El primer encargo público de Susana Díaz a su nuevo gobierno es que dialogue con la sociedad civil: con los sindicatos, con los empresarios, con la comunidad educativa, con el mundo sanitario, con todo el tejido social de Andalucía. Diálogo, diálogo, diálogo, repitió ayer la presidenta de la Junta después de que los 13 consejeros de su gabinete tomaran posesión de sus cargos en un acto protocolario del palacio de San Telmo. “Las señas de identidad de este gobierno deben ser dos: trabajo incesante y diálogo y cercanía. Díaz ha formado un gobierno de acólitos, con gente muy de partido, veteranos del PSOE, y ha dejado las principales áreas sociales, Sanidad y Educación, en manos de profesionales del gremio, referentes ambos en sus áreas. Pero a todos por igual les pidió este jueves que no hicieran política de despacho, que salieran a la calle para escuchar las demandas de la ciudadanía, y que trabajaran dirigido por un único faro: el objetivo de este gobierno es acabar con el paro, que alcanza una tasa del 34% de la población activa andaluza, más de un millón de desempleados. “Tenemos que dar un gran salto en empleo y reducir drásticamente estas cifras inasumibles. Debemos acabar con el paro pero también generar empleo de calidad, y para ello será necesario reorientar el modelo económico andaluz, hacerlo más innovador, más abierto y más competitivo”, dijo Díaz.
Los 13 consejeros, ocho hombres y seis mujeres, prometieron su cargo, excepto el titular de Medio Ambiente, José Fiscal, que juró sobre la Constitución, igual que Susana Díaz en su toma de posesión. “Los hechos más que las palabras, esa es la vara de medir que nos pondrán los ciudadanos”, les dijo la presidenta.
El primer consejo de gobierno se reúne este viernes, con carácter extraordinario, con el mandato de aprobar las becas de apoyo a universitarios para examnarse del B1 de idiomas y la Ley de protección de productos hipotecarios a los consumidores, que recogerá la mediación y el arbitraje ante desahucios.
El reto más abstracto de Susana Díaz, el mismo que se marcaron sus antecesores, es en realidad el que tiene detrás una situación muy concreta y definida. La socialista aspira a cambiar el modelo productivo de Andalucía, una comunidad desindustrializada, dependiente casi exclusivamente del turismo y, en menor medida, de la agricultura y de la exportación de materias primas. No basta con eso. La socialista ha reconocido que la metamorfosis del modelo productivo, para que genere riqueza y estabilidad económica, empieza en la educación. La estructura de su nuevo gobierno vincula la Economía a las Universidades, sin tener que arrastrar todas las políticas activas de empleo, como hasta ahora. El binomio Empresa-Universidad vuelve a marcarse como reto convertir las fábricas, los comercios, los centros de investigación y las empresas en centros de aprendizaje, de formación y de trabajo especializado. “Que la Formación Profesional sea el principal aliado de nuestra economía”, dijo Díaz. La Junta va a seguir explorando el modelo alemán de la educación dual, en el que las empresas son centros de prácticas y formación de los jóvenes que salen tanto de la universidad como de los cursos de FP. Esto ya se ha intentado antes. Uno de los errores del pasado fue dejar de lado a la Consejería de Educación, que debe estar en simbiosis con el departamento de Economía y Universidades. Griñán trató de aglutinar a toda la FP, la ocupacional y la reglada, bajo el paraguas de Educación, pero entonces estalló el fraude de los cursos de formación, y la consejería que debía diseñar el nuevo modelo integral de Formación Profesional se convirtió en un deslavazado parque de bomberos, dedicado a revisar todos los expedientes de ayudas a la formación sospechosos.