Derechos LGTBIQ+

Diez años de la ley trans de Andalucía, pionera y por unanimidad: historia de una rareza

El 25 de junio de 2014, PSOE, PP e IU aprobaron una norma que sirvió de espejo para la ley nacional que el PP de Feijóo ha llevado al TC y de otras leyes autonómicas que revisa de la mano de Vox

Alba Doblas (IU), Sole Pérez (PSOE) y Esperanza Oña (PP) abanderaron una ley de la mano de las asociaciones para dotar de derechos a personas y menores marginadas socialmente

Los grupos políticos y asociaciones celebran la aprobación, por unanimidad, de la Ley Trans de Andalucía, el 25 de junio de 2014.

Los grupos políticos y asociaciones celebran la aprobación, por unanimidad, de la Ley Trans de Andalucía, el 25 de junio de 2014. / Elisa Arroyo (Parlamento de Andalucía)

Patricia Godino

Patricia Godino

Esta es la historia de una rareza. O al menos, vista con los ojos de hoy, una imagen inusual. Hace diez años, los tres partidos presentes en la cámara, PSOE, PP e Izquierda Unida, en un Parlamento que todavía no le había cedido espacio a la ultraderecha, aprobaron por unanimidad la Ley Trans andaluza.

"La transexualidad no es un fenómeno actual. Existe desde siempre y en todas las culturas de la humanidad". Se lee en la primera línea de la exposición de motivos de esta norma, registrada oficialmente como Ley integral para la no discriminación por motivos de identidad de género y reconocimiento de los derechos de las personas transexuales de Andalucía.

Era el 25 de junio de 2014. Liderados por Mar Cambrollé, presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA), la imagen a las puertas de la antigua iglesia del Hospital de las Cinco Llagas de los parlamentarios y los activistas por los derechos LGTBI de Andalucía ocupó portadas e informativos. Como en muchas otras ocasiones, todo pasó antes en Andalucía. También en lo que se refiere a los derechos de las personas LGTBI que esta semana han celebrado el Orgullo de todos.

Andalucía hizo suyo un texto pionero que abrió la puerta al reconocimiento social a tantas y tantas personas, muchas menores, que sufrieron el ostracismo, la marginación, cuando no la violencia, durante décadas. O mejor dicho desde siempre y tantas veces hoy todavía.

La ley se publicó en el BOE el 8 de julio y, en su concepción, establecía un marco normativo para garantizar el derecho a la autodeterminación de género de las personas que manifiesten de forma estable una identidad de género distinta a la asignada al nacer y despatologizaba, por ley, la disonancia entre el sexo biológico y la identidad de género sentida como propia. Es decir, erradicaba el trato a las personas trans como enfermas físicas o psíquicas. La Organización Mundial de la Salud (OMS) lo hizo cuatro años después, en 2018.

Con el marco autonómico de competencias, la Junta creó protocolos en el ámbito sanitario y educativo que han servido de espejo en otros territorios, como por ejemplo en aspectos tan cotidianos como la identidad en la tarjeta sanitaria, la matrícula escolar o la titulación académica bajo competencia autonómica. En todos estos documentos, una persona transexual puede cambiar su nombre para compatibilizarlo con su identidad de género sin necesidad de aportar un diagnóstico o acreditar dos años de tratamiento hormonal, como recogía, hasta entonces, la ley estatal que impulsó el Gobierno de Zapatero en 2007.

La andaluza inspiró la legislación de otras comunidades autónomas (puestas ahora en cuestión en los gobiernos de PP y Vox como el de Aragón; o recortados, como el caso de Madrid) y sentó las bases de la actualización de la ley nacional que provocó un cisma en el primer Ejecutivo de coalición entre Podemos y PSOE y entre las propias filas socialistas que, años atrás, no se escucharon de una forma tan severa.

Lo que, en opinión de Alba Doblas, ponente de la ley andaluza por Izquierda Unida y hoy al margen de la política institucional, significa que “muchos de los problemas de los que se habla ahora o son más inventados que otra cosa o, en su momento, aquellas personas que hablan no fueron tan valientes de dar sus opiniones o ahora quieren su cuota de protagonismo”.

Las posiciones de Carmen Calvo a la Ley Trans que abanderó Irene Montero atesoran una vasta hemeroteca.

Muchos de los problemas de los que se habla ahora o son más inventados que otra cosa o, en su momento, aquellas personas que hablan no fueron tan valientes de dar sus opiniones

Alba Doblas

— Ponente de la Ley Trans por IU

Hace apenas un año, y a rebufo de Vox, el PP de Alberto Núñez Feijóo elevó al Tribunal Constitucional la Ley Trans, aprobada en el Congreso con un texto muy similar al andaluz. El recurso del PP sostiene que la ley Trans vulneraría el principio de seguridad jurídica, el de libre desarrollo de la personalidad y el derecho a la integridad física, así como el derecho de igualdad y la protección de la infancia prevista en los acuerdos internacionales sobre la materia.

En el programa electoral de IU en el cogobierno con PSOE

Como diputada andaluza, Alba Doblas formó parte de ese trabajo conjunto de PSOE e IU tras las elecciones andaluzas de 2012, aquellas tras las que José Antonio Griñán formó Gobierno con Izquierda Unida y relegó de nuevo a la oposición al Partido Popular.

Aquellos comicios, celebrados en pleno revuelo de la instrucción del caso ERE, cuyo mejor resumen es la portada del día siguiente del ABC con un Javier Arenas asomado al balcón de la calle San Fernando sobre un titular memorable: “Mayoría relativa, fracaso absoluto”.

La ley estaba en el programa electoral de Izquierda Unida. Griñán asumió ese punto como propio en su Ejecutivo y luego, un año más tarde, recogió esa agenda de trabajo Susana Díaz cuando ascendió a presidenta de la Junta en el momento en que su mentor puso tierra de por medio y se fue a Madrid como senador en septiembre de 2013. La crónica de lo que vino después ya está contada, escrita y sigue sucediendo.

Tenía que ser una ley muy participada, ir de la mano de los colectivos y que ellos nos guiaran entre las trabas y problemas a que se enfrentaban a diario

Sole Pérez

— Ponente de la Ley Trans por el PSOE

Por el PSOE fue la también cordobesa Soledad Pérez la que le puso “muchas horas de trabajo” a esta ley, cuenta la socialista que hoy también está fuera de la primera línea de las instituciones. Lo cierto es que PSOE e Izquierda Unida tenían mayoría suficiente para impulsar esta norma como proyecto de ley desde el Gobierno, pero “todos entendimos que si lo que queríamos era dar respuesta a la situación de estas personas, tenía que ser una ley muy participada, ir de la mano de los colectivos y que ellos nos guiaran entre las trabas y problemas a que se enfrentaban a diario”, recuerda Pérez.

Por eso decidieron tramitarla como proposición de ley a iniciativa de los grupos políticos en el Parlamento. En ese escenario, el PP podía mantenerse al margen, torpedear el camino o trabajar. Y decidió esto último.

La única de las tres ponentes -tres mujeres- que participó en la redacción que sigue hoy como diputada es la representante del PP, la malagueña Esperanza Oña, un perfil alérgico a los argumentarios más reconocido que ha tenido el Partido Popular a lo largo de su historia en Andalucía. “Siempre he tenido muy claro el principio de que en política se está para resolver problemas, no para crearlos”, defiende rápida cuando se le pregunta por qué se comprometió con esta ley.

Siempre he tenido muy claro el principio de que en política se está para resolver problemas, no para crearlos

Esperanza Oña

— Diputada del PP y ponente del la Ley Trans

En un momento en que, en sintonía con la línea conservadora de su partido a nivel nacional, con Mariano Rajoy en Moncloa, el PP en Andalucía podía haber bloqueado la ley llevándola al Constitucional, Oña "se batió el cobre", en palabras de Sole Pérez, y convenció a los suyos para "no quedarse atrás en una ley que buscaba mejorar la vida de las personas”.

Los cambios sociales, razona Oña, se hacen en momentos en los que a unos les puede parecer una "locura" algo. "Imagino que cuando decidieron abolir la esclavitud y tratrar a los esclavos como personas hubo quien tachó este discurso como "locura", compara. Por razones personales, explica la diputada popular, conocía “de cerca el sufrimiento, el dolor y la incomprensión” de familias que lidiaban con las administraciones, escolares y médicas, el reconocimiento de sus familiares trans. “No me resultaba ajeno el debate ni sus complicaciones y después de una reflexión propia, llegué a la conclusión que podía servir para defender esta ley y aportar desde mi experiencia”, apunta de un momento en que quien estaba al frente del PP en Andalucía era todavía Arenas.

-¿Sorprendió?

-No lo sé. Pero sí sé que es un asunto difícil o espinoso para algunas personas y lo sigue siendo pero para mí no lo era, partía con esa ventaja. Javier [Arenas] me dijo que lo haría bien y me dejaron hacer. Hoy pienso en lo conseguido y estoy satisfecha.

Para los grupos en la izquierda de la cámara, en el gobierno en ese momento, “significaba dejar a un lado las desconfianzas y asumir la mano tendida que brindaba el PP andaluz” de entonces, rememora Pérez. Un PP combativo en otros muchos campos de la política diaria.

Momento del registro en el Parlamento de Andalucía de la iniciativa para la Ley Trans.

Momento del registro en el Parlamento de Andalucía de la iniciativa para la Ley Trans. / El Correo

Un texto muy participado

Para cuando las tres formaciones se pusieron a trabajar el texto de partida estaba muy avanzado por Izquierda Unida, se tramitó, enmedó y enriqueció de una forma “muy participada, fue un trabajo duro en el que tuvimos todos que dejar a un lado los prejuicios”, subraya Doblas. “No había ningún caso de persona trans en el Parlamento de Andalucía por lo que la mejor manera de dar sentido a todas las reivindicaciones, necesidades y complejidades que ponían sobre la mesa los colectivos era dejándole participar activamente”.

A las plataformas y colectivos, se sumaron las experiencias de padres y madres de niños que en aquellos meses saltaban a la palestra mediática denunciando los casos de marginación en colegios o las dificultades para la financiación por el sistema sanitario público de una reasignación de sexo.

También Doblas guarda hoy palabras de elogio para Oña. Su trabajo, remarca, “tuvo mucho que ver en convencer a su partido de la necesidad de esta ley y que el Partido Popular no llevara la ley ante el TC, me pregunto qué pensara ahora del pacto con la ultraderecha de su partido en muchos territorios”. Y guarda también un recuerdo agradecido a Aquilino Alonso, consejero de Salud de la Junta socialista de entonces, “que activó a todo su equipo para fijar protocolos estables y sin fisuras a futuro en el ámbito sanitario”.

En este sentido, las aportaciones que hizo el PP, coinciden las tres, no fueron enmiendas restrictivas sino encaminadas a ampliar la cartera de servicios sanitarios “para que no hubiera vacíos en el proceso ni espacios para la frustración de las familias”, explica Oña, médica de formación.

“Las personas transexuales saben cómo son, saben lo que son, saben cómo quieren vivir, y tienen derecho a vivir de acuerdo a cómo se sienten, a cómo son y a cómo saben que quieren ser”. Es una cita recogida en el Diario de Sesiones del Parlamento de Andalucía durante el debate de la ley. La cita es de Esperanza Oña.

Que la ley se creo dando respuesta a las necesidades de una parte de la población y que se elaboró bajo “criterios científicos”, como remacha Pérez, da prueba que hoy siga “vigente e informándose cada dos años, como corresponde, en el Parlamento”.

Escuchar el reconocimiento del trabajo compartido entre tres portavoces de distintos signo para la elaboración de esta ley es un ejercicio emocionante de confianza en el poder de la política a favor de las personas. Ésa que hoy se echa en falta.