Ecoperiodismo

La historia (ecológica) de la lata

El envase en lata de bebidas cumple 85 años. Las campañas de concienciación, como las de Cada Lata Cuenta, y las mejoras en la recogida selectiva de residuos han hecho que la tasa de reciclaje de latas de bebidas en España se sitúe entre las más altas de Europa con un 86%.

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
17 may 2020 / 04:03 h - Actualizado: 15 may 2020 / 10:05 h.
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  • La historia (ecológica) de la lata

En el año 1935 una cervecería estadounidense sorprendió a todos con una nueva presentación de su mejor cerveza. En lugar de la habitual botella de vidrio, la Finest Beer de Krueger empezó a venderse envasada a presión en una lata. Fue un éxito total de lo que ahora se llama ‘packaging’: el nuevo envase metálico era más ligero que el vídrio, más fácil de transportar, resistente a golpes y, además, ofrecía una gran superficie para decorar.

En 1950 las bebidas enlatadas ya eran un producto de consumo masivo. Sin embargo, magnates de la industria como Coca Cola no lo vieron claro y tardaron más en sumarse a la moda de los refrescos en lata. De hecho, Coca Cola no sacaría su primera lata de refresco al mercado hasta 1959.

En los años 60 del pasado siglo sin embargo los refrescos en lata no tenían nada que ver con las latas actuales. Hasta era necesario unas un abrelatas para poder beberse el contenido. El ‘Easy-tab’, la lengueta que nos permite abrir actualmente los refrescos en lata se inventó en 1960, pero hasta 1963 no empezó a usarse en la industria de los refrescos, que para entonces ya habían logrado que las latas fueran 100% de aluminio.

El éxito de este envase es también un logro ambiental en tanto que el aluminio del que están compuestos es un material reciclable al 100%, a diferencia del vídrio o del plástico, que van perdiendo cualidades a medida que se reciclan. de hecho, se calcula que el 75% del aluminio que se fabricó hace 100 años sigue estando en uso en diferentes formas y productos.

El ecodiseño

En el caso de los envases de lata, su evolución ecológica ha sido progresiva. El Ecodiseño tiene mucho que ven en las mejoras de la eficiencia ecológica del envase que nació con vocación de ser reciclado al 100%. Gracias a todas las mejoras que este envase ha experimentado en las últimas décadas, una lata de aluminio pesa en la actualidad entre 12 y 13 gramos. El grosor del aluminio de una lata es igual al de un cabello humano. Este tipo de envases han disminuido su peso un 30% en los últimos 30 años sin perder resistencia. Esto, sumado a sus características, que se han ido perfeccionando en base a criterios sostenibles, hacen que sean fácilmente transportables en grandes cantidades, reduciendo las emisiones de C02 en su trayecto y, por tanto, contribuyendo a combatir el cambio climático.

Y una vez que son consumidos los refrescos enlatados, el esfuerzo de organizaciones como Cada Lata Cuenta -un programa europeo que promueve el reciclaje de latas de bebidas en eventos y espacios públicos, presente en 14 países europeos y que surge por primera vez en el año 2009 en Reino Unido, arrancando en España en 2015, es lograr que el consumidor las tire en el contenedor amarillo.

Aunque los contenedores amarillos, que ahora son parte del paisaje urbano, aparecieron en nuestras calles hace algo más de 20 años, campañas de concienciación como las que lleva cabo Cada Lata Cuenta han logrado que actualmente en España se reciclen 8 de cada 10 latas y, según datos de la Asociación de Latas de Bebidas, el último año alcanzamos una tasa de reciclado del 86%. “Sin embargo, aún hay margen para mejorar”, según Pablo García, director de Cada Lata Cuenta en España, quien apunta que “el reciclaje selectivo es clave para alcanzar la tasa del 100%: Con un simple gesto como depositar la lata en el contenedor amarillo, garantizamos que se recicla al 100%, garantizando una economía totalmente circular”.

El proceso de resurrección de las latas

El proceso de reciclaje empieza cuando el consumidor deposita su lata en el contenedor amarillo. Es el kilómetro cero de la resurrección del envase metálico. Los camiones recogen los envases que son transportados hasta las plantas de selección. Allí se separan por materiales: los envases de acero se seleccionan con imanes, y los de aluminio con corrientes de Foucault, una innovadora técnica que facilita la separación.

Tras la separación, se compactan creando balas para su transporte a fundición. Finalmente, en hornos a 700ºC se funden para crear láminas que serán la materia prima para nuevas latas u otros objetos metálicos. En este proceso, y dadas las características propias del metal, no se pierde material, por lo que siempre se recicla el 100% de cada envase. Prueba de la versatilidad de este material es que 80 latas de bebidas recicladas equivalen al material necesario para fabricar una llanta de bicicleta.

Se completa un ciclo de transformación de envases que forma parte de la economía circular que en el caso de las latas permite reducir un 70% el consumo de agua y un 95% el consumo de energía, en comparación a fabricar una lata de nuevas materias primas.

De hecho, según el Análisis de Ciclo de Vida realizado por Metal Packaging Europe, la huella de carbono de las latas de bebidas se ha reducido en promedio un 31% entre 2006-2016. Esto ha sido posible gracias a factores como las continuas mejoras en los procesos de fabricación, la reducción del peso de la lata o el incremento de la tasa de reciclaje de envases.