RADIOGRAFÍA POLÍTICA 28-F

Pedro Sánchez y Juanma Moreno: 580 días incomunicados sin hablar ni por el móvil

La relación entre la Junta y el presidente del Gobierno es inexistente y la vía abierta con la vicepresidenta Ribera es el único canal de ida y vuelta con la comunidad más poblada de España

Pedro Sánchez y Juan Manuel Moreno en su última reunión en Moncloa en julio de 2022. / Mariscal

Isabel Morillo

La última vez que el presidente de Andalucía visitó la Moncloa fue en julio de 2022, poco antes de tomar posesión de su segundo mandato al frente de la Junta. Pedro Sánchez abrió una ronda ‘exprés’ con varios presidentes autonómicos (Andalucía, Galicia y Castilla y León) para acallar quejas tras una reunión con el catalán Pere Aragonés. Desde aquella reunión, breve y cordial, Sánchez y Juan Manuel Moreno, presidente de una comunidad donde viven 8,4 millones de españoles, no han vuelto a intercambiar impresiones, ni en una reunión ni en una llamada de teléfono. "En un episodio de inundaciones en la comunidad, Sánchez marcó a Moreno y en dos actos en Andalucía se han saludado protocolariamente. Nada más", confirman fuentes del equipo del presidente andaluz. Ni dos minutos de conversación.

Se ha asumido como normal algo que no debería serlo. La falta de comunicación entre presidentes contraviene de forma directa el principio de lealtad institucional que impregna la Constitución y el funcionamiento del Estado de las Autonomías. Moreno ha aprovechado el escenario que le brinda Sánchez para agitar, con éxito, la teoría del agravio y el desprecio a Andalucía frente a otras comunidades. Dicen eso, en genérico, pero hablan de Cataluña. El PP captó rápido que a los andaluces no les duele la amnistía sino el bolsillo y el privilegio, el trato preferente a unas autonomías frente a otras.

Gobernar en la confrontación da rédito. Al presidente más duradero de la comunidad (19 años), el socialista Manuel Chaves, le funcionó durante años con José María Aznar. De todo lo malo que pase, se culpa al Gobierno y al maltrato a Andalucía. Si Moncloa te da argumentos para escribir ese relato, solo queda abonarlo. Sánchez descolgó el teléfono para llamar al presidente Carlos Mazón ante el horror inconmensurable del incendio de Valencia. Lo extraño es que no llamara a Moreno para abordar la tragedia de los dos guardias civiles caídos a manos del narco en Barbate.

Sin foros bilaterales

El Gobierno andaluz ha pedido la reunión de la Comisión Bilateral de Cooperación Junta-Estado en reiteradas ocasiones sin éxito. En el caso andaluz ese foro se ha reunido seis veces (2007, 2008, 2009 y 2011). Ninguna vez desde que Sánchez llegó al poder en junio de 2018. En el caso de Cataluña, ese órgano se ha reunido en once ocasiones, con el presidente actual en tres, la última en febrero de 2022. El caso catalán es la anomalía. Lo habitual para el resto es lo de Andalucía.

Moreno también elevó la voz para exigir la convocatoria de la Conferencia de Presidentes, recordando que puede ser forzada por diez presidentes y el PP suma catorce barones autonómicos. El Gobierno ha ignorado esa petición. Fue en La Palma en marzo de 2022, tras la pandemia, cuando se reunieron todos los presidentes con Sánchez. No faltó nadie y eso no había pasado en diez años. No se ha vuelto a convocar.

El pacto de Doñana

En mitad de este escenario estéril de diálogo, el pacto de Doñana ha abierto el único canal de comunicación de ida y vuelto al máximo nivel entre Andalucía y el Gobierno. La ley del regadío en Doñana fue posiblemente el mayor traspiés político de Moreno, ni calibró bien la dimensión del desmán medioambiental, y su capacidad de reconducirlo, renunciado a su ley pese a la mayoría absoluta y cerrando un pacto con la vicepresidente tercera Teresa Ribera, se ha convertido en su mayor acierto. La sequía ha salido ahora de la guerra política tras meses como principal arma contra el Gobierno.

El móvil funciona entre Moreno y la ministra para la Transición Ecológica. “Ni 24 horas duró la última polémica, la vicepresidenta me llamó, ¿qué es lo que no te gusta del decreto?, ¿qué te cambio? Se modifica y resuelto”, señaló el andaluz al socialista Juan Espadas en el pleno del Parlamento, hace una semana. “Este gobierno quiere acordar, quiere dialogar, tiene talante”, presumió el líder del PP-A, alimentando la construcción de hombre centrado y templado.

"Que los puentes estén rotos no significa que la cooperación no funcione como un reloj, con ocho reuniones solo en enero y 80 en todo 2023"

Que los puentes estén rotos por arriba entre los presidentes no significa que el funcionamiento del Estado de las Autonomías no esté perfectamente engrasado. Lo está. La fórmula más común de cooperación, las conferencias sectoriales, se celebran con asiduidad y normalidad. Con ocho reuniones solo en enero de 2024. Con 80 reuniones celebradas en 2023. Los escalones segundos de la política y los niveles técnicos resuelven con garantías la cooperación entre administraciones, imprescindible en un Estado tan descentralizado.

La enérgica Montero

Enfrente, es la vicepresidente primera del Gobierno y ministra de Hacienda, la sevillana María Jesús Montero, la que se empeña con más energía en desmontar la llamada ‘vía andaluza’ del PP. Montero insiste en recordar que Andalucía recibe hoy más dinero que nunca y en denunciar que Moreno tapa su “incompetencia” y su “mala gestión”, en temas clave como la sanidad o la dependencia, enfrentándose al Gobierno de Sánchez. Andalucía recibe hoy 6.000 millones más al año de los que daba el Estado con Mariano Rajoy. Otra cosa es que los datos objetivos hablen de que el sistema de financiación en vigor, caducado desde hace ya diez años, perjudica a Andalucía, la Comunidad Valenciana, Murcia y Castilla La Mancha, dándole recursos muy por debajo de la media del reparto. Una reforma que debería ser un asunto en rojo en una agenda política copada por la amnistía, Junts y la dependencia de Sánchez de los votos de los independentistas.

La Andalucía política del PP se aquilata. El discurso del cambio está ya agotado. Vox es irrelevante ante la mayoría absoluta de Moreno. El PSOE de Juan Espadas, que no se quita la vitola de interinidad, con foco en el Senado y escaño en la Cámara autonómica, sigue buscando por donde hincarle el diente a un Gobierno que vive plácido con 58 de 109 diputados de la Cámara. La sanidad, con las listas de espera más elevadas que se han conocido, y la dependencia, con un tiempo de demora media en la prestación de 556 días frente a los 180 que marca la ley, revelan que hay problemas de gestión, estructurales, compartidos con otras autonomías, pero de extrema gravedad.

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El PSOE andaluz en sus tiempos de oro en la comunidad pasaba de la ‘Andalucía imparable’ a la ‘Segunda modernización’. El PP salta de la “revolución fiscal” y la bajada de impuestos a la ‘Andalucía simplifica’, para vender la mayor reforma nunca abierta en una administración mastodóntica, envejecida, lenta y lastrada por los excesos burocráticos. La oposición de izquierdas, desde Por Andalucía o Adelante Andalucía, se desgañita pintando a un presidente que gobierna desde “la soberbia, la incompetencia, la mala gestión o el rodillo” mientras que cabalga en “campañas de propaganda” que defienden que los andaluces somos “líderes en sonrisas”. Son todos literales de la última sesión de control a un Moreno que, seis 28-F más tarde, sigue sonriendo ampliamente.

El sexto 28-F del presidente

Este 28 de febrero, Día de Andalucía, Moreno será anfitrión de la gran gala de la comunidad por sexto año consecutivo. En 2019, un presidente recién llegado se quejaba de un traspaso de poderes “educado pero no ejemplar” tras 37 años de gobiernos ininterrumpidos del PSOE en la comunidad. En 2020, Moreno ya avisó del peligro de que Sánchez rompiera equilibrios y diera privilegios a los independentistas. Fue un discurso de un andalucismo muy español: “Andalucía nunca ha fallado a España y no va a hacerlo ahora”. En 2021, marcado por la pandemia, Moreno defendió “un andalucismo moderno con mirada de futuro y vocación de liderazgo”. En 2022, en un año con aroma de final de legislatura y urnas a la vuelta de la esquina, el líder del PP-A se colocó en el centro del tablero político y su llamada más firme fue “contra la polarización”, en defensa del “sosiego”. En 2023, un todopoderoso presidente andaluz, coronado ya por su mayoría absoluta, desplegó su andalucismo contra el Gobierno de Sánchez: “La Andalucía actual no acepta tutelas ni injerencias” o “No es justo que se ataque a nuestra autonomía mientras que a otros territorios siempre, siempre, siempre se le pone alfombra roja”. Sirva el recorrido en el día en el que brinda uno de los grandes discursos políticos del año para observar el propio camino que se ha escrito Moreno como presidente.

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