Ecoperiodismo

200 siglos con mascotas

El perro se convirtió en mascota del ser humano hace 200 siglos, el gato se convirtió en animal de compañía del hombre y la mujer hacia el 7.000 a.C. ¿Qué llevó a nuestra especie a domesticar animales silvestres para convivir con ellos?

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
08 jul 2019 / 13:09 h - Actualizado: 08 jul 2019 / 13:20 h.
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Casi 200 siglos de vida tiene la amistad entre el ser humano y el perro, según ha llegado a determinar un equipo de científicos europeos liderados por Olaf Thalmann y publicado en la prestigiosa revista Science. Dicen los científicos que el proceso de domesticación del lobo fue lento y partió de una relación beneficiosa para ambas especies: el lobo aprovechaba restos de comida humana y a su vez el ser humano se aprovechaba de la protección que le daban los lobos frente a otros depredadores.

El caso del gato fue muy posterior, porque los primeros restos del felino en enterramientos de nuestra especies está datado en torno al 7.000 a.C. Su domesticación está aparejada a la agricultura, siendo usado para proteger los silos de cereal de ratas y ratones. Pero en el caso del gato se llegó incluso a idolatrar en el antiguo Egipto, donde la diosa de la fertilidad y la belleza, Bastet, era representada con cabeza de gato. Hasta tal punto era el nivel de protección del gato en esa cultura milenaria que se cuenta que un alto dignatario romano fue linchado por matar accidentalmente a un gato. De hecho, la protección de los faraones al felino doméstico llegaba hasta el punto de que quien matase a un gato se enfrentaba a la pena de muerte.

En la actualidad, nuestro respeto hacia los animales domésticos es una asignatura pendiente. Por lo menos en Andalucía, la región española que tiene el triste honor de liderar el número de abandono de mascotas de toda España. Y a la cabeza de ese ranking, Sevilla, donde se calcula que cada 3 minutos y medio se produce el abandono a su suerte de una mascota (la tasa más alta de toda Europa).

Las principales organizaciones animalistas y ecologistas recuerdan que los animales de compañía no son juguetes. La educación y contemplar la adopción de una mascota como un miembro más de la familia son esenciales para evitar un abandono posterior que, según los estudios de la Fundación Affinity se produce en la mayoría de las ocasiones por esa falta de concienciación.

No obstante, aunque no sea al nivel del antiguo Egipto, si es cierto que nuestra sociedad brinda un cierto nivel de protección -aunque sólo sea legal- a las mascotas. En Andalucía, la Ley 11/2003 de 24 de noviembre de 2003, de protección de los animales, establece que abandonar una mascota es una falta muy grave que puede acarrear sanciones entre 2.001 y 30.000 euros. Para evitar que los dueños se deshagan de sus fieles compañeros se estableció hace ahora una década la obligación de registrar en cada ayuntamiento a los animales de compañía, un censo que además se complementaba con la implantación de un chip electrónico en la mascota antes de que cumpliese los tres meses de vida. Así, se pensó que se podría identificar a cualquier mascota y aplicar las sanciones pertinentes a los dueños desalmados, pero también establecer programas sanitarios ante enfermedades transmisibles al ser humano o la recuperación de los animales perdidos.

En la práctica, tras más de una década de vida de la norma de protección animal, lo cierto es que nunca se ha impuesto una sanción ejemplar y que, en la mayoría de los casos, el abandono de mascotas queda impune bien por la ausencia de chip identificador, bien por la inoperatividad de un registro central de animales de compañía que se ha demostrado ineficaz para atajar este grave problema de respeto animal.

La adquisición de mascotas crece cada año. Sólo en Sevilla, la adquisición de mascotas crece a un ritmo de un 10 por ciento anual. Un dato que contrasta con lo que apuntan los veterinarios, que indican que desde que empezó la crisis, las visitas para la vacunación animal e implantación de chips ha caído sensiblemente. También alarmante es el nivel de sobrepoblación que sufren los refugios y protectoras de animales donde van a parar los pocos que sobreviven al abandono o que son entregados directamente en estos centros.

La única explicación posible es que la adquisición de mascotas se lleva a cabo muchas veces como si se estuviese comprando un bien de consumo. Una falta de sensibilidad que cosifica a las mascotas y no tiene en cuenta que al adoptarlas se está incrementando en un miembro más la familia.

Decía Gandhi que “la grandeza de una nación y su progreso moral pueden ser juzgados por el modo en el que se trata a sus animales”. Esa cita nos coloca en una posición de cola respecto a otras sociedades e incluso respecto a nuestros tiempos prehistóricos.