Premios Menina 2024

"Esto no es una guerra contra los hombres sino una guerra contra los malos"

Discurso de Isabel Morillo, directora de El Correo de Andalucía, en la entrega de los Premios Menina 2024

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Rocío Soler Coll

Isabel Morillo

El delegado del Gobierno de España en Andalucía, Pedro Fernández, ha presidido este jueves el acto de entrega de los XII Reconocimientos Menina con los que se reconoce a personas, proyectos e instituciones andaluzas que han destacado durante el año 2024 por su actividad contra cualquier forma de violencia machista. El acto ha contado con la presencia de los ocho subdelegados del Gobierno en la comunidad andaluza, el presidente de la Diputación de Sevilla, Javier Fernández, así como con el alcalde de Lebrija, José Benito Barroso.

En el acto, Isabel Morillo, directora de El Correo de Andalucía, y galardonada con un premio Menina por su "larga trayectoria de sensibilidad y rigor, alejada del sensacionalismo, al tratar la información relacionada con la igualdad de género y la violencia hacia las mujeres". Morillo ha pronunciado este discurso en nombre de todos los premiados este año 2024.

Discurso Premios Menina 2024

Orgullo, emoción, responsabilidad y agradecimiento. Son las cuatro palabras más reiteradas que me han trasladado todos los premiados con este Menina 2024. A todos mi sincera enhorabuena, mi admiración y reconocimiento.

Me han pedido que hable en nombre de personas e instituciones muy valiosas que cada día trabajan en primera línea por combatir la violencia de género. Cualquiera de quienes se sientan aquí estaría muchísimo más autorizado que yo para pronunciar este breve discurso. Acepto esta responsabilidad sabiendo que en mi caso, como periodista, me limito simplemente a hacer mi trabajo: informar con rigor y extremando todas las cautelas cuando se trata de violencia de género.

Cuando llega a la redacción de El Correo de Andalucía una información sobre violencia machista se encienden las alarmas. Se revisan todos los consejos y recomendaciones de los expertos. Se lee muchas veces la información antes de darle a publicar y se le da muchas vueltas al titular. Es nuestro trabajo y nuestra obligación. Ese es nuestro compromiso. Son 40 mujeres asesinadas este año. 1284 desde 2003 que existe estadística. El terrorismo de ETA mató a 669 personas, según las estadísticas oficiales. Me gusta hacer esta comparación para que se entienda bien la gravedad y la crueldad del terrorismo más sanguinario, el machista.

96.435 mujeres han denunciado este año en España ser víctimas de violencia de género. Como media tardan más de ocho años en acudir a poner una denuncia. Muchas no llegan nunca a hacerlo. Antes de hacer un comentario en una mesa de tertulia o de publicar una noticia en el periódico pienso en el miedo, el pavor que recorre a cada una de esas mujeres.

Cada vez que los medios de comunicación contamos un caso de violencia de género tenemos que empezar sabiendo que no es un suceso ni un hecho aislado. Ni cotilleos de escalera, ni vecinos comentando, ni nada que pueda ponerlas en riesgo o en duda. Sigo leyendo con profundo pesar crónicas que abundan en que el asesino era “un buen marido o un padre ejemplar”. Maldigo cada enfoque que desanima a esas mujeres o las hace todavía más vulnerables. No podemos permitirnos ser irresponsables.

20 años de la ley de Zapatero

Hace 20 años ya que el Gobierno del presidente José Luis Rodríguez Zapatero aprobó la ley contra violencia de género. Una norma pionera, un punto y aparte que marcó un nuevo camino pero que, desgraciadamente, no ha terminado con los asesinatos de mujeres y de sus hijos, como la forma más cruel y despiadada de esta violencia machista.

La violencia contra las mujeres por el simple hecho de ser mujeres es una realidad que sigue imbricada en lo más hondo de nuestra sociedad y duele. Desgarra. Por eso tiene que estar en nuestra agenda cada día. Me contaba Marisa, de la Asociación de Mujeres Mary Luz Sánchez Carmona de Chiclana, que ellas salen a la calle cada mes, sea o no 25 de noviembre, para que nadie silencie la lacra de la violencia machista. Tomemos nota.

Tenemos que derribar falsos mitos y combatir bulos. La doctora en periodismo Elena Blanco, presidenta de la Asociación de la Prensa de Málaga, avisa: “No podemos despistarnos”. Comparto con ella la importancia de que los medios de comunicación asuman su papel "contra un negacionismo creciente propiciado sobre todo desde las redes sociales", al que todavía no hemos reaccionado con suficiente contundencia y al que en ocasiones, incluso, le damos voz.

Avance del negacionismo

Pese a la rotundidad de los números, pese a que los hechos son incontestables, en los últimos tiempos vemos como el negacionismo avanza. Ese negacionismo entre los jóvenes, de la mano de los discursos más radicales de la extrema derecha, es algo que me preocupa. Siempre he defendido que ser mejor periodista me ayuda a ser mejor madre y al revés, cada día me exijo ser mejor madre para ser mejor periodista. Siento esa doble responsabilidad en mi compromiso para hacer este país mejor y, desde luego, lo siento cada día en la lucha contra la violencia machista.

Tengo dos hijos adolescentes. “Ofú, mamá, no hables de nosotros”. Lo siento pero es imposible que no lo haga. Me asustan datos como el que revela que uno de cada cuatro hombres jóvenes entre 15 y 29 años afirma que la violencia de género es un “invento ideológico” y que “no existe”. La cifra ha aumentado de forma vertiginosa en los últimos cinco años. Son datos del informe del Centro Sofía FAD Juventud. Tenemos entre los premiados a guardias civiles y policías que acuden a colegios e institutos de Almería para contar, entre otras muchas cosas, la realidad de la violencia machista y sus consecuencias. Es el mejor antídoto contra ese negacionismo.

Me comentaban las compañeras de la Unidad de Igualdad de Beas de Segura, un pueblo jiennense que no llega a los cinco mil habitantes, su preocupación por lo que ven en las nuevas generaciones de jóvenes. “Por la percepción que tienen sobre el feminismo y la igualdad, por ese discurso de que las mujeres están sobreprotegidas por las leyes, que la violencia de género no existe y hay un adoctrinamiento en igualdad”.

Ese discurso se extiende como la peste en todos los ámbitos, incluso entre los universitarios. Mónica Domínguez, delegada para la igualdad de género en la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, quiere destacar la labor que se hace desde las universidades. La educación es el arma más poderosa que tenemos en nuestra mano. Sin duda.

Referentes

Frente a las mentiras y la propaganda necesitamos referentes. Ejemplos a los que agarrarnos. Mujeres como María Dolores López, Jefa de la Comisaría de la Policía Nacional en Córdoba, 29 años de carrera profesional comprometida con la igualdad, son un ejemplo a seguir. Junto a ellas quiero defender que hay también muchos hombres comprometidos.

Estoy segura de que en el Grupo de Investigación de la Brigada de Extranjería de la Policía Nacional en Huelva trabajan codo a codo hombres y mujeres contra la trata de seres humanos, esclavas en el siglo XXI. Uno de los delitos más comunes y que mueve más dinero en el mundo tras el tráfico de drogas y armas. Una realidad que conoce también de primera mano el Foro sobre trata en entornos de prostitución de Granada. Trabajan desde 2005 para conseguir que esta realidad deje de ser invisible y para trasladar el mensaje de que se puede salir de la prostitución como de la violencia de género. Para eso las mujeres tienen que tener espacios seguros.

Por último, quiero proclamar que esto no es una guerra contra los hombres sino una guerra contra los hombres malos. Quiero poner en valor a todos los hombres buenos. Yo estoy rodeada de ellos. Les necesitamos a todos, en el periodismo, en la Guardia Civil, en la Policía, en las escuelas, en la política, en las universidades… Sé que esto puede ser polémico pero me da igual. Hay momentos en los que tenemos que repetir que hay muchísimos más hombres buenos que malos y que la lucha contra la violencia de género no es solo de las mujeres.

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Esto va por María, la hija de Mónica, que está aquí y hoy ha faltado al colegio. Por Curro y por Juan, por mis hijos, que son el motor de mi vida y que me inspiran también en mi profesión. Muchísimas gracias

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