Ubik

19 oct 2015 / 20:33 h - Actualizado: 19 oct 2015 / 20:34 h.
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Entiendo que es toda una provocación calificar de «realista» una novela del escritor estadounidense Philip Kindred Dick (Chicago, 1928- Santa Ana, California, 1982), padre de la psicociencia-ficción y escritor caudaloso que empezó, como tantos genios de lo extraño, publicando cuentos en las revistas baratas que vendían emociones en la década de 1950. Pero lo que llamamos realidad es un poliedro de muchas caras y a Dick le hubiera encantado que lo que bullía por su mente febril fuera al fin considerado otra forma de entender la vida real como espacio de existencia donde se salta de un sueño a otro.

Esa pulp fiction que recrea en el cine Tarantino, esa forma de la literatura de masas que llevó al extremo las tramas rocambolescas de las novelas ‘de diez centavos’ llenando de romanticismo aventurero las vidas de los adolescentes, de los obreros explotados, de las amas de casa soñadoras, esa ficción de la novela popular, esa de la novela por entregas en Europa, de la novela de ‘tres perras gordas’ y de la novela semanal en España, esa de la que luego Corín Tellado sería reina y Marcial Lafuente Estefanía sheriff indiscutible, permitió que talentos como Dashiell Hammett en el lado del socialrealismo o Philip K. Dick del surrealismo distópico reinventaran la literatura en la sociedad del capitalismo de masas.

La ciencia ficción, con ser un género con cierta historia, incluso noble historia de utopías como la de Thomas Moro, de fantásticos viajes como los del Barón de Munchausen, de aventureros de la anticipación científica como Julio Verne y que daría en el siglo XX parábolas de crítica política tan poderosas como Un mundo feliz, de Aldous Huxley o 1984 de George Orwell, esperaba al Freud de la aventura en los mundos del futuro no tan imaginario. Ese psicofante fue Philip K. Dick que escribió desde entre el delirio y el presentimiento de un mañana distópico donde los valores que rigen la vida del hombre contemporáneo conducen al caos más terrorífico de todos: el de la mente que ya no logra comprender dónde es aquí y dónde es ahora.

La producción narrativa de Dick, en muchas ocasiones compuesta por relatos puramente alimenticios, en otras por cimas de la literatura contemporánea (sobran apodos despectivos como literatura de género) supone una investigación estética sin precedentes en los mundos de la mente social en la era del espectáculo que nos ha tocado sufrir. Ubik, publicada por primera vez en 1969, el año de gracia del rock psicodélico, con el que tiene más de una conexión por cierto, es probablemente una de esas cimas de la escritura anfetamínica de este bardo postmoderno que vivió su infancia en las calles del Chicago de la Gran Depresión.

Se trata de una novela formalmente muy arriesgada, no por la exploración formal en la superficie del estilo del lenguaje, como ocurría en las pesadillas que por entonces escribía otro psicofante de la cultura norteamericana, William Burroghs, sino por la complejidad de las tramas que se enlazan y desenlazan en un universo lleno de saltos espacio-temporales donde nunca se acaba por estar seguro de cuál es el presente y cuál su ficción futura, en cuál de los universos paralelos está el origen de la historia que sucede y dónde se encuentra la línea cronológica de la vida apacible, digámoslo así.

La historia se localiza en un futuro que para el lector de hoy ya es pasado, 1992, donde el espionaje industrial es la auténtica gran guerra capitalista y sus combatientes son los talentos psi capaces de presentir el futuro y colarse en las mentes de los demás para robar sus secretos más ocultos, a los que intentan neutralizar otros sujetos psi, los llamados inerciales.

En el punto en el que comienza la novela, uno de los personajes principales, Glenn Runciter es el director de una compañía de inerciales que vive con la nostalgia de su mujer casi muerta, a la que mantiene criogenizada con un hálito de vida y a la que despierta cada vez que necesita un consejo o la pena le aflige demasiado. La esposa semi-viva fue criogenizada minutos antes de su muerte irremediable, cada despertar es un paso más hacia la muerte total. Joe Chip será el técnico encargado de ayudar a Runciter a salir de la ruina a la que está abocada su compañía dirigiendo las operaciones de limpieza de ladrones psi infiltrados en una empresa radicada en la Luna. Pat Conley será la gran baza de Chip en su empeño limpiador, una telépata capaz de cambiar una experiencia y llevar a las mentes de los personajes a un pasado alternativo en que sus acciones no podrán desencadenar la experiencia del presente que Conley consigue que sea simplemente tan imaginaria como un mal sueño.

La trama se complica y Joe Chip empieza a dudar de dónde, cómo, con quién y por qué está. No sabe dónde demonios se encuentra la realidad y el presente, como millones de personas afectadas por las guerras psíquicas del capitalismo que coloniza el sistema solar. En pura lógica capitalista, donde hay mercado tiene que haber un producto para cada necesidad y aquí se necesita el dios de la verdad, el que nos da la vida auténtica frente a este sueño que es la vida terrenal, el que nos salva en este valle de lágrimas que es sólo un espejismo, el sueño de Calderón de la Barca y las danzas de la muerte medievales. Ubi sun? era el tópico con el que la literatura medieval quería despertarnos de la mentira de una vida de ilusiones que corta sin piedad la muerte para recordarnos que nos marchamos a la eternidad celeste o a los no menos eternos castigos del Infierno. Ubik es muestro despertador postmoderno a la verdad: un milagroso bote de spray, como un desodorante o un insecticida, un botella de cerveza, un antiácido... Ubik es todo y nada. Joe Chip inicia entonces su camino de perfección a la búsqueda del spray Ubik, que como en toda novela bizantina (y a su modo ésta lo es como eco vago) retrasa el cumplimiento de los deseos de plenitud del héroe. Joe Chip intenta desesperadamente, esto es capitalismo, comprar Ubik.

Seré un pésimo crítico, si con esto no se animan a leer la novela del escritor del que ha bebido el mejor cine de ciencia ficción de los últimos años, directamente adaptando su obra como Ridley Scott en Blade Runner o indirectamente como Cristopher Nolan hizo en Origen, por citar sólo dos ejemplos geniales. Pero quizá ayude a que vayan a la novela sin esperar a la consabida versión cinematográfica si les cuento que otro genio, Michel Gondry ha tirado la toalla, a pesar de que los derechos de la novela habían sido comprados en 2008 por la productora francesa Celluloid Dreams. Gondry nos recuerda que a veces, la literatura, aunque tenga una superficie verbal tan límpida y efectiva, tan alejada del experimentalismo como Ubik, tan fácil de leer, no puede ser otra cosa que literatura sin que su traslado a la narrativa cinematográfica acabe por destruirla. Ubik es gran literatura y tremendamente divertida, loca, inspiradora, obra de genio. Palabra de... ~

Calificación: obra maestra de la limpia confusión.

Tipo de lectura: Realista.

Tipo de lector: Atrevido.

¿Dónde puede leerse?: En los días del futuro pasado.