«Vida oculta»: El cine apabullante

Magnífica película de Terrence Malick que, como siempre, entusiasmará tanto como ocasionará rechazo. Buena dirección, excelente fotografía, una banda sonora estupenda y la invitación a una reflexión necesaria

05 oct 2020 / 12:46 h - Actualizado: 05 oct 2020 / 13:40 h.
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Terrence Malick nos tiene acostumbrados a inmersiones en esa zona de la realidad que no podemos ver aunque existe, en esa zona de la realidad en la que sucede lo esencial, en la que las personas nos jugamos el tipo y damos la verdadera talla (si es que la damos alguna vez).

«Vida oculta» (A Hidden Life, 2019) plantea cómo podemos cambiar el mundo por pequeños que seamos, cómo lo que hacemos hace que el timón se mueva ligerísimamente y provoca que los que nos rodean modifiquen el rumbo que hace del mundo un lugar mucho mejor. Termina la película con una cita de la novela de George Eliot, seudónimo de Mary Anne Evans, «Middlemarch», que dice lo siguiente: «The growing good of the world is partly dependent on unhistoric acts; and that things are not so ill with you and me as they might have been, is half owing to the number who lived faithfully a hidden life, and rest in unvisited tombs».(«El creciente bien del mundo depende en parte de actos no históricos; que a ti y a mí las cosas no nos vayan tan mal como podrían haber ido, se debe en parte al número de los que vivieron fielmente una vida oculta, y descansan en tumbas no visitadas»).

«Vida oculta»: El cine apabullante

La historia de Franz Jägerstätter (1907-1943) y Fani Schwanninger (1913-2013) es, sencillamente, apabullante. Al menos la versión de Malick lo es. Indaga el realizador en la zona espiritual del protagonista que no claudicará ante la amenaza, ante la violencia o el dolor. Franz quiere hacer lo correcto porque es lo que toca y no cede ni un milímetro. Fani acompaña a su marido envolviendo en comprensión y amor un destino elegido desde el libre albedrio. Y es este el tema de la película de Terrence Malick. Franz sabe que el libre albedrio le hace ser libre y responsable de sus actos; Franz sabe que estar en la cárcel no le priva de su libertad (así lo dice de forma expresa). Y Malick busca explicaciones y aristas a ese libre albedrio. Y busca las consecuencias que, en este caso, son la incredulidad de los enemigos de Franz, o cómo se postran ante la dignidad del hombre, o cómo no entienden lo que les acaba de suceder tras hablar con el campesino.

«Vida oculta»: El cine apabullante

La fotografía de la película es espectacular. La firma Jörg Widmer. Busca la belleza y el contraste con la aridez de un tipo de vida alejada del entorno natural, de lo espiritual. Y se acompaña de una partitura de enorme belleza. James Newton Howard recopila temas clásicos y los alterna con originales que se compensan entre sí.

Malick deja que sus actores y actrices se quiebren, que se dejen llevar por los impulsos más naturales y profundos. Aproxima la cámara hasta el extremo en los primeros planos para que las facciones nos dejen ver el sufrimiento, la alegría o el dolor. August Diehl (Franz) está muy bien y muy contenido aunque es Valerie Pachner (Fani) la que logra defender su papel con más fuerza y brillantez. Bruno Ganz tiene un papel muy corto, pero logra que entendamos que los secundarios de la película son la clave para entender que lo que sucede es que el mundo está cambiando porque ellos no pueden seguir por el mismo camino que transitaban hasta cruzarse con Franz.

Tal vez falta en «Vida oculta» algo más de arraigo en la realidad que sí podemos ver, oler o tocar. La mística de Malick llega a un extremo que impide que esa zona de nuestra realidad quede algo difuminada. Las hijas de Franz, una clara alegoría de la alegría y del amor humano, aparecen aunque no sabemos sus nombres, aparecen pero no sabemos lo que piensan (solo en una carta de la madre descubrimos que una de ellas espera ver a su padre de vuelta en cualquier momento y quiere reservar comida; un toque de humanidad que resulta muy emocionante).

Terrence Malick bucea en el otro lado; nos deja pensando en la butaca; Malick nos muestra la belleza como último recurso y el amor como herramienta fundamental. Es necesario ver su cine aunque la angustia nos acompañe un par de días. Porque la poesía ha explicado al ser humano lo que es el mundo desde el principio de los tiempos y el cine de Malick es poesía pura.

«Vida oculta»: El cine apabullante