PSOE ANDALUZ

Chaves vuelve, Griñán, no: dos expresidentes y dos destinos

Griñán no piensa pedir su reingreso en el PSOE. No tiene ningunas ganas de volver a la primera línea política ni de convertirse en referente de nada

El expresidente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, durante la rueda de prensa que ofreció este jueves en la sede del PSOE-A en la calle San Vicente de Sevilla. / María José López / Europa Press

Isabel Morillo

Cada uno lo lleva como puede y como quiere. Cada persona saborea su victoria o su luto a su manera. Manuel Chaves fue presidente de la Junta de Andalucía 19 años y la sentencia del Tribunal Constitucional, que anula en parte su condena por prevaricación en el caso de los ERE, le ha permitido, 15 años después, volver a dar una rueda de prensa en la sede de San Vicente y ponerse a disposición de su partido. Ese mismo día, José Antonio Griñán se dedicaba al cuidado de los suyos y aseguraba que él no iba a hablar, remitiendo a su abogado porque lo que ha pasado, insistía, es un “asunto jurídico”.

Griñán tomó el testigo de Chaves cuando se orquestó la sucesión ante los síntomas de cansancio del electorado tras muchos años ininterrumpidos de poder socialista en Andalucía. Fue en 2009 y nunca lo hubiera esperado. Se reincorporó en 2004 a la primera línea política en el Gobierno andaluz con su amigo Chaves para ocupar la cartera de Hacienda y llegó asegurando que sería un periodo corto porque quería dedicarle a sus nietos el tiempo que la política le había quitado para sus hijos. Acabó, cinco años después, siendo presidente de la Junta en una operación inesperada, que desbancó a la delfín que más posibilidades supuestamente tenía, la jiennense Mar Moreno. Se orquestó una bicefalia que duró poco porque Griñán pidió también el control del PSOE andaluz. Precisamente la última vez que Chaves compareció en San Vicente fue para cederle a su amigo Pepe, entonces la relación estaba rota, el testigo de la secretaría general de los socialistas en Andalucía y fue en noviembre de 2009.

Años de sufrimiento personal

Después vino el caso de corrupción de los ERE. Años de banquillo y sufrimiento personal que cada uno ha llevado como ha podido. Se les retiró el carnet socialista. Chaves, ocupó un lugar discreto pero no dejó de tener apariciones públicas. Griñán dejó de acudir a actos públicos e incluso restringió durante mucho tiempo su salidas a la calle. Le costaba porque vivió más de un incidente, más de un grito de “ladrón” o de “chorizo”. A Chaves le condenaron por prevaricación, con pena de inhabilitación. A Griñán en el último momento procesal le condenaron también por malversación, con pena de seis años de cárcel. Ahí comenzó el calvario más duro. Su enfermedad, un cáncer avanzado de próstata, le permitió no ingresar en prisión. Sufrió con colaboradores como Carmen Martínez Aguayo, con quien mantuvo el año y medio que ella sí estuvo encarcelada una emotiva y sincera relación epistolar.

Chaves siempre ha sentido que tenía todavía mucho que aportar. Una fundación, un laboratorio de ideas, un think tank de análisis político para hacer resurgir a un PSOE andaluz hundido en el lodo del caso ERE, sin pasado ni referentes a los que agarrarse y que tras la batalla en primarias de Susana Díaz y su derrota con Pedro Sánchez se convirtió en una federación relegada dentro del partido. Andalucía, rememoraban los socialistas de Chaves, que había sido el corazón que bombeaba sangre al partido siempre en los momentos más difíciles, sumida en el ostracismo, sin poder institucional y sin peso orgánico, lamentaban.

Griñán no regresa

Griñán no piensa pedir su reingreso en el PSOE. No tiene ninguna ganas de volver a la primera línea política ni de convertirse en referente de nada. Su vida de servicio público acabó. Así además se lo ha prometido a sus hijos. En el prólogo del libro Cuando ya nada se espera, en el que se volcó para conjurar su dolor, se dirigió a su hijo Manuel, que había escrito una carta pública dolorido por el “martirio” que dijo sufría su padre, un servidor público con valores de “honestidad” e “integridad” por banderas. Convirtió su ensayo, una historia de la Transición en España, en una respuesta afirmativa a ese hijo que se preguntó si la política había merecido la pena a pesar de los sinsabores.

“He tenido una trayectoria política muy larga. El PSOE forma parte de su vida, no sé si para bien o para mal, y gran parte de lo que soy se lo debo al PSOE. Yo le debo mucho al PSOE”, aseguró Chaves en su última comparecencia pública. Griñán prefiere guardar silencio. Su familia recogió más de 4.000 firmas en un tiempo récord para pedir su indulto. El actual secretario general del PSOE-A, Juan Espadas, se negó a firmar y recordó que los cargos públicos se debían al Código Ético del partido que impedía firmar esos indultos. El mismo día de la condena ratificada por el Tribunal Supremo, Felipe González salió a decir en público que él volvería a hacer ministro a Griñán. Alfonso Guerra le presentó su último libro, con González y José Luis Rodríguez Zapatero sentados en la primera fila. Posiblemente, él sabe donde están hoy sus lealtades y donde no.

Dos perfiles políticos. Dos trayectorias diferentes. Dos formas de ser muy distintas. A Chaves lo llamó Pedro Sánchez tras conocerse la sentencia del Constitucional que rebajaba sus condenas. A Griñán, no.

Un plan con fisuras

Si el plan del PSOE andaluz para “poner fin al ciclo del PP” y a Juan Manuel Moreno en la presidencia de la Junta de Andalucía pasa por reivindicar el legado de sus expresidentes, tendrá difícil batir a sus adversarios políticos. El último Comité Federal del PSOE-A oyó voces críticas contra Juan Espadas. Las hay en privado desde hace muchísimo tiempo pero no se expresaban en público. Ya sí. Hay nervios. Piden un proyecto de izquierdas que ilusione a los militantes y a los votantes. Hay malestar por la falta de alternativa y por el modelo de oposición.

Chaves tiene 79 años y aunque está en plena forma es difícil que sea un revulsivo o un salvador de los socialistas andaluces. Griñán tiene 78 años y ni está en esa operación ni se le espera. El caso ERE fue un fraude que ahora el Constitucional ha delimitado a la Consejería de Empleo pero fue un fraude. Hilvanar un relato político y una oferta alternativa alrededor de ese caso sería cuando menos arriesgado.

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A Susana Díaz, por cierto, también la han borrado desde la cúpula actual, aunque ella avisa siempre de que tiene “tela de carrete”. En febrero de 2016, en una fiesta de reivindicación andalucista, se notó por primera vez el agujero que tenía el PSOE en Andalucía. Un agujero profundo, en una celebración por los 36 años de la autonomía andaluza, donde se borraron los 23 de Chaves y Griñán, como si no existieran, con Rafael Escuredo y José Rodríguez de la Borbolla sobre el escenario junto a Susana Díaz. Como dos fantasmas, vetados, sin que nadie los reivindicara. Aquella etapa acabó pero los problemas del PSOE andaluz, siguen.  

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