«Hay que hablar con Podemos, Sánchez no es un extremista»

Josep Borrell cree que el ex secretario general es el único candidato de las primarias con un proyecto político. Alude al «deseo de ganar» de Susana Díaz como un programa «muy corto»

11 may 2017 / 11:18 h - Actualizado: 11 may 2017 / 20:13 h.
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  • Encarnación Martínez, Josep Borrell y Luis Yáñez, a la entrada de la sede del PSOE de Sevilla. /Julio Muñoz (Efe)
    Encarnación Martínez, Josep Borrell y Luis Yáñez, a la entrada de la sede del PSOE de Sevilla. /Julio Muñoz (Efe)

«Yo estuve allí», con esa contundente y rotunda legitimidad, Josep Borrell, un hombre que ha sido casi todo en el PSOE, justifica la redacción del libro Los Idus de Octubre, en el que narra el proceso que ha conducido a que el partido de toda su vida haya acabado hecho unos zorros. Presentó primero su obra ante los medios de comunicación en la sede socialista de la calle Luis Montoto, luego por la tarde en el Centro Cívico La Ranilla. El acto matutino causó gordo malestar en los partidarios a Susana Díaz, que reprocharon a Borrell, afín a la candidatura de Pedro Sánchez, que usara la sala de prensa del partido para promocionar y vender su libro. Las primarias y el evidente desmembramiento que padece el PSOE salpican cualquier aparición publica de cualquiera que tenga algo que decir en el partido de la rosa y el puño.

El político catalán encuadra la situación que sufre el PSOE en la incertidumbre que padece toda la socialdemocracia en Europa, una crisis en toda regla, «por mucho que Zapatero, que se ha convertido en un especialista en negar las crisis, diga que no la haya», apuntó. En esa coyuntura, se tiende a colocar a Pedro Sánchez en las mismas coordenadas que otros socialistas europeos como el francés Benoît Hamon o el británico Jeremy Corbyn, a los que se ha situado muy escorados a la izquierda, casi acariciando el populismo. «No hay ninguna razón objetiva para calificar a Pedro Sánchez como un extremista de izquierda, ni hay riesgo para la unidad del país en caso de que sea el próximo secretario general».

En esa partitura que han compuesto los opositores al exsecretario general, la nota que más distorsiona es el sostenido que entona el madrileño a cuenta de la necesidad de estrechar lazos con Podemos. «No me gusta Pablo Iglesias, pero su partido tiene cinco millones de votos. Pues claro que hay que hablar con Podemos. Hablar no quiere decir alinearse con», sostuvo, al tiempo que recordó los gobiernos de coalición con la formación morada que han hecho presidentes autonómicos al aragonés Lambán o al castellano-manchego García Page, «supongo que habrán hablado, ¿no?», ironizó Borrell. En la misma sede en la que dio su primera rueda de prensa tras anunciar que aspiraría a ser elegido candidato del PSOE a la presidencia del gobierno en las primarias de 1998, el exministro y ex presidente del Parlamento Europeo mostró su contrariedad por algunos relatos que se han hecho sobre Pedro Sánchez y su presunto acuerdo con los partidos independentistas para formar gobierno: «No es aceptable el uso de la mentira. Pongan en Google conspiración independentista y Pedro Sánchez, se quedarían sorprendidos», dijo. En este punto se refirió a las palabras que se hicieron públicas del diputado malagueño Miguel Ángel Heredia, «uno de los que me dio argumentos para escribir el libro», reconoció. Recordó que cualquier pacto al que hubiera llegado Sánchez tenía que haber sido aprobado por el Comité Federal.

El catalán, que ha avalado al ex secretario general, consideró que es el único de los tres aspirantes que tiene un programa político, en contraposición a Susana Díaz y Patxi López, «no existen». Aludió al mensaje de la andaluza durante esta campaña en la que insiste en que desea ganar para volver a ser un partido mayoritario, «creo que eso es algo que quieren todos, pero como programa político se queda un poco corto».

Sobre López, consideró que no es nadie para darle consejos, pero que sus avalistas tendrán que pensar «para qué vale mi voto».

Borrell señaló que entre las cosas mal que han hecho los socialistas en estos últimos meses está el « no decirse la verdad». «Algunos que defendieron el no a la investidura de Mariano Rajoy fueron los que luego reconocieron que desde el día después de las elecciones la única alternativa posible era la abstención», aseguró, recordando las palabras del presidente de la gestora, Javier Fernández. Puso el ejemplo de la negociación de los Presupuestos y la formación de la Mesa del Congreso para demostrar que Rajoy tenía otras opciones para conseguir una mayoría. «Dije que había que negociar la abstención, pero no hubo plan B. Dejaron que pasara el toro y embistiera».