Ultimátum a la Tierra

05 oct 2015 / 17:30 h - Actualizado: 05 oct 2015 / 17:31 h.
"Cine - Aladar","Ciencia ficción","Ciencia ficción - Aladar"
  • Ultimátum a la Tierra

Si me gusta el cine que se hacía en los años 50 es, sobre todo, por su inocencia. Es verdad que no todas las películas tienen el fondo blanco, pero las que sí lo tienen, rebosan trasparencia y falta de doblez.

Un ejemplo claro de lo que digo es Ultimátum a la Tierra.

Un platillo volante llega a la Tierra (un plato sopero vuelto del revés porque los efectos especiales no daban para más). Klaatu (Michael Rennie), un alienígena superbueno y educadísimo, acompañado de un robot parecido a esos muñequitos que regalan en el Burger King (este es peligroso y destructivo en caso de agresión), salen a dar una vueltecita por el planeta.

Lo primero que hacen los soldados norteamericanos es pegar un tiro a Klaatu, que no pierde su exquisita educación. El robot sí que la pierde y se lía a lanzar rayos cósmicos de lo más demoledores. La cosa se queda en casi nada porque Klaatu se apiada.

El caso es que el alienígena convive con los humanos (que no entienden nada y siguen pegando mamporros en cuanto pueden). Conoce a una hermosa joven (Patricia Neal) y, a través de su hijo, se encuentra con un científico (Sam Jaffe que, efectivamente, tiene cara de investigador listo relisto). Tras correr de un sitio a otro, Klaatu la palma achicharrado a tiros.

Otra vez el ejército salvador de los Estados Unidos de América. Pero el robot le devuelve la vida y Klaatu puede hablar con científicos de todo el mundo convocados por su amigo. «Como sigáis en este plan os mando al robot que tengo a la espalda y os advierto que tiene muy mala leche» les dice desde el borde del plato sopero. Y se va dejando a la humanidad pensativa.

Ya sé que he sido muy mala persona resumiendo la película. Dicho así, no creo que exista una persona humana dispuesta a tragarse ni los créditos. Pero quiero ser justa porque la película merece la pena. Con unos efectos especiales básicos, con un reparto muy limitado; un guion, a veces, infantil; y unos decorados muy de andar por casa, la película es muy agradable de ver, enseña un mundo violento que debe dejar de serlo, señala el problema en el ejército y la solución en la bondad. Es una película de malos y buenos. Los malos todos nosotros. Los buenos son los que dedican su vida a tratar de hacer de la humanidad algo mejor.

Ultimátum a la Tierra se puede ver en casa con los niños comiendo palomitas. Se les puede explicar sin problemas. Y no tendrán pesadillas nocturnas a pesar de plantearse el fin del mundo a causa de ser tan tocinos como somos.

De verdad, que merece la pena. Busquen una copia en el videoclub, preparen la sonrisa y dejen que les lleve de viaje a los años 50 en un plato hondo puesto de revés.