Ecoperiodismo

El buitre negro, embajador de la biodiversidad

Más de 34.000 escolares han aprendido a valorar la biodiversidad andaluza gracias a las visitas a centros educativos que desarrolla el Programa de Conservación del Buitre Negro en Andalucía, una especie que estuvo a punto de extinguirse en Andalucía.

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
11 ago 2019 / 07:54 h - Actualizado: 11 ago 2019 / 07:54 h.
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  • Fotos de Rafael Arenas.
    Fotos de Rafael Arenas.

El buitre negro se ha convertido en uno de los principales embajadores de la biodiversidad después de que se haya tomado como icono por los expertos para desarrollar programas de intervención social y de educación para la conservación. Desde que comenzase esta iniciativa de acercar la realidad de esta especie amenazada a los centros escolares se ha logrado el “contagio positivo” de las aptitudes y actitudes de las personas que viven en contacto diario con esta especie y el medio natural.

“La línea de trabajo de la educación para la conservación para escolares en la que se busca fomentar el interés de los mas jóvenes por el patrimonio natural, así como inculcarles un espíritu conservacionista que pueda contagiarse a los adultos ha sido fundamental”, explica Rafael Arenas, el hasta hace poco responsable de los planes de necrófagas en Andalucía. Los centros de esta campaña se ubican en zonas donde la especie se reproduce o se alimenta. En conjunto, según datos oficiales, desde 2002 a 2018 se visitaron 37 centros públicos y privados de 32 localidades de las provincias de Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén, con una participación de 1.874 estudiantes en el último curso. Desde la puesta en marcha de esta iniciativa en 2002, han participado un total de 34.725 escolares.

Los escolares no han sido el único objetivo divulgativo del equipo dirigido por Rafael Arenas durante casi dos décadas. En 2004 se organizó en Córdoba un Simposio Internacional sobre el buitre negro para conocer el estado de conservación de esta especie, una de las mayores rapaces del mundo. Allí se conoció que como reproductor vive en 24 países de Europa y Asia, citándose como invernante o divagante, según el caso, en otros 40 Estados europeos, asiáticos y del norte de África. Ésta fue una acción del Programa de Conservación del Buitre negro en Andalucía puesto en marcha por la Junta de Andalucía destinado a rebajar su nivel de amenaza en la Comunidad Autónoma. Más tarde se integró en un Plan de Recuperación y Conservación de Aves Necrófagas. En ese año el Libro Rojo de los Vertebrados de Andalucía catalogaba a la especie como “en peligro de extinción”.

“El eje de la conservación del buitre negro ha sido el exhaustivo seguimiento de sus núcleos reproductores. No puede haber actuaciones eficaces si no están avaladas por datos precisos y objetivamente analizados. Además, implica un gran control de las actividades que se desarrollan en el medio y garantiza el anticiparse a las amenazas o a una intervención rápida en las situaciones de riesgo”, apunta Arenas.

Dónde vive el buitre negro

Las áreas de reproducción se ubican en los lugares mas despoblados de Sierra Morena. De cuatro de ellas hay censos más o menos fidedignos desde hace medio siglo: Sierra Pelada (Huelva), La Contienda (Huelva), la Sierra de Hornachuelos (Córdoba) y la Sierra de Andújar (Jaén). En La Contienda, no obstante, hubo pocas puestas después y siempre a cargo de una pareja solitaria. Sin embargo, al otro de la frontera, en la Contienda portuguesa, desde 1998 está presente y en 2018 lo han hecho (4-8 parejas), con la ayuda de plataformas artificiales colocadas bajo el asesoramiento de los técnicos andaluces. El Condado de Jaén ha tenido una pareja de forma más o menos intermitente hasta 201. Sin embargo el área de Sierra Norte (Sevilla-Córdoba), los primeros datos son más tardíos y coinciden con una etapa de recuperación de la población autonómica en su conjunto.

Una de las acciones del Programa ha sido inventariar las plataformas de nidificación y su georeferenciación para mejorar el conocimiento de su hábitat de nidificación. Se sitúan en áreas forestales de baja y media montana y alejadas de casi toda presencia humana. En 2018 se controlaron 1.180 nidos en 75 fincas de las provincias de Huelva, Sevilla, Córdoba y Jaén.

El sustrato de todas las plataformas de la Comunidad es la copa de un árbol. En 2018 el 48,5% de los nidos controlados en Sierra Pelada estaban en pino piñonero (Pinus pinea), el 29,9% en pino resinero (Pinus pinaster), el 16,4% en alcornoque (Quercus suber), el 4,7% en encina (Quercus ilex) y el 0,6% en madroño (Arbutus unedo). Esta distribución contrasta con los datos de la década de 1970, cuando había un 80% de plataformas en quercíneas y solamente se conocían dos nidos en pino piñonero. A principios de la década de 1990 empezaron a aumentar las puestas en Pinus, en detrimento de las realizadas en Quercus, superando las primeras a las segundas a partir de 2001. La causa de este cambio es la madurez alcanzada por los pinares creados entre 1960 y 1982, en sustitución del bosque autóctono de frondosas o sobre terrenos que se encontraban sin vegetación arbórea.

Fuera de Huelva, solo hay tres nidos en pino en toda la región, todos los demás se sitúan en encina (71,6%), alcornoque (27,6%) o muy raramente quejigo (0,8%), como antiguamente. Localmente, las plataformas en encina predominan en las áreas del Condado, Sierra Norte y la Sierra de Hornachuelos, mientras que las ubicadas en alcornoque representan algo mas de la mitad de los nidos de la Sierra de Andújar.

En 2018, 364 parejas efectuaron la puesta en Andalucía, de un total de 413 parejas existentes que supone aproximadamente entre el 13-16% de todas las parejas españolas. Estas cifras contrastan con las de 182-210 parejas de 2002, prácticamente se ha duplicado la población”, explica Rafael Arenas, quien incide en que estas cifras demuestran un crecimiento moderado, a un ritmo anual del 5,03% por termino medio.

Las cifras de Sierra Pelada fueron sensiblemente mas bajas que las del año anterior. En cambio, el numero total de parejas aumento de forma leve en la Sierra de Andújar y el área de Sierra Norte I; en la Sierra de Hornachuelos se igualaron las cifras. Fuera de estos núcleos se observaron dos parejas en el área de Sierra Norte II y una más, sin puesta confirmada, en la sierra de Adamuz, donde no hay datos previos de anidamientos.

En Sierra Pelada durante 2018 fueron 120-130 parejas, por 128-138 el año anterior y las 73-83 del año 2002. Representan el 31,5% de todas las parejas andaluzas, aunque deja de ser la mayor población reproductora de la comunidad. El crecimiento es moderado desde 1999, a un ritmo medio anual del 3,37%.

El núcleo conocido como Sierra Norte I, que corresponde a la Sierra de Alanís, ha pasado a ser la población más grande de la comunidad con 115-140 parejas (33,9% de todas las parejas de la región). Con estas cifras, la población reproductora mantuvo la tendencia fuertemente alcista que comenzó entre 1998 (seis parejas) y 1999 (12-14 parejas). En 2002 ya alcanzaban las 26-30 Parejas. La tasa media de crecimiento ha sido del 12,14% anual, mas del doble que en la población andaluza en conjunto, aunque en la pasada temporada el aumento fue modesto (2,94%). Los primeros datos de reproducción datan de 1989 con una pareja. Este núcleo se ha extendido hacia el este en el norte del término municipal de Hornachuelos.

Alanís, el territorio del buitre negro en Sevilla

Hasta el año 2006, la Sierra de Alanis albergó las únicas plataformas conocidas de buitre negro de la provincia de Sevilla, en el noreste del Parque Natural Sierra Norte y su entorno. Pero esa temporada se confirmo la reproducción de una pareja, compuesta por dos adultos, en el suroeste del Parque (Sierra Norte II), a mas de 32 kilómetros de los nidos de Alanís. En los 11 años siguientes, la nueva población de Sierra Norte II estuvo formada por entre una y cinco parejas en total. En 2018 fueron dos y una sola con puesta.

El núcleo denominado “Sierra de Hornachuelos” igualó las 50-55 parejas del año anterior (13,3% de todas las parejas andaluzas) y superior a las 31-51 parejas de 2002 . La población de la Sierra de Hornachuelos es particularmente sensible a la presencia de veneno y así lo atestiguan, en época reciente, los descensos repentinos de los años 2003 y 2006, que siguieron a la aparición de buitres negros envenenados la temporada anterior. La presión administrativa ha logrado detener los envenenamientos in situ pero el problema no ha desaparecido en las áreas de alimentación. Sin buitres envenenados, la recuperación de la cifra de parejas ha sido manifiesta hasta el año 2014 y desde entonces se mantiene estable.

En 2018 una pareja ocupo una plataforma en los Montes Comunales de Adamuz. El nido se ubica en un pino resinero. Esta especie tiene una fuerte filopatía y tiende a agregarse en núcleos de reproducción. La existencia de un muladar gestionado para fotografía de naturaleza puede estar detrás de este suceso.

En la Sierra de Andújar y durante 2018 se censaron 78-85 parejas (20,6% de todas las parejas de la región), frente a 44-46 de 20002. Muestra crecimiento moderado con un ritmo anual medio del 3,96% (4,94% en 2018).

Durante el período comprendido entre 2002 y 2018 han volado entre 2.648 y 2.671 de pollos. Durante 2018 volaron 210-211 pollos, el segundo año de mayor número, el primero fue 2017 con 239 volantones. El éxito reproductor nunca ha sido alto, comprendido entre el 51-68%. En los primeros años fruto de la muerte de adultos por veneno en pleno período reproductor con sustituciones constantes y alto porcentaje de parejas con ejemplares subadultos y por tanto inexpertos. En los últimos años con la casi desaparición de la incidencia del veneno la baja productividad viene determinada por el incremento de la población y competencia en la propia especie al haberse compactado los núcleos de reproducción o con el asentamiento de un número elevado de ejemplares jóvenes en algunos núcleos, excepto en Hornachuelos que muestra menos compactación, más productividad y mayor porcentaje de ejemplares maduros.

Cómo y dónde comen los buitres negros

Los expertos han observado dos estrategias de búsqueda de alimento en las parejas reproductoras, fincas ganaderas y de caza mayor, donde acceden a las carroñas de los ungulados domésticos y silvestres (Ovis, Capra, Sus, Cervus), fuera y dentro de comederos; y la prospección de cotos de caza menor buscando presas más pequeña, ya sea debilitadas o muertas, principalmente conejo. A través de los crotales y gps se ha estimado que las áreas de campeo de la poblaciones reproductoras oscilan entre las 330.000 y las 828.000 hectáreas. Las distancias que recorren para encontrar alimento son impresionantes, llegando a medirse hasta traslados de 342 kilómetros. La estrategia alimenticia de los jóvenes es unirse a grupos de buitres, por ello son más numerosos en los comederos y en los restos de las monterías que los adultos.

El buitre negro, embajador de la biodiversidad

No atacan al ganado

Se han analizado los supuestos casos de ataques al ganado, en el 90% de los casos no hubo certeza de que los buitres hubieran cometido estos daños, por no existir testimonios aparte del relato de dueños y allegados. Se evidenció asimismo que un 42% de las declaraciones carecían de cualquier referencia al modus operandi de las aves, lo que denota la predisposición -no exenta de picaresca- de algunos ganaderos para calificar hechos triviales como ataque. Hay casos en que parecía más creíble que los animales hubieran fallecido por otra causa antes de ser comidos. La mayoría de los ganaderos se comportan de modo honesto y poco premeditado, pero guiados por una interpretación errónea de lo observado. Un 56% o más de los casos analizados sucedieron también durante la paridera del ovino o el bovino. La atracción comprobada que los buitres poseen por estos rebaños se justifica por los importantes recursos nutritivos que les ofrecen, tales como placentas, hembras fallecidas por un parto distoico y crías nacidas muertas. En este contexto, no debería extrañar que, en los rebaños no acampanados, puedan matar alguna madre o neonato en momentos de indefensible como el nacimiento o la expulsión de los pares. “Debería ser necesaria un necropsia para afrontar esta dinámica que se está generando por una supuesta falta de alimento que no lo es, ya que el denominador común de todos los casos analizados es la soledad del ganado durante el supuesto ataque y la huida inmediata de las rapaces al ser sorprendidas por alguna persona”, explica Arenas.

Casi la mitad mueren envenenados

En las últimas dos décadas se han confirmado la muerte de 112 buitres negros en Andalucía, excluyendo pollos. Las causas de fallecimiento o ingreso en centro de recuperación varían según el grupo de población, predominando el veneno en los reproductores (44%), la desnutrición/deshidratación en los dispersantes (30%) y las enfermedades en los jóvenes no emancipados (15%). El veneno afecta casi exclusivamente a los adultos reproductores por lo que la incidencia sobre la población es mayor y más teniendo en cuenta que se ha calculado que lo encontrado supone le 6,75% de la mortalidad real. A la fase juvenil prácticamente no le afecta esta causa.

“Desde el año 2011 cuando se aprobó el Plan de Necrófagas se ha reducido en un 80%. Los datos son muy positivos, pero no hay que bajar la guardia. El veneno sigue siendo el mayor problema para la supervivencia del sector adulto de la especie, a la vez que una causa muy importante de fracaso reproductor. El buitre negro es el principal indicador en Sierra Morena del uso del veneno. Si se abandona su exhaustivo seguimiento nos arriesgamos a que se produzca un importante retroceso y perder todo lo avanzado hasta ahora y cuando nos demos cuenta será tarde”, señala el que ha sido responsable técnico de los planes de recuperación de necrófagas en Andalucía hasta su reciente cese por motivos políticos.

Como población favorable de referencia se viene adoptando la cifra de 250 individuos maduros, que de modo simplificado marca el limite entre las categorías En Peligro (EN) y Vulnerable (VU) en la Lista Roja de la UICN (2001). Al comienzo del Programa de Actuaciones, se estimó que había menos de 190 buitres negros sexualmente maduros en Andalucía. Posteriormente, como resultado del incremento de parejas y la menor incidencia del veneno, esta cifra creció hasta sumar un mínimo de 412 aves maduras en 2010 y superar por quinto año consecutivo el umbral citado; en 2018 habrían sido 677 aves maduras. “Atendiendo a los criterios generales de la UICN, la especie ya no esta en peligro de extinción en la Comunidad y es considerada, según estos criterios, dentro de la siguiente categoría de menor amenaza (Vulnerable) y está cerca de pasar a la siguiente de “Casi amenazada”. Para impedir que retorne a la categoría En Peligro (EN), se recomienda insistir en los principios que han guiado su conservación desde el año 2001: conocimiento, control del veneno, preservación del hábitat, tranquilidad durante la reproducción y disponibilidad de comida y educación para la conservación. Para ello es básico mantener los recursos humanos que vienen trabajando en este proyecto desde su inicio, de alta cualificación”, asegura Rafael Arenas.