Un bate, una bola y tres películas

El béisbol es un deporte que nunca ha terminado de cuajar en España. Ni en Europa o África. Esto es cosa de los centro y norte americanos y de algunos países asiáticos. Por no saber, muchos no sabemos ni qué número de jugadores intervienen en un partido o cómo está dividido el encuentro

25 ene 2020 / 16:37 h - Actualizado: 25 ene 2020 / 16:59 h.
"Polideportivo","Aladar deportivo"
  • El papel protagonista de ‘Sucede todas las primaveras’ lo encarna Ray Milland. / El Correo
    El papel protagonista de ‘Sucede todas las primaveras’ lo encarna Ray Milland. / El Correo

Dos equipos. Nueve jugadores en cada uno de ellos. Nueve innings o entradas en las que se tienen que lograr el mayor número de carreras posibles. Un bate, el infield, el catcher... Un jugador lanza la bola y, si el bateador logra golpearla, en el campo comienzan a correr de acá para allá. El objetivo es que el bateador logre llegar al mismo lugar del que salió o que uno de los contrarios se lo impida. Más o menos es esto. Creo. En cualquier caso, si usted quiere saber algo más de este deporte y, además, desea realizar una actividad cultural al mismo tiempo, la mejor opción es ver alguna de estas las películas.

Un bate, una bola y tres películas
Cartel de la película ‘Sucede todas las primaveras’. / El Correo

Sucede todas las primaveras (It Happens Every Spring, 1949). Divertidísima comedia ligera firmada por Lloyd Bacon que, sin pretensiones que vayan más allá del entretenimiento del espectador, cuenta la historia de un profesor universitario que descubre un compuesto capaz de repeler la madera. A mediados de los años 50, no existían los bates de aluminio. Eran todos de madera y, claro, este compuesto logra que la bola haga unos movimientos extrañísimos y que el bateador no sea capaz de golpearla. El resultado es que Vernon, el protagonista encarnado por Ray Milland, se convierte en la estrella absoluta de la liga estadounidense. Pero el compuesto, del que no existe una fórmula y no se puede volver a fabricar, se va acabando.

Tanto Ray Milland, como Jean Peters (Debby, novia de este) o Paul Douglas (compañero de equipo del protagonista) están muy bien en sus papeles. La película desarrolla un ritmo narrativo homogéneo y ágil. La trama es muy amable, los diálogos entretenidos y el conjunto hace que el espectador pase un buen rato. Algunos momentos resultan muy, muy, divertidos. Por ejemplo, cuando al compañero de Vermon le entablillan un dedo para seguir jugando y se ve incapaz de recibir la pelota o como atiende algunas llamadas telefónicas de su esposa este mismo personaje.

Un bate, una bola y tres películas
Jackie Robinson se convirtió en un icono para muchos norteamericanos que creían en la igualdad entre las personas. / El Correo

La historia de Jackie Robinson (The Jackie Robinson Story, 1950). El béisbol fue considerado un deporte para blancos, y solo para ellos, hasta finales de los años 40. Jackie Robinson fue el primer jugador de color que pudo acceder a las grandes ligas norteamericanas. Fichó por los Dodgers de Brooklyn y tuvo que soportar una enorme presión por parte de todos aquellos que pensaban que los negros y los blancos no pintaban nada juntos. Terminó siendo un tipo muy popular al conseguir enormes éxitos deportivos y por mantener una lucha activa y contundente contra el racismo. La historia de Jackie Robinson la interpreta Jackie Robinson. Un excelente deportista. Tanto como mal actor. Soso, inexpresivo, inseguro. Un marmolillo, vaya. Entonces ¿por qué el director, Alfred E. Green, optó por él para interpretar el papel protagonista? Pues porque, en realidad, la película en una especie de alegato contra el racismo y a favor de la igualdad de oportunidades y porque la fama de Robinson significaba una gran taquilla. La película; además de contar algunas cosas sobre la niñez del protagonista, algo sobre su paso por las aulas, o la relación con su esposa; trata de demostrar que en Estados Unidos al final ganan los buenos y que el pueblo americano es lo mejor de lo mejor. Que lo de la segregación, la esclavitud y esas cosas, son puros accidentes sin importancia. Lógicamente, no cuela. Porque los que no somos de allí nos preguntamos cómo pudo pasar una barbaridad de ese tamaño (los problemas continúan estando en el mismo lugar). Aunque el realizador intenta escapar del género documental, no lo logra. El protagonista es el propio Robinson, se mezclan una enorme cantidad de imágenes reales con las filmadas para la película... Todo huele a documental y a panfleto político.

Un bate, una bola y tres películas
Su participación en ‘Río arriba’ era la segunda en el cine por parte de Humphrey Bogart. / El Correo

Río arriba (Up the river, 1930). Si a usted le gusta el cine, entonces, le tiene que gustar el trabajo de John Ford. Esta es una de sus primeras películas sonoras. Por ello, técnicamente, es muy arcaica. Pero deja ver buena parte de lo que Ford era capaz de hacer. Su capacidad de observación o su actitud casi obsesiva por aquellas cosas pequeñas que otros ignoraron siempre, hacen de cada una de sus películas una joya. Incluso esta, que podríamos considerar como menor en la carrera de Ford, resulta deliciosa. Spencer Tracy y Humphrey Bogart se estrenaban. O casi porque en el caso de Bogart esta era su segunda aparición en las pantallas. Eran novatos y eran capaces de llenar la pantalla con su carisma y su extraordinario trabajo interpretativo. A Tracy le habían invitado a que se tomara un tinto de verano, poco antes, en un par de estudios. A partir de esta película le contrataron y él se hizo famoso. Les acompaña, entre otros, Warren Hymer, un actor que encarna al tonto de la película (Ford sentía grana tracción por este tipo de personaje). Hymer era un tipo muy problemático dada su afición a beber sin parar, a caerse redondo en el plató de rodaje o a orinar en los despachos de los directivos después de beberse una botella. Pero está magnífico en su papel. Su personaje y el de Tracy discuten sobre quien es el mejor jugador de béisbol de la cárcel. Sí, la cosa va de cárceles, de fugas, de gángsters, de amor y de una inocencia que solo se puede encontrar en una comedia como esta. Ford se atrevió, incluso, a incluir una versión muy carcelaria del tema «Sant Louis Blues». Cine de verdad.