SALUD MENTAL

Grupos de apoyo en los centros de salud: "No quería pastillas, quería salir de la depresión por otros medios"

Los Gruse son grupos en los que trabajadores sociales sanitarios abordan "malestares emocionales que se detectan en las consultas", como ansiedad, depresión y somatizaciones, creando redes de apoyo y acompañamiento entre los participantes

Sesiones en el centro de salud: "No quería pastillas, quería salir de la depresión por otros medios"

Jorge Jiménez

Ana Ordaz

Ana Ordaz

En 2011, profesionales sanitarios de diversos centros de Atención Primaria de Andalucía detectaron que buena parte de los pacientes que pasaban por sus consultas presentaban cuadros similares: ansiedad, depresión y diversas somatizaciones. El volumen de usuarios con esta sintomatología era tal que los sanitarios decidieron atajar este foco de forma específica.

Aquella iniciativa fue el germen de lo que hoy se conoce como Gruse, los Grupos Socioeducativos en Atención Primaria, presentes en todas las provincias andaluzas. En cuanto a las cifras concretas, según apunta la Consejería de Salud, de media, a lo largo del año se desarrollan más de 300 grupos de unas ocho semanas de duración y en los que participan, también de media, unas 12 personas. Así, cada año pasan por los Gruse de toda Andalucía unas 3.000 personas.

Este proyecto, enmarcado en la Estrategia de Promoción de una Vida Saludable en Andalucía, celebró este viernes en Sevilla su cuarto encuentro. Durante toda una mañana, trabajadoras sociales sanitarias, profesionales médicos y participantes compartieron sus experiencias, dando a conocer la labor que realizan estos grupos y el papel que desempeñan.

Encuentro Gruse en Sevilla

IV Encuentro Gruse en Sevilla / Jorge Jiménez

La perspectiva de género, clave

Los Gruse comenzaron con grupos de mujeres. Como explica María Pajares, trabajadora social sanitaria de ellos, "la realidad es que hay muchas más mujeres sufren ansiedad o depresión que los hombres", y así lo constatan numerosos estudios al respecto. Por ello, la perspectiva de género es fundamental en el desarrollo de estos programas: "las manifestaciones de ansiedad y depresión en mujeres es diferente que en hombres. Además, las mujeres piden ayuda más que los hombres", abunda la experta.

A partir de 2016 se iniciaron también los grupos de hombres. "Los hombres también sufren estos problemas emocionales, pero los manifiestan de otros modos", desarrolla la trabajadora. El nacimiento de los grupos masculinos estuvo muy vinculado al contexto socioeconómico derivado de la crisis económica del 2008, debido a que la crisis provocó "la pérdida del rol laboral de los hombres". Por tanto, apunta la experta, "se trabajan los mismos contenidos que con las mujeres, pero con enfoques de géneros distintos". Según apuntan fuentes de Salud, la proporción de grupos de mujeres-hombres es del 80%-20%.

"Seguimos siendo niñas grandes"

María Pajares es trabajadora social sanitaria del Gruse de Los Pajaritos, una de las barriadas más deprimidas de la capital y de las más pobres de España. Pajares explica que el objetivo de estos grupos es "trabajar malestares emocionales que se detectan en las consultas" y hacerlo "desde el enfoque de la salud en vez de desde la enfermedad". Para ello se llevan a cabo actividades que van desde ejercicios de relajación y movimiento a coser, abrazar, cantar en grupo o ir a exposiciones, entre muchas otras.

"Descubrimos que mucha gente había olvidado que se podía disfrutar con cosas pequeñas, como bailar una canción", expone la trabajadora social. En este sentido, María del Carmen, una de las participantes de su grupo, añade: "Somos mayores, pero seguimos siendo niñas grandes", y recuerda lo bien que lo pasaron el día que fueron de excursión al Parque de María Luisa a sacar fotografías.

"Los Gruse salvan vidas"

"Estar aquí hoy es señal de que sigo viva", expone María del Carmen durante su intervención. Hace tres años atravesaba un momento de vulnerabilidad: con un divorcio todavía reciente, recibió la incapacidad laboral, a lo que se sumó la ausencia de su hijo, que se fue a estudiar fuera. Con una situación económica muy complicada, acudió a su centro de Atención Primaria en el barrio de La Candelaria, y allí le hablaron sobre estos grupos. Ya lleva tres temporadas acudiendo cada semana a sus sesiones y, como el resto de sus compañeras, no tiene intención de abandonarlo.

Ahora, y a pesar de su incapacidad, la actitud de María del Carmen ante la vida ha cambiado por completo. "Me arranco a hacer las cosas, el encierro terminó, y me apunto a todo lo que me pueda hacer bien a mí y a mis compañeras", cuenta emocionada.

Mis compañeras son estupendas, nos arropamos y nos apoyamos entre todas. Chapó por todas ellas.

Conchi

— Participante de Gruse

Una experiencia similar describe Conchi, otra integrante. En su caso, acudió al médico por problemas de salud mental. "Estaba mentalmente muy mal y tuve que ir al psiquiatra. Fui a decirle que yo no quería pastillas, que quería salir de ahí por otros medios, y me habló de estos grupos", relata. Como otras mujeres, Conchi subraya que el apoyo mutuo es un pilar fundamental para afrontar y superar las difíciles circunstancias de muchas de estas mujeres: "Mis compañeras son estupendas, nos arropamos y nos apoyamos entre todas. Chapó por todas ellas".

Para Conchi, las sesiones del Gruse son sagradas. "Los martes dejo lo que sea para ir. Llevo dos años ya y, para mí, quiero que sigan para toda la vida". El mismo testimonio describe Rocío, otra participante del grupo de La Candelaria, en una de las mesas del encuentro: "Deseamos que llegue el día de la sesión aunque estemos muertas". "Valemos un potosí, pero necesitamos que alguien nos lo diga. Ese apoyo, esa mirada, ese abrazo...", relata Rocío.

María Pajares, trabajadora social de centro de salud de La Candelaria (i) junto a dos usuarias de Gruse

María Pajares, trabajadora social de centro de salud de La Candelaria, (dcha.) junto María del Carmen y Rocío, dos participantes de su grupo. / Jorge Jiménez

"Con el miedo no se va a ningún lado"

Una vivencia común descrita por todas las participantes que dieron su testimonio este viernes fue el miedo. "Al principio vas con miedo", coinciden varias de ellas. Pero todas lograron superar ese bloqueo e integrarse en sus grupos.

A la pregunta de qué le diría a otras personas que se encuentren en una situación de vulnerabilidad mental y emocional, María del Carmen no duda en animarles a acudir a sus centros de salud, informarse sobre los Gruse y dar un paso adelante: "El miedo solo paraliza, con el miedo no se va a ningún lado. Es una ayuda necesaria que debe haber en todos los barrios, por muy humildes que sean", valora esta participante.

Desde el área del Servicio Andaluz de Salud (SAS) encargada de gestionar los Gruse explican que "la ciudadanía tiene acceso a estos grupos viva donde viva, ya que los Gruse forman parte de la cartera de servicios de Atención primaria en Andalucía". Fuentes del SAS explican que hay aproximadamente 400 trabajadores sociales en atención primaria, lo que se traduce en una ratio de un profesional por cada dos centros de salud. "Que un centro de salud no tenga un trabajador social a tiempo completo no quiere decir que los Gruse no se hagan, sino que la persona participante a veces podrá hacerlo en su centro de salud y, otras, tendrá que hacerlo en el de al lado".

Por su parte, las participantes subrayan la necesidad de contar con más recursos para poder seguir realizando estas terapias y que lleguen a más personas. "Que recorten de otras cosas menos importantes, pero en Sanidad no se puede recortar", zanja María del Carmen.

Mesa con material en el IV Encuentro Gruse en Sevilla

Mesa con material en el IV Encuentro Gruse en Sevilla / Jorge Jiménez

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