Ecoperiodismo

Las graves consecuencias de tirar alimentos a la basura

Los próximos años serán cruciales para poder cumplir en 2030 el Objetivo de Desarrollo Sostenible

Ricardo Gamaza RicardoGamaza /
17 ene 2021 / 04:00 h - Actualizado: 17 ene 2021 / 04:00 h.
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  • EFE
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Tirar un huevo a la basura equivale al agua de tres duchas. Es un ejemplo de los efectos que tiene el desperdicio de alimentos que en los países industrializados se ha convertido en un problema que va incluso más allá de lo que supone el desecho de alimentos. Sólo en la Unión Europea se desperdician anualmente 88 millones de toneladas de alimentos, una cifra que tiene su contrapunto en los datos de pobreza o exclusión social, que en la UE es de 112 millones de personas, según los últimos datos oficiales (de 2017), de los que además 5,8 millones están en “circunstancias de privación severa”, que es como se cataloga a las personas que no tienen acceso a alimentos adecuados y dietas saludables.

Como señala la organización ecologista WWF en su informe “Halving Food Loss and Waste in the EU by 2030”, en el que se evalúan los esfuerzos realizados en la Unión Europea para reducir el desperdicio de alimentos, tanto en el pasado como en la actualidad, “el malgasto de alimentos no solo representa un problema ético, es también una de las principales causas indirectas de pérdida de biodiversidad”. WWF asegura que producir cada alimento supone una huella de agua, suelo y energía. Por ejemplo, si no malgastásemos a nivel mundial un tercio de la comida, evitaríamos el derroche de 250 billones de litros de agua al año, lo que equivale al consumo de agua potable para los próximos 30 años de 7.600 millones de personas.

Los próximos años serán cruciales para poder cumplir en 2030 el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas de reducir a la mitad el desperdicio de alimentos y las pérdidas de alimentos en las cadenas de producción y suministro. Celsa Peiteado, responsable del programa de alimentos de WWF España aclara que ”cinco años después de haberse firmado los ODS, el de frenar el despilfarro alimentario sigue avanzando lentamente. Para lograrlo, España debe actualizar la estrategia a nivel estatal para reducir el malgasto de alimentos, con objetivos ambiciosos y medibles. No podemos seguir ejerciendo esta presión imposible sobre nuestros mares y suelos para producir alimentos que acaban en la basura".

Para ello, WWF propone que los Estados miembros establezcan unos objetivos de reducción de malgasto de alimentos ambiciosos para 2023, que las empresas midan e informen sobre el desperdicio de alimentos en sus negocios, destinar más recursos para la innovación y tecnología, y que la Política Agraria Común contemple fondos para prevenir el malgasto de alimentos.

En efecto, en la actualidad los datos de despilfarro de alimentos son demoledores. Según la organización para la alimentación de la ONU, la FAO, si la comida no consumida fuese un país, sería el tercer productor mundial de gases de efecto invernadero tras EEUU y China, al emitir 3.300 millones de toneladas de CO2 al año, según la FAO. Si no se desperdiciaran más de 780 millones de toneladas de cereales anuales, estaríamos ahorrando la misma cantidad de emisiones que emiten 631.821 vuelos transatlánticos.

En lo que se refiere a la huella hídrica de los alimentos que acaban en la basura, se calcula que para producir todos los alimentos que no se han consumido en el mundo en un año se emplea el agua de 100 millones de piscinas olímpicas. Tirar un kilo de de carne supone desperdiciar más de 15.000 litros de agua.