«La sociedad no está poniendo freno a la adicción infantil a los móviles»
Jorge Arribas Díaz. Director del Centro Escuelas Profesionales SAFA Écija. Es uno de los centros educativos españoles con más premios a la innovación y al emprendimiento. Desde la infancia se inicia al alumnado en robótica y programación. Se potencia mucho en los adolescentes la lectura comprensiva, la oralidad y la capacidad de iniciativa. Destaca por la atención a alumnos con necesidades especiales. Y hacen ver a las familias que en casa han de resolver el creciente problema social de la adicción de sus hijos a teléfonos móviles y ordenadores, con los que están enganchados de madrugada en sus habitaciones y por la mañana llegan dormidos a clase incapaces de seguir el ritmo escolar.
Cuando el Centro Escuelas Profesionales Sagrada Familia (SAFA) de Écija fue inaugurado en 1965, durante los primeros años al alumnado que cada mañana iba camino de clase se le empezó a denominar coloquialmente los 'azulejos', porque iban con uniforme azul y se encaminaban allá a lo lejos, a un centro educativo que entonces estaba muy en la periferia de la trama urbana del municipio ecijano. Hoy tienen al lado el principal centro comercial y multicines de la comarca, pero sí que van de verdad lejos profesores y alumnos. A recoger premios naciones de innovación educativa, de emprendimiento juvenil, de impacto social. A participar en experiencias internacionales como el Campamento de Innovación y Emprendimiento Zalando, en Berlín. En los últimos años es, sin duda, uno de los centros escolares españoles más galardonados. Por ejemplo, la Fundación Junior Achievement le ha dado el Premio Escuela Emprendedora del Año 2022, con la candidatura postulada por su profesor Rafael Flores. Y el cénit lo alcanzaron cuando los Reyes Felipe y Letizia se desplazaron en febrero de 2020 al SAFA Écija para entregarles el Premio Escuela del Año concedido por la Fundación Princesa de Girona.
Quien está comandando el día a día del SAFA Écija para hacer realidad la calidad de enseñanza a todos los niveles es Jorge Arribas Díaz. Tan vinculado a él que entró a los 4 años de edad y salió a los 18 tras completar el Bachillerato. Un niño de la barriada de La Paz, la más cercana al colegio, “y desde chaval tuve claro que de mayor quería ser maestro de infantil. Estudié en la Escuela de Magisterio de SAFA, empecé trabajando en las escuelas de SAFA en Alcalá la Real, Úbeda y Osuna. No solo con experiencia docente, sino también trabajando en las residencias escolares de la fundación, donde también tienes que ejercer una labor de tutela para ser como su segundo padre. Y en el año 2004 ya me destinaron al de Écija para ejercer como maestro de infantil”.
Lo dirige desde el año 2018, ya está en su segundo mandato de cuatro años, que es el periodo para el que SAFA elige a los equipos directivos de sus centros educativos. “Cuando mis compañeros propusieron mi nombre para la elección de director gerente, yo estaba acostumbrado a trabajar a diario con niños y niñas de 3 años viendo claro que el centro del sistema educativo es el niño y la niña. Y eso no se me olvida ningún día. Por muchos problemas que haya que resolver, por muchos premios que nos den, nunca hemos de olvidar que el centro de todo es el alumno y la alumna. Si se te olvida eso, pierdes los papeles”. Tienen 1.450 alumnos y una plantilla de 105 profesionales, de los que 95 son docentes y los demás trabajan en administración, conserjería y limpieza.
¿Cuáles son sus coordenadas biográficas?
Nací hace 45 años en Écija. Mi padre trabajaba como tornero y soldador, y mi madre como ama de casa. Tengo una hermana, que trabaja en la empresa de tortas San Martín de Porres. Estoy casado, a mi esposa la conocí en el SAFA siendo alumnos de Bachillerato, ella trabaja en una tienda de ropa, tenemos una niña de 10 años de edad.
¿La cercanía a la actividad de su padre le ha ayudado a potenciar mejor la Formación Profesional?
Sí. Cuando yo estudiaba la carrera, durante los veranos, para ganarme un dinero, trabajaba con mi padre en el taller como tornero y soldador, aprendí esos oficios. Por eso tanto aprecio la Formación Profesional. En aquella época, por desenfoque social, se dirigía hacia la FP a quien no servía para estudiar Bachillerato. Hoy en día todo ha cambiado, y la FP la estudia quien quiere conseguir trabajo rápidamente. Está de moda y lo paradójico es ver cómo hay nichos de mercado en los que no se encuentran profesionales. No hay suficientes soldadores, chapistas, fontaneros, carpinteros, etc. Antes se aprendían en un taller, como aprendices, pero se están jubilando muchos de los que pueden enseñar y no se encuentran sustitutos.
¿La FP Dual es el camino a seguir?
Estamos intensificando mucho esa vía. Tenemos cuatro ciclos formativos de grado superior, tres de grado medio y dos básicos. De los nueve, cinco son duales. Acordados con empresas como Eurostar Hoteles, Iluminaciones Ximénez, Elecnor, con todas las que forman parte de la Asociación de Empresas de la Madera y el Mueble en la comarca. Hay alumnos que se desplazan a Puente Genil, a La Carlota, a Sevilla, a Córdoba,... Para ello, la Consejería de Educación les da una beca de desplazamiento. Tenemos muchos alumnos que son contratados. Todas las empresas han de convencerse de que esto es el futuro, es invertir en formación para ellas mismas.
¿Por qué en la sociedad española hay tal grado de disfunción en las familias y en los jóvenes para descartar orientarse hacia muchos ámbitos laborales donde hay muchas más opciones de empleo y de prosperidad tanto a corto como a largo plazo? Cuando lo lógico sería que hubiera una enorme demanda para cursar estudios tanto en algunos ciclos formativos como en algunas carreras vinculadas a matemáticas, informática, ingeniería, electrónica,...
Por poner un ejemplo: en el SAFA Écija tenemos ciclos formativos de grado medio en carpintería para muebles, que tiene un 100% de empleabilidad, y el de instalaciones eléctricas, con más de un 80% de empleabilidad. Es decir, chicos y chicas con 18 años pueden estar ya con un trabajo remunerado. Sin embargo, muchas familias no quieren que lo hagan. Incluso contradiciendo lo que quieren sus hijos. Porque los padres tienen la idea de que alcanzarán mejor estatus social estudiando un grado medio de auxiliar administrativo y trabajar sentado en una oficina, sin reflexionar que para esos puestos hay muchísima gente con ese título que no consigue empleo. Cuando los electricistas, los carpinteros, etcétera, están hoy más cotizados que antes y ganan más dinero que un maestro.
¿Dónde está el origen del desenfoque sobre el estatus social?
Es por la reminiscencia que aún queda en la mentalidad de muchas personas sobre el perfil social del obrero en comparación con el estatus de quien está en el sector servicios. Es un error. Y otro error que se está cometiendo mucho es inducir a hacer carreras universitarias que se estima son más fáciles y se acaban antes. Por eso muchas familias, y muchos jóvenes, se confunden pensando que es mejor no hacer carreras de ingenierías o de matemáticas porque quizás se tarden cinco o seis años en terminarlas. Y optan por otras cuya habitual salida laboral es hacer unas oposiciones e intentar aprobarlas para conseguir un empleo. Por esta segunda vía se demora muchos más años el acceso a un trabajo bien remunerado. En cambio, en carreras como las citadas lo consiguen más rápido. La sociedad ha de cambiar el chip y entender que la carrera no termina cuando se tiene un título sino cuando se empieza a trabajar.
¿Existe una gran demanda de familias que intentan escolarizar a sus hijos en su colegio?
Sí, y desde hace décadas. Antes de los premios que comenzó a recibir el colegio desde el año 2005, o del premio al mejor colegio de España que nos concedió la Fundación Princesa de Girona y que nos entregaron los Reyes viajando expresamente a Écija para ello. Este colegio ha estado en primera línea de la aplicación de cambios metodológicos y de innovaciones. Por ejemplo, cuando iba a entrar en vigor la reforma educativa de la Logse, y muchos profesionales se interesaron sobre cómo estábamos articulando una experiencia piloto. Lo que más se valora de nuestro colegio es cómo abordamos individualmente la atención a cada alumno y tenemos en cuenta sus características personales y circunstancias personales. Por eso tenemos un 15% de alumnado con necesidades especiales, muchas familias que han tenido a sus hijos en Primaria en otros colegios deciden matricularnos con nosotros en Secundaria porque saben que nosotros les garantizamos un nivel de atención a su desarrollo formativo y a su integración.
¿Cuál fue el primer premio concedido en el año 2005?
A un programa de radio que se llama 'Escucha algo especial'. Tenemos emisora de radio, que se escucha a nivel local por las ondas, y en cualquier lugar del mundo a través de internet. Los departamentos de orientación, encabezado por Rafael Flores, y de nuevas tecnologías, con Juan Palomo al frente, crearon ese problema con alumnos de necesidades especiales. Con síndrome de down, con autismo, con asperger, y demostraron que podían desarrollar su programa de radio. El Ministerio de Educación le concedió al colegio el Premio Francisco Giner de los Ríos a la Calidad Educativa. Esto marcó un hito para motivar aún más en la evolución de los modelos de enseñanza.
¿Cuáles son los programas educativos más destacados que están aplicando?
Para integrar la robótica y la informática, desde primero de Primaria estamos aplicando desde hace dos años el programa Digicraft, avalado por la Consejería de Educación y en colaboración con Vodafone. Con la Fundación Princesa de Girona nos hemos integrado en el programa Code para fomentar la iniciación a los lenguajes de programación informática y aprendan a programar aplicándolo a todas las asignaturas. Además, tenemos el proyecto lingüístico de centro, desde los 3 años hasta los 18, para potenciar la lectura comprensiva y la oralidad, que es hoy tan importante para trabajar en equipo, o para defender tu propio curriculum a la hora de ser seleccionado por una empresa. También incluye potenciar la escritura, con ejemplos como hacer un programa de radio o escribir correctamente en redes sociales (Twitter, etc.).
¿Y sus iniciativas para estimular el emprendimiento?
Abarcan desde los 3 años de edad hasta los alumnos que están en ciclos formativos de grado superior. Estamos colaborando con la Consejería de Educación para elaborar materiales en este ámbito que se usen en todos los centros educativos de Andalucía. Además, estamos participando en un proyecto europeo Erasmus para potenciar el emprendimiento en colaboración con dos centros de otros países, incluyendo intercambios de profesores y de alumnos, y relación con empresas.
¿Ustedes orientan al alumnado para hacer ver que emprender no debe hacerse a partir de cero y a lo loco, que es mejor aprender antes a bandearse por cuenta ajena en el ámbito profesional, para adquirir experiencia y para descubrir las necesidades a las que aplicar ideas innovadoras?
Estimulamos que se expongan ideas, que no les dé vergüenza decirlas. Fomentamos que piensen, que le den vueltas a la cabeza, y sobre todo innovar para mejorar la vida de las personas. La vertiente social la inculcamos mucho. Por supuesto, a los niños de 3 edad a los que les ponemos las 'gafas mágicas' no les decimos que la vida da muchas vueltas. A los mayores sí les explicamos que durante toda su vida han de seguir formándose, y estar preparados para cambiar de actividad, para cambiar de empresa, y ver cuál es el momento para proponer ideas innovadoras. Que no tengan miedo a proponerlas o a desarrollarlas.
¿Les reporta más satisfacción el éxito de los alumnos en apariencia menos brillantes?
Incluso ha habido alumnos de los que antaño eran considerados desahuciados, que no habían terminado la ESO y han cursado un Programa de Cualificación Profesional Inicial, y después han dado el salto a un ciclo de grado medio, y han sido capaces de crear su empresa y tener buena rentabilidad. Y no solo en el sector servicios, sino también en el industrial. Algunos acogen ahora alumnos nuestros, saben mejor que nadie la utilidad formativa de la colaboración entre empresas y centros escolares.
¿Qué hacen con las familias para que estén más implicadas y alineadas con lo que ustedes llevan a cabo en las aulas a diario?
Estamos muy en contacto con las familias. No solo conseguimos que acudan a una reunión general a comienzos de curso, y a reuniones personalizadas con los tutores de sus hijos, sino que a mediados de cada trimestre ya les informamos de la evaluación que hemos hecho sobre sus hijos y cómo deben colaborar para que mejoren su rendimiento. Además, se utiliza la herramienta digital Classroom para tutoría. Y, por otro lado, los tutores que perciben que un chico o chica se está desmarcando del ritmo de las clases, llaman por teléfono a los padres. Y a la inversa, cualquier familia puede escribir por correo electrónico o llamar por teléfono el tutor de referencia. Y tenemos un sistema para pedir cita previa a través de la web, y atendemos tanto los tutores como el departamento de orientación, o la jefatura de estudios o yo como director. Las familias perciben que estamos pendientes de sus hijos y estamos cercanos a los padres para que colaboren en la dinámica educativa.
¿Cómo afrontan el problema de la posesión de 'smartphones' a edad demasiado temprana por parte de niños y adolescentes?
Hay una adicción a las pantallas, desde críos de dos o tres años de edad, hasta los alumnos mayores. Hay que luchar contra esa adicción. La sociedad no está poniendo freno a este problema. Lo primero que tenemos prohibido es el uso del móvil dentro del colegio. Solo se permite en algunas edades para el trabajo en algunas asignaturas. Igual que solo se usan los ordenadores portátiles o 'tablets' en algunas de ciclos formativos o de Bachillerato, y cuando terminan esas clases tienen que volver a apagarlos. Cuesta que los alumnos se desenganchen de la adicción a las pantallas para que, por ejemplo, se centren en leer y analizar un texto. Prefieren tener el móvil en la mano. Es un reto integrar las nuevas tecnologías en la educación sin que sean un freno para la capacitación integral del alumno. Y la pandemia nos lo ha puesto más difícil, está costando trabajo que los alumnos vuelvan a acostumbrarse a manejar en clase materiales que no sean pantallas, tras estar muchos meses en casa conectados permanentemente a pantallas.
¿Es cierto que, a muchos centros educativos, es significativo el porcentaje de adolescentes que llegan por la mañana a clase sin haber descansado bien y tienden a dormirse, porque han estado de madrugada despiertos en sus habitaciones manejando sus móviles y ordenadores?
Sí, está ocurriendo. Y, cuando están en el aula y no son capaces de participar adecuadamente en las clases, te dicen: “Es que he estado hasta las dos de la madrugada jugando online”. Uno de los peligros en los que caen a estas edades es en jugar a las apuestas online falsificando su identidad para poder participar aunque no tengan 18 años de edad. Tenemos alumnos que se duermen en clase. Porque por las noches participan en jugar con videojuegos con otros que viven en países de América del Norte o del Sur. O porque están viendo películas en plataformas de pago. Obviamente, si no descansan bien, no pueden rendir bien. Y otro factor que estamos percibiendo es que no desayunan, sino que se levantan con el tiempo justo y de camino al colegio se toman una bebida energética, para aguantar hasta la hora del recreo, que es a las 11:15. En todo eso no podemos hacer nada, son las familias quienes han de tomar decisiones. Y les cuesta mucho que sus hijos les hagan caso.
¿Qué se plantean acometer durante los próximos años para estar a la altura de lo que necesita ofrecer el sistema educativo en esta época de tantos cambios?
Tenemos que llenar la mochila de chicos y chicas de capacidades y habilidades: trabajar en equipo, saber programas, dominio de idiomas, saber buscar la información veraz, desarrollar la lectura comprensiva, la oralidad, etc. Y a todo eso sumarle valores de nuestro proyecto de ciudadanía global, que para nosotros son valores cristianos, porque pertenecemos a la Compañía de Jesús, pero que son valores humanos a desarrollar en cualquier sociedad. Tenemos ya perspectiva de conocer, 15 o 20 años después, a alumnos que se han desarrollado magníficamente a nivel personal y profesional, y compartiendo esos valores. Cuando hacemos encuentros de antiguos alumnos para que hablen a los más jóvenes sobre sus experiencias, comprobamos que cómo han puesto al servicio de los demás las habilidades con las que llenaron sus mochilas. Ese es nuestro objetivo, simbolizado en el lema del Padre Arrupe: “Hombres y mujeres para los demás”.
En el sistema educativo, cuando se constata a lo largo de varios años que en un colegio o instituto se desarrolla una iniciativa que mejora considerablemente el nivel de la enseñanza, ¿no se puede extender su implantación al conjunto de los centros escolares? Al menos a nivel regional.
Hay buenas prácticas que se intentan extender a más centros. Cuando tuvo lugar el debate parlamentario sobre la nueva ley orgánica que reforma el sistema educativo, nos llamaron para que diéramos nuestra opinión sobre cómo hacer eso. Y la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía también lo está intentando con algunos proyectos. Pero es verdad que las características del profesorado que haya en un centro determinado, y el contexto socioeconómico de cada centro marcan muchísimo la capacidad de desarrollar un proyecto. Las grandes mejoras nacen de abajo arriba, desde un pequeño grupo de profesores que quieren hacer algo que han ideado, o que han conocido en otro lugar, y convencen para ello a su entorno, lo ponen en práctica, ven que funciona y lo consolidan. Cuando da la sensación de que es una imposición de arriba abajo, por lo general no cala, choca con un muro invisible.
¿Qué propone para superar esa barrera?
Aprovechar las nuevas tecnologías para articular plataformas digitales en las que se aglutinen todas las buenas prácticas educativas que se hacen en todo el mundo. Un banco de recursos que se expongan en los congresos, en los centros de formación del profesorado, etc. Me consta que desde la Consejería de Educación y los Centros de Profesorado se intenta hacer, pero la clave es que todos los profesores se interesen por mejorar su praxis educativa, y no todos los docentes son así. Si conseguimos que cada vez sean más los que tengan esa inquietud, pues serán casi todos los que se muevan en esa dirección, porque están viendo que sus compañeros de al lado están innovando.
¿Y no puede acelerarse ese proceso por propia voluntad de esos grupos de profesores que, desde diversos centros y diversas regiones, pueden ser una red colaborativa?
Porque el profesorado en general está falto de tiempo. Y la mejor inversión para mejorar la enseñanza es invertir en que los profesores mejores, los más creativos y proactivos, tengan tiempo para pensar y para desarrollar proyectos. Eso sería un avance espectacular. A cualquiera de ellos o de ellas le preguntas: “¿Tú quieres ganar más dinero?” y te responden: “Yo lo que quiero es ganar tiempo”. Hoy en día, en la educación, estamos sobrepasados de carga de trabajo, estamos a diario acelerados, y mucho de lo bueno que se hace en cualquier centro escolar español es por la cantidad de horas que le dedican los profesores en su casa.
¿Cuántas horas le dedica usted?
Todas. A veces me despierto por las noches por algún problema en el centro que me ronda la cabeza. Cuando voy al supermercado a hacer la compra, como se me acercan padres para preguntarme por sus hijos, manejando el carro voy haciendo una tutoría. Y las vacaciones las utilizamos para pensar nuevas iniciativas o para terminar de perfilar lo que no ha dado tiempo de preparar durante el curso anterior.