«Viuda Negra», una pelirroja desde el volumen 1 de Marvel Knights a la Marvels Studio

07 jul 2021 / 09:06 h - Actualizado: 07 jul 2021 / 09:21 h.
"Cómic"
  • «Viuda Negra», una pelirroja desde el volumen 1 de Marvel Knights a la Marvels Studio

Creo que antes de que apareciera Scarlett Johansson, todo turgencias y morritos, tan sólo recuerdo de la Viuda Negra esa preciosidad estética de Joe Chiodo que fue «Daredevil / Viuda negra: Matadero» , y que se saltaba un poco el comic codec en la cuestión del guión de Jim Starlin.

Que Romanoff estaba por ahí de antes, pero ninguna de su historias me había dejado poso hasta que me topé (yo me suelo topar con cosas) con esto de la serie «Marvel Knights». Ojo, que era una apuesta difusa, porque antes de esto había estado aquello de «Heroes Reborn», que casi que no, y todavía no había llegado la serie Max con cosas tan buenas como el «Fury: Peacemaker» de Ennis y Darick Robertson.

«Viuda Negra», una pelirroja desde el volumen 1 de Marvel Knights a la Marvels Studio

El caso es que esta serie limitada de tres números (sí, nenas y nenes, hubo un tiempo en el que se vendían cómic books de veinticuatro páginas unidas con lo que hoy se conoce como el término mitológico de ‘grapa’) me entró por los ojos con las espectaculares cubiertas de Jones. Ahora mismo, a nivel artístico muchos criticarán esos acabados infográficos plagados de brillos; a nivel de teoría sociológica se hablará de la hipesexualización del personaje con el acabado de látex de la uniformidad muy poco práctico y sin la sosera de los atuendos tácticos. A estas dos cuestiones se puede replicar con el nombre propio de Greg Horn y sus portadas para Emma Frost a un paso del naif pornográfico, pero esto es otro cantar. Simplemente era otros tiempos.

«Viuda Negra», una pelirroja desde el volumen 1 de Marvel Knights a la Marvels Studio

El caso, que invertí doscientas veinticinco pesetas (el equivalente a una cajetilla de Lucky Strike) en el tebeo en cuestión, y creo que fue un acierto aunque las posteriores reediciones hayan convertido este (y la mayoría de mi colección de cómics) en material sin valor sólo apto para nostálgicos y frikis muy frikis.

Es esta una historia de espías al más puro Bourne cinematográfico (el literario de Robert Ludlum está bastante desfasado) de corte realista, algo que yo agradezco entusiasmada muy cansada, harta y hastiada de los deux absurdos de la Marvel, de los recursos de «Era un clon», «Está fuera de la continuidad del universo 616» o «Lo hizo con poderes cósmicos». Yo es que soy más de la Viuda Negra con sus makarov que de la Capitana Marvel con sus rayos lumínicos.

El dibujo de JG Jones es una pasada, su narrativa visual convive en el cómic como la versión previa de cualquier filmación. Es un storyboard acabado y completo que hasta alguien con torpes conocimientos de montaje y edición podría convertir en un largo, que es más o menos lo que vamos a ver en la película de Cate Shortland y que supongo que mezclará el argumento de con el de «Hogar dulce hogar». De vuelta a las páginas, algunos dirán que abusa de los planos partidos y yo alego que ya el cerebro completa lo que falta (que algo de uso hay que darle). Otros dirán que sus rostros son un poco hieráticos y yo respondo: «No fastidies que te criaste viendo los tres fotogramas por hora de Comando G.». Que no, un lujazo de arte.

Pero creo que lo más destacable de estos tres números es el guión de Grayson. Es calmadito en desarrollo, con escenas de acción bien metidas y está muy bien cerrado. Su gran aportación al universo marvelita es la creación de Yelena Belova, una Viuda Negra rubia, con ombligo al aire cual choni poligonera , y con una mentalidad más moderna y algo alejada del carácter propio de la Guerra Fría que marca de forma indeleble la personalidad de Romanoff (siempre desde el prisma propio de los yanquis y sus cosas), que debutó en la colección de «Inhumanos».

Hay enfrentamiento de ambas en plan catfight, pero quiero ver yo que se aleja de la típica pelea en bikini de pibonazos y que se acerca más a la alegoría del conflicto propio de ser la mejor, de la competencia extrema, muy común en ciertas relaciones femeninas antes de la era presororidad.

No sé, yo veo cosas muy raras donde sólo hay escenas necesarias para que el argumento avance, pero es que Garyson resulta que es mujer y tengo yo la esperanza que en sus líneas se escondan algún punto de vista alejado de la típica mirada del héroe (o antihéroe) con el paradigma helénico de Hércules como base y parangón. O lo mismo es que la buena de Demin estaba hasta el moño de hacer batmanes y simplemente tenía ganas de poner a dos barbies dándose de leches.

«Viuda Negra», una pelirroja desde el volumen 1 de Marvel Knights a la Marvels Studio

La sinopsis no tiene Gemas del Infinito ni heraldos de Galactus que aparezcan para apañar las cosas, esto es tan realista como lo permite lo políticamente correcto, hasta el punto que yo hubiera puesto a Jessica Chastain de «La hora más oscura» de Romanoff y a Jennifer Lawrence de «Gorrion Rojo» de Belova.

Quiero recalcar el matiz de antiheroína de cualquier personaje que vista el manto de a Viuda Negra, porque le lleva a que realice actos categóricos e irreversibles. Con esto me refiero a que las viudas son efectivos de espionaje y combate, con una ética condicionada y una humanidad mutilada de empatía, compasión y cualquier otro concepto que les impida llevar a cabo su cometido. Son asesinas en un mundo de héroes que en muy pocas ocasiones se deciden a arrebatar una vida. Sí, están los Lobeznos varios distanciados de la humanidad por ser mutantes y por sus rabietas ferales y carniceras, pero incluso los villanos con cromo propio y CV de malo malísimo se cortan bastante a la hora de llegar al homicidio.

La Viuda Negra, al ser concebida como una villana y, además, politizada por el malvado régimen comunista, no ha sufrido de ese deathline lo que la convierte en un personaje muy creíble que sólo se puede equiparar a Frank Castel. Ambos son humanos en un universo de dioses, simbióntes, máquinas con consciencia propia y también Howard el pato (sí, de verdad) y puede que sean los más temibles de todos ellos porque te pueden meter una bala del nueve largo en la cabeza en cualquier giro de guión.

Vale, Romanoff cambió, se rehabilitó, y lleva su condena de remordimientos junto a las muñequeras o los bastones eléctricos no letales, pero no hay que obviar que está a tan sólo un OK de un editor de turno para dejar que Davi Morrell tome los mandos de la historia y, entonces, me gustaría ver cómo la Disney nos presenta los usos y oficios de la vieja KGB.

Pues un poquito de esto es lo que hay en y que yo espero encontrar en el trabajo de Cate Shortland.

¿Es necesario leer esta serie ahora que parece que por fin se estrena la película? Sí, porque a nivel de lectura es un gran cómic, y a nivel de fan del universo cinematográfico no va a desentonar con la visión que tenéis de Johansson hablando con un mapache.