El Oppidum: un yacimiento arqueológico que explicaría el paleoambiente
Un prestigioso grupo de investigación de la Universidad de Granada analiza el paleopaisaje de Sierra Morena a partir de los hallazgos en un yacimiento íbero descubierto a los pies del embalse de Sierra Boyera en Belmez (Córdoba).
La Protohistoria de Iberia es el momento en el que comienzan a darse intensas relaciones culturales entre las poblaciones locales con otras venidas desde el Mediterráneo hace tres mil años. Estos contactos permitieron la introducción de nuevas tecnologías como la copelación (separación del plomo y la plata) a partir del uso de minerales de galena, la metalurgia del hierro o el torno alfarero así como la llegada de la vid, el olivo y la gallina o el garbanzo.
“En torno al año 500 a.C., una vez que estas aportaciones quedan plenamente asentadas entre las poblaciones locales y se dio lugar al desarrollo de la cultura ibera, se comienza a observar un aumento de la producción agrícola y el excedente alimentario a partir de la aparición de nuevos espacios destinados a la producción de alimento dentro de los poblados iberos, como muestran la aparición de grandes hornos de pan y el surgimiento de grandes molinos rotatorios que, a su vez, promovieron un aumento demográfico que permitió la especialización artesanal en los trabajos alfareros, textiles y metalúrgicos”, explica el arqueólogo Pablo González Zambrano pertenciente al Grupo de investigación PROMETEO (HUM 143) de la Universidad de Granada.
“Es evidente que el paisaje se ha visto modificado por este tipo de actividades, determinando el futuro ecológico de áreas concretas hasta nuestros días, como puede ser la Sierra Morena cordobesa”, indica la arqueóloga Araceli Cristo Ropero que dirige la excavación a los pies del embalse de Sierra Boyera, en Beles (Córdoba), el Oppidum, que representa un hito en la investigación del Norte de Córdoba en cuanto a Protohistoria se refiere, ya que se podría considerar la primera excavación de este periodo que se ha efectuado en la zona.
Según el proyecto planteado desde la Universidad de Granada y desde el Grupo de investigación PROMETEO, se estima que en las poblaciones indígenas protohistóricas se produce un aumento de la actividad minero-metalúrgica durante la segunda mitad del Primer Milenio a.C., y que este incremento de la productividad viene dado por un aumento demográfico a raíz de cambios culturales, tecnológicos (minería, alfarería y alimentación) y nuevas demandas económicas, dejando una huella en el paleopaisaje.
Este cambio de modelo productivo tuvo que generar diferencias identitarias entre áreas especializadas en la extracción y transformación minero-metalúrgica, respecto a otras que eran consumidoras de estos productos, aunque pudieran adquirir el mineral y transformarlo, pero eran eminentemente agrícola y ganadera, pudiendo ver está diferenciación a nivel edafológico y de vegetación.
Se trata de un planteamiento innovador, ya que hasta la fecha no hay estudios centrados en este periodo que aborden cronoespacialmente los cambios productivos del trabajo de los metales con la huella que deja en el paleoambiente en esta región.
Así, el objetivo principal del proyecto es el estudio de la producción minerometalúrgica de las comunidades locales protohistóricas entendidas culturalmente como iberas, y determinar en qué medida construyeron y transformaron el paisaje y paleoambiente.
Respecto al paleopaisaje, según el equipo de arqueólogas y arqueólogos, los cambios se manifiestan a través de la deforestación, gracias a los estudios de pólenes y semillas que permitirán conocer no solo las especies vegetales que están funcionando en este periodo sino que también su densidad. “La contaminación de suelos por metales pesados, principalmente a partir de los estudios de isotopos de plomo, será otro pilar fundamental de este proyecto a la hora de comprender el aumento de la curva de contaminación cronológicamente”, apunta Pablo González Zambrano.
“La ultima pieza de este puzzle será el estudio el incremento de la producción agrícola gracias a la introducción de aperos de hierro, fenómeno que se verá reflejado por la aparición de nuevos cultivos, además de la introducción de novedosas formas de procesar los alimentos como los molinos rotatorios”, según Araceli Cristo Ropero.
La zona de estudio elegida para demostrar dicha hipótesis es el Valle Medio del Guadalquivir, un área idónea según el equipo de investigación ya que “ofrece metalocontextos muy ricos en los que se ha podido documentar vestigios de producción de base cobre, plomo, plata, hierro, y en menor medida estaño y oro”.
El área de Sierra Morena Central queda dividida en dos zonas de estudio: el Alto Valle del Guadiato, ubicada al norte; y Cerro Muriano y Montoro, en el área meridional. Empezando de norte a sur, en el Alto Valle del Guadiato se encuentra el Oppidum de Sierra Boyera, ubicado en el término municipal de Belmez, un hito en la investigación de la Protohistoria de la región al ser el primero de esta cronología en ser intervenido arqueológicamente. La ocupación del asentamiento se ha podido datar entre los siglos VI a. C. hasta los inicios del siglo II a. C. En él se han podido documentar diferentes espacios destinados a la producción alimentaria, cerámica y metalúrgica. A este enclave se suma la mina de La Loba (Fuenteobejuna), que cuenta con niveles desde el siglo III a. C. hasta finales del II a. C. y dos fases de ocupación: una íbera y otra romana, según se desprende de la revisión de materiales efectuada recientemente.
Las excavaciones que se están realizando actualmente en el Oppidum de Sierra Boyera, serán el episodio piloto que permitirá comparar con otras áreas de la geografía peninsular que ya cuentan con estos estudios, para posteriormente continuar hacia zonas de la Subbética como son los yacimientos de esta cronología que se encuentran en Almedinilla, especialmente el Cerro de la Cruz.
Este proyecto hará hincapié en una perspectiva interdisciplinar del factor humano, que transforma el entorno y el paisaje, mientras que éste último, a su vez, determina las características culturales de estos grupos poblacionales. De tal manera que esta propuesta permitirá un acercamiento a las relaciones ecológicas de estos grupos, así como establecer la estructura de explotación, gestión y distribución dentro de una red natural y cultural más amplia que dibujaron estos yacimientos dentro de la cuenca media del Guadalquivir. Más concretamente, el estudio la actividad minero-metalúrgica permitirá conocer su impacto sobre el medio natural, a través de la deforestación de la masa arbórea debido al aprovechamiento de madera, la apertura de minas y la contaminación de ciertas áreas a través de la penetración de metales pesados en el subsuelo y la rubefacción causada por piroestructuras como metalúrgicos. Finalmente, el incremento de esta actividad potenciará el desarrollo de otras producciones, principalmente la alfarera y alimentaria. Por tanto, este estudio dará lugar a comprender la transición ecológica de las sociedades protohistóricas y trazar líneas de acción en el presente que posibiliten recuperar ecosistemas rurales actuales de la forma más adecuada posible, lo que sin duda le da un carácter totalmente innovador e interdisciplinar a este proyecto, además de la capacidad de generar conocimiento científico de calidad, abarcando la actual provincial de Córdoba de Norte a Sur.