«Voces de Chernóbil»: El Apocalipsis según todos nosotros

Chernóbil fue un desastre y seguirá siéndolo por siempre jamás. Por eso es tan importante que autoras como Svetlana Alexiévich centren la atención en un espacio fantasma y unas gentes condenadas desde antes de nacer

26 ago 2019 / 14:38 h - Actualizado: 26 ago 2019 / 15:00 h.
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Bajo el subtítulo «Crónica del futuro»; la serie de HBO , «Chernóbil», es una posible adaptación de este singular ensayo polifónico; Svetlana Alexiévich entrega este sentido homenaje a las víctimas del desastre nuclear ocurrido en 1986 en la que era localidad soviética en ese momento. Un desastre trágico sin redención posible, un desastre que si estudiamos históricamente el siglo XX, como hizo la autora, también es consecuencia no sólo de la Segunda Guerra Mundial, sino de los posteriores gulags construidos por el estalinismo.

Las principales pandemias que provocaron la explosión de tal central nuclear fueron el cáncer y las enfermedades mentales que tantas vidas se costearon. De esta forma, si en la guerra era la lucha por la más pura y devastada supervivencia, aquí la fábula de dicha devastación sin moraleja, empieza cuando se trata de encender una bombilla. Ese es el delito, si es que en la guerra fueran las ideas confrontadas entre unos y otros.

Son múltiples los testimonios de filósofos, bibliotecarios, científicos, políticos u operarios, supervivientes. Todos de acuerdo en algo, y es la falta de salida ante tan tremebunda realidad.

«Voces de Chernóbil»: El Apocalipsis según todos nosotros

Existe un testimonio particularmente escalofriante e impactante que es la narración por parte de una madre que pretende salvar, a toda costa, a una niña recién nacida sin orificios anal ni vaginal debido a la radiación. Resulta conmovedor como se consigue a través de la fe y de un espíritu de superación envidiable, que esta madre no se ahogue en sus propias lágrimas de dolor.

La catástrofe también se deja ver en las vidas de animales que en la pequeña población son incapaces de adaptarse a su hábitat: cigüeñas incapaces de volar, terneros que no pueden andar...

Resulta tan sumamente increíble lo que a través de la pluma de Alexievich se cuenta que parece que el sentimiento de culpa imborrable (hablan también familiares de amigos desaparecidos y los propios amigos) podría ser el tema por el que Chernóbil se convierte no tanto en un campo de trabajo al uso sino, también y sobre todo, de exterminio.

Las vidas pues de estas personas quedan marcadas por vaticinios de los que hoy somos partícipes, y que sin duda llevan a conclusiones apocalípticas, no sólo para la especie humana que de algún modo lo provocó, sino para la convivencia pacífica de otros seres si cabe más inocentes.

Hacer la vida posible ante este tipo de contextos que nos preceden y auguran futuros cambios medioambientales, dice poco y malo sobre las consecuencias de nuestros propios actos como especie o grupo.