, y poca estrategia, en el sentido en que los mandamases actúan como en «La fiesta del Chivo» desde una necesidad de reacción testosterónica, antes que por trabajar en torno a unas ideas, sean estas las que sean, allá por principios de los 50 en Guatemala, Honduras o República Dominicana.

Para muestra y con proyección reflexiva a nuestro propio futuro hoy, están las figuras del militar socialista Castillo Armas, que junto con el civil y malogrado Jacobo Árbenz (un mal llamado bohemio, que seduce y se casa con una mujer rica) capaz de cualquier cosa con tal de no perder su cuota hasta el momento democrática de poder, y que pronto, por sus propias incoherencias, empezará a no serlo tanto.

El sexo en la novela se nos muestra de un modo seco y descarnado, como lo es la urgencia de actuar y preservar de unos y otros; todo para mostrar que la relevancia de los hechos narrados no fue baladí en ningún momento, y que esa Guerra Fría sólo protegida o protegible desde la CIA en Estados Unidos durante el gobierno de Eisenhower (a quién irónicamente se le llama «La Madrastra») no resultó tan eficaz como en un principio se pensaba.

Por encima de peripecias bélicas, la novela habla de caer y levantarse sea cual sea el lado en que nos toque pelearnos, ya que, desde esos días en Iberoamérica, o eras de unos o de otros. Esa atomización también partidaria de la que se hace eco tuvo consecuencias reales de pobreza, desarticulación e inseguridad que aquí aún no sospechamos cómo pueden llegar a ser.

Lección por tanto de Historia reciente a tener en cuenta, escrita con cautela y desgarro.