Cs y su estrategia del ‘penultimatum’

La formación naranja vuelve a endurecer su discurso en la previa de la negociación de los presupuestos con el PSOE

04 sep 2017 / 08:00 h - Actualizado: 03 sep 2017 / 22:51 h.
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  • Susana Díaz y Juan Marín se saludan en un encuentro en el Palacio de San Telmo. / Efe
    Susana Díaz y Juan Marín se saludan en un encuentro en el Palacio de San Telmo. / Efe

El diccionario Oxford de lengua inglesa admite como válido el término penultimatum. Se trata de una palabra que, al parecer, fue utilizada por primera vez por el periódico Daily Telegraph a finales del siglo XIX, y vendría a significar algo así como una demanda que es casi un ultimátum o que es lanzada justo antes del último aviso. Justo más de un siglo después de su primera aparición, el vocablo reaparece desde las catacumbas léxicas para graduar los avisos que Ciudadanos ha venido lanzando durante estos dos primeros años de legislatura al PSOE en su pacto de investidura.

«Estamos dispuestos a todo, hasta retirar el apoyo al Gobierno de la Junta de Andalucía», dijo el portavoz de Cs, Juan Marín, cuando hizo balance en marzo pasado del acuerdo entre las dos formaciones al cumplirse dos años de la elecciones autonómicas de 2015. Suena a ultimátum, pero la graduación del aviso jamás ha puesto en peligro real la estabilidad del gobierno de la comunidad ni ha provocado encender la luz roja, si acaso la naranja. Son penultimatum, que nunca provocaron terremotos, sólo pequeños temblores para ponerle algo pimienta, por ejemplo, a la negociación sobre los presupuestos. Ciudadanos es el tercer partido (antes PA e IU) al que los socialistas han tenido que recurrir para mantenerse al frente de la Junta. En los círculos cercanos a la presidenta Susana Díaz, no se entra en comparaciones, pero sí se reconoce que la cohabitación con este nuevo socio es «confortable». El mar, más o menos en calma, por el que han navegado los dos grupos en estos primeros dos años de legislatura sólo se vio azotado por algún amago de tempestad cuando Ciudadanos se alineó con el resto de partidos de la oposición para que Susana Díaz compareciera en la comisión de investigación sobre el fraude de los cursos de formación en el Parlamento.

Esta semana comenzarán los contactos entre ambos con el objetivo de alcanzar un acuerdo para aprobar los presupuestos de 2018, los terceros de esta legislatura. En los dos primeros, el partido naranja centró sus exigencias en la reducción de la cuota autonómica del IRPF. Para las cuentas de 2016 arrancó a Susana Díaz una bajada lineal de dos puntos para todas las rentas menores de 60.000 euros anuales. Esta reducción parecía un principio irrenunciable para Ciudadanos, cuyo objetivo es que esa rebaja de la cuota autonómica alcance los 3,5 puntos al final de la legislatura. Sin embargo, para los presupuestos de 2017, la formación se conformó con el acuerdo para crear una mesa de trabajo que estudie una reforma integral del impuesto sobre la renta de las personas físicas (IRPF) durante este año, de forma que este impuesto se armonice y equipare con el resto del territorio nacional. «Ciudadanos se marcha decepcionado, no hemos visto voluntad de llegar a un acuerdo por parte del PSOE. No nos vamos a conformar con migajas», dijo Marín después de la primera reunión (que no se celebró hasta mediados de junio) de esa mesa de trabajo.

Para los terceros presupuestos de la legislatura, el socio del PSOE tiene entre ceja y ceja la reforma del impuesto de Sucesiones y Donaciones, uno de los asuntos estrella del curso político. Juan Marín volvió ayer a preavisar o dar un preultimatum, en una entrevista en la Cadena SER, al asegurar que su partido «no se sentará a hablar de presupuestos antes de tener cerrado la reforma de este impuesto. En caso de que no sea así no contarán con nuestro apoyo para negociar las cuentas». El portavoz de Cs, eso sí, recuerda que la eliminación total del impuesto depende de «una ley orgánica que no compete a la comunidad autónoma».

Ciudadanos también ha alentado al Gobierno andaluz a aumentar las partidas en Educación y Sanidad de los dos últimos ejercicios. Pese al crecimiento, las quejas sobre las deficiencias en estos dos servicios a causa de los recortes no han cesado, y este verano las denuncias sobre falta de personal o camas en el Servicio Andaluz de Salud han vuelto a aparecer. La formación naranja en estas cuestiones no cruza de acera cuando se plantean la falta de recursos, pero tampoco hace demasiado ruido pues de su autoría procede ese aumento de la inversión, que a ojos de PP, Podemos, IU y algunos colectivos es insuficiente. Lo que Cs no va a dejar pasar son las puertas giratorias con exconsejeros y prepara una iniciativa para llevar el asunto al Parlamento.

Al partido de Juan Marín se le juzgará dentro de dos años como oposición y como socio de investidura, la vara de medir será el grado de cumplimiento de las 70 medidas del pacto de investidura, que tiene más asuntos pendientes de los que ambos firmantes cifran. Los precedentes electorales de PA e IU después de acercarse al PSOE no fueron nada buenos. Los 369.614 votos que logró Cs en las elecciones autonómicas de 2015 fueron mayoritariamente de ex votantes de PSOE y PP, por lo que su tarea de aquí a que se convoquen nuevas elecciones es volver a convencer a los que les apoyaron de que no regresen a ninguno de los dos grandes partidos. Salvo sorpresa, Cs volverá a ser un partido indispensable para populares o socialistas para gobernar en Andalucía en 2019, siempre que no haya un vuelco brusco en las relaciones entre PSOE y Podemos a nivel andaluz. Cs, PP-A y PSOE-A se necesitan, rivalizan y chocan a la hora de atrapar a electores de un mismo perfil. En una relación tripartita con tantos vectores, el PP-A se ve obligado a castigar a Cs por ser «blando» con el Gobierno, pero tampoco puede cerrar todas las puertas. Juan Manuel Moreno Bonilla, presidente de los populares andaluces, ha vuelto a pedir a Marín un encuentro al comienzo de este curso político, como ya ocurrió el pasado ejercicio. La relación personal entre ambos es mucho mejor de la que se destila de la lid parlamentaria, y más fluida también de la que mantienen Susana Díaz y Juan Marín