«Callamos a los enemigos que no veían el AVE en Andalucía»

El rostro del Grupo Azvi se zambulle en la esencia de su negocio familiar, del espíritu ferroviario heredado de generación a generación y en la defensa de unos ingenieros andaluces que son, y lo dice bien alto, de los mejores que hay en el mercado profesional

Iñaki Alonso @alonsopons /
18 nov 2017 / 23:45 h - Actualizado: 18 nov 2017 / 23:45 h.
"Personajes por Andalucía"
  • El presidente del Grupo Azvi, Manuel Conteras, en las instalaciones del cortijo de la Gota de Leche de la capital hispalense. / Fotos: Jesús Barrera
    El presidente del Grupo Azvi, Manuel Conteras, en las instalaciones del cortijo de la Gota de Leche de la capital hispalense. / Fotos: Jesús Barrera

{A Manuel Contreras le late el corazón como si fuera una locomotora. De descendencia ferroviaria, aprendió el oficio de su padre, del que heredó el negocio familiar para convertirlo, con el tiempo, en el imperio que es ahora el Grupo Azvi. Con los viajes maratonianos delegados en su hijo, que fue el que vio la internacionalización de la empresa. Sin embargo, no se reviste de los apabullantes números de su empresa, sino que habla del amor de sus padres en las obras del tranvía de Gelves; de la pasión desde chico por su negocio y del orgullo de sentirse empresario andaluz.

¿Cuáles fueron esos primeros años dedicados a la labor empresarial?

—Mis padres mueren en el año 1963 y entonces me eligieron a mí para llevar la empresa. Desde entonces asumo la dirección del negocio, ayudado con mis hermanos. Desde entonces, hemos hecho un recorrido en el que hemos crecido bastante pero en base a mucho trabajo.

¿Cuáles fueron esos primeros encargos?

—Mi padre me dejó cuando estaba haciendo la renovación ferroviaria entre Baza y Guadix, más otras pequeñas obras que dejo y unos apartaderos en Málaga.

—¿Cuál ha sido la mayor enseñanza que ha podido recibir de su padre?

—Un año antes estuve trabajando con él aprendiendo el oficio. Me metí con mi padre en 1962 y él murió en marzo del año siguiente. Aparte, siempre me ha fascinado desde pequeño el trabajo de nuestra empresa y me he metido en sus entresijos desde pequeño. Siempre me ha fascinado ser empresario.

—Entonces, ¿pensaba desde pequeño que su futuro estaba en ese negocio familiar o llegó a tener otras aspiraciones?

—Siempre he tenido desde pequeño alma de empresario, porque me gustaba comprar cosas y después venderlas consiguiendo un beneficio. Lo llevaba en la sangre. Siempre me ha gustado el mundo empresarial. De todos modos, nunca pensé que mi padre confiaría en mí para llevar el negocio familiar, porque los padres y los hijos no suelen entenderse en cosas de negocios. Además, somos once hermanos y yo soy el quinto. Nunca pensé que llevaría la empresa para adelante.

Con una empresa tan familiar, ¿cómo se concilia lo laboral con lo familiar?

—Desde el primer día que mi padre faltó, también mis hermanos me sirvieron de tremenda ayuda. Todos arrimaron el hombro, pero sobre todo Bernardo, que es de los que asumió conmigo las riendas de la empresa. Pero todos han apoyado en algún momento.

En 2005, imitó un poco a su padre al delegar la dirección de Azvi a su hijo. ¿Cómo se sintió con aquel cambio generacional?

—Para mí fue una satisfacción. Es más tengo que darle gracias a mi hijo, porque ha dado una respuesta muy buena y ha sido clave en ese paso dado de cara a la internacionalización de la empresa. La idea, de hecho, fue totalmente suya.

¿Qué ha mantenido de esa esencia familiar, ahora que se hablan de obras faraónicas en Qatar, Serbia o América Latina?

—La esencia está en que siempre hemos sido ferroviarios, porque ya mi tatarabuelo, que era italiano, por parte de mi abuela, que vinieron de aquel país en la época de Garibaldi, eran contratistas y se quedaban con una obra grande y vivían durante periodos largos de tiempo en un sitio.

Después de morir mi padre, renovamos la línea Alicante-Murcia y en Torrellano, mi abuela me enseñó una foto en la que había estado allí de niña, porque su padre había sido el que montó las vías entre Alicante y Murcia. Ellos hicieron también parte del ferrocarril en Barcelona, que fueron de los primeros, o en Aranjuez. Como era hembra, en aquella época la empresa no pasaba a ella, sino a los varones de la familia. Después, sus hijos no tenían mucha ilusión de continuar el negocio, pero sí mi padre, que montó su empresa después de aprender de sus tíos. Es curioso, pero fíjese el vínculo ferroviario de mi padre que conoció a mi madre durante las obras del tranvía de Sevilla-Gelves. Mi padre era de Jaén y mi madre de Salteras. Había ido a casa de una amiga suya de Gelves y allí lo conoció.

Como empresario andaluz, ¿cree que le cuesta más sacar adelante una empresa en Andalucía que en otros territorios del país?

—Puedo decir claramente que sí, porque nunca hemos tenido ayuda. El Grupo Azvi ha llegado a lo que es hoy día gracias a nuestro esfuerzo, el trabajar semanas enteras y viajar mucho. Nunca hemos tenido apoyo del gobierno andaluz. Ni ahora con la democracia ni anteriormente. Todo lo que se ha conseguido ha sido a pulso.

¿Cuántos kilómetros ha podido recorrer?

—Me he pegado semanas enteras viajando en coche, recorriendo todos los puntos de la geografía española. Hasta fines de semana. Llegaba un sábado y empezaba a trabajar en la oficina y los domingos continuaba también por la mañana. Ahora es gloria bendita que los viernes al mediodía los trabajadores liquidan y ya hasta el lunes. Pero han sido años de levantar una empresa a base de echar horas.

—Los viajes de antes no tienen nada que ver con los de ahora.

—Las travesías son ahora más cómodas. Aunque mi hijo es el que realiza muchos viajes en avión, también voy a algunos viajes en avión o en AVE. Fuimos una de las empresas que construimos la línea de Alta Velocidad a Sevilla y, de hecho, ahora también nos encargamos de la conservación de la línea.

—¿Cómo recuerda esos años en los que se construyó el AVE a Madrid, ahora que se celebra su 25 aniversario?

—Recuerdo que no se apostaba por Sevilla. Los políticos se inclinaban más por la conexión con Barcelona, que también celebraba ese mismo año los Juegos Olímpicos. Gracias a Dios, un poco Felipe González pero, sobre todo Alfonso Guerra, movieron para que se hiciera en Sevilla con motivo de la Expo. Después, con el boca a boca, se ha demostrado que los enemigos del AVE en Andalucía se equivocaban. Ahí están los números.

Ha sido testigo e incluso actor en la evolución de la red ferroviaria en Andalucía, ¿de qué salud goza?

—Ha mejorado mucho, aunque podría hacerlo algo más. Ahí está la Sevilla-Cádiz y la Sevilla-Huelva, además de la conexión del AVE a Málaga. Almería y Granada se han quedado algo atrás, sobre todo esta última que lleva unos 18 meses sin tener trenes que entran por un problema que ha tenido con unas empresas constructoras entre Bobadilla y Granada.

De todas las obras que ha finalizado en este último año el Grupo Azvi, ¿cuál de estas actuaciones es la que más ilusión le ha hecho?

—Es la que más me ha preocupado, que es la del puente que hemos terminado ahora en la ciudad de Novi Sad, en Serbia, que entrañaba mucha dificultad, porque el Danubio es un río muy caudaloso que se mueve de cero a dos metros de altura en un segundo; y también por las inclemencias meteorológicas. Había días que en invierno se ha estado trabajando a 20 bajo cero. Parece ahora que ha sido fácil llevar con las pontonas desde tierra a la pila central los distintos tramos, que pesaban uno de 6.800 y otro de 4.700 toneladas. Fíjese, esos dos suman más peso que la Torre Eiffel. La verdad es que estaba bastante preocupado por los altos y los bajos del caudal del río Danubio.

—Qué fácil se dice y se ve el resultado final y qué dificultades entraña una obra de estas características

—Son cinco años de obras en Serbia. Ha costado mucho los arcos y también ha sido difícil por el idioma. Pero ahí se demuestra que los ingenieros españoles son grandes profesionales. Y la mayoría de ellos son andaluces. Ahí se ve la marca Andalucía y corrobora que hay unos excelentes empresarios aquí.

Usted, que es hombre de empresa, también se siente un hombre de campo.

El Grupo Azvi ha tenido también fincas en su poder y yo, en particular, tengo una en la que empiezo el mes de mayo y no vuelvo hasta el mes de septiembre.

Su finca sería como su oasis particular en Sevilla.

—La verdad es que me siento muy a gusto allí. No me voy de veraneo, porque voy todos los días a trabajar. Pero me pilla cerca, disfruto en estas tierras por la tarde y los fines de semana. El campo me deja bastante relajado. Pero en septiembre me vuelvo a Sevilla, porque mi mujer se cansa del campo.

¿Qué tareas realiza allí?

—Yo lo que hago allí es pasear y leer. Eso me relaja mucho y está todo despejado. Camino entre los olivos. No soy cazador, porque me encanta ver los animales allí andando en la finca. Los conejos, las liebres, las perdices.... Allí no se caza nada, está prohibido. Allí disfrutando con los hijos y los nietos cuando van. ~