El ruido afecta seriamente a la salud

Un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente señala que 2 de cada 10 europeos tienen problemas de salud causados por la contaminación acústica. En Andalucía el municipio más ruidoso está en la provincia de Sevilla, según el único estudio realizado hasta la fecha

El tráfico es la principal fuente de contaminación acústica. / EFE / Ricardo Gamaza

Ricardo Gamaza

Los países latinos tienen fama de ser más ruidosos. Sin embargo el país con más contaminación acústica es Japón, si bien España está considerado en varios informes mundiales como el segundo con más niveles inadmisibles de ruido. Y es algo que afecta a la salud de sus ciudadanos. El informe AEMA Environmental noise in Europe elaborado por la Comisión Europea, alerta de que superar los niveles admisibles de ruido durante un periodo continuado puede ocasionar graves trastornos de la salud: deficiencias en la audición, insomnio crónico, problemas en la conducta... Son sólo algunas de las consecuencias de los altos niveles sonoros de la sociedad actual y que se intentan mitigar con medidas correctoras.

La exposición continua a altos niveles de ruido tiene una relación directa con la pérdida de audición. Entre un 5 y un 10 por ciento de las personas que suelen escuchar música con auriculares registran problemas auditivos antes de los 20 años, llegando a tener en algunos casos niveles de audición de personas de 60 años ya a los 40 años.

Sin embargo, el principal efecto sobre la salud del ruido es el ocasionado por la pérdida de sueño. Con niveles sonoros inferiores a los 30dB por la noche, se garantiza el silencio tan necesario para el descanso. Sin embargo, muchas veces estos niveles se sobrepasan por el tráfico en las ciudades. Al no dormir se alteran los ciclos y la profundidad del sueño, y el descanso disminuye provocando problemas anímicos y de salud.

Para las personas que tienen afecciones cardíacas o que puedan tenerlas por sus antecedentes médicos, el ruido puede ser letal. Nuestro organismo reacciona ante el ruido activando las respuestas hormonales nerviosas y provocando un aumento de la tensión arterial y la frecuencia cardíaca, la vasoconstricción y la sangre se vuelve más espesa, provocando también cambios en el sistema endocrino y nervioso que afectan al sistema circulatorio.

La disiminución de nuestra capacidad de atención, estrés, nerviosismo o irritabilidad, y hasta trastornos del aprendizaje de la memoria, son otros efectos nocivos del ruido excesivo en nuestras vidas.

Como siempre, los niños son los más vulnerables. Según varios estudios, los menores que viven en hogares ruidosos suelen presentar un menor desarrollo cognitivo, del lenguaje y peor comprensión lectora, sufriendo también un déficits de atención y memoria. Los expertos alertan también de que el ruido tiene afecciones antes de nuestro nacimiento, pudiendo alterar la salud del feto e incluso del recién nacido, provocando pérdida auditiva o retraso en el crecimiento, si la madre ha estado expuesta a ruido crónico durante el embarazo.

Aunque se pueda pensar que el ruido es una secuela de las grandes urbes, los pueblos, que tradicionalmente se consideraban salvados de este tipo de contaminación, tampoco son territorios vírgenes en cuanto a ruido. Las fuentes ruidosas son las mismas, lo que pasa es que el nivel sonoro es muchísimo menor, en torno a menos de 6 dB. Es decir: los pueblos de menos de 20.000 habitantes son muchísimo más tranquilos que aquellas poblaciones de más de 20.000 habitantes.

Un estudio en los territorios rurales andaluces acerca de los niveles sonoros ambientales en estos pequeños pueblos de Andalucía realizado hace más de una década (no se ha vuelto a realizar otro a esta escala) ya cuantificaba el nivel de ruido en cerca de 150 municipios. El más ruidoso de estos pueblos era Benacazón, en Sevilla, Pero también destacaban los niveles de contaminación sonora de localidades como Marmolejo, en Jaén; Olvera, en Cádiz; Nueva Carteya, en Córdoba o Montefrío, en Granada.

Prácticamente en pueblos de menos de 20.000 habitantes se concentra en lo que es la fuente natural, el tráfico, esas vías pequeñas pero que aglutinan gran número de vehículos. Otra gran fuente de ruido son las zonas de ocio o industriales que no están ‘puestas al día’ en materia de insonorización para adaptarse a la normativa en vigor.

El tráfico durante el día es el gran generador de ruido, pero... ¿qué sucede por la noche? Cuando acaba la jornada laboral la contaminación acústica baja, pero no en todos sitios: las zonas de ocio empiezan entonces su actividad. El botellón y las discotecas hacen que el ruido alcance sus niveles mas altos. También en estos pequeños pueblos. Aunque hay de todo, desde la tranquilidad nocturna de Fuente Obejuna, en Córdoba, con apenas 49 decibelios de media, hasta los 70 decibelios de Marmolejo , en la provincia de Jaén.

La Organización Mundial de la Salud establece que los niveles máximos de contaminación acústica que puede soportar el ser humano son de 65 dB durante el día y de 55 dB durante la noche. Por encima de esas mediciones se habla de ruido. Sin embargo la mayoría de la población que vive en la UE lo hace en grandes aglomeraciones urbanas donde se superan con mucho estos niveles de ruido.

Pero el ruido al que estamos expuestos no sólo está en los bares. También en las obras de construcción, actividades industriales, en las zonas cercanas a vías ferroviarias y aeropuertos y, principalmente, en las carreteras. El tráfico es, según el Observatorio de Salud y Medio Ambiente de Andalucía, la principal fuente de contaminación acústica: copa el 80 por ciento del ruido en las ciudades, que puede llegar a alcanzar los 70 u 80 decibelios.

Hay dos principales grupo de contaminación acústica: uno sería el grupo de la contaminación natural, que es el tráfico; que eso prácticamente son medidas correctoras organizativas, urbanísticas. Y el otro gran grupo que son medidas correctoras para esas actuaciones industriales o comerciales que sí tienen que adoptar medidas individuales.

La mayor parte de los municipios estudiados por sobrepasan los límites de ruido fijados por la normativa internacional. Las competencias para evitarlo son de los Ayuntamientos, pero en la mayoría de los casos carecen de medios para atajar este tipo de contaminación ambiental. No hay sonómetros homologados y, si los hay, no se conoce la metodología para medir el ruido.

La sanción tiene que venir definida por una inspección y esa inspección estar documentada con un ensayo acústico. El problema es que esos ensayos acústicos no se hacen siempre bajo las condiciones técnicas y humanas en las que se deberían hacer. Al no tener validez legal no hay posibilidad de denuncia ni tal aplicación de la normativa.

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Son los ayuntamientos los que tienen que tomar cartas en el asunto y regular actividades, reordenar el tráfico o insonorizar zonas comerciales. No en vano, el ecobarómetro andaluz apunta desde hace décadas que el 40 por ciento de los andaluces considera el problema de la contaminación acústica como uno de los asuntos de más incidencia en su vida diaria.

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