Las playas en otoño son más que poesía

Mayor desconexión, mejores precios y una experiencia distinta. Irse de vacaciones fuera de temporada es una opción, si se puede, a tener muy en cuenta

07 sep 2017 / 23:37 h - Actualizado: 08 sep 2017 / 08:19 h.
"Veraneando"
  • En la imagen, un atardecer otoñal en una de las playas de Almuñécar (Granada), donde el clima tropical mantiene la temperatura estable durante buena parte del año./ El Correo
    En la imagen, un atardecer otoñal en una de las playas de Almuñécar (Granada), donde el clima tropical mantiene la temperatura estable durante buena parte del año./ El Correo
  • Playa de Mazagón (Huelva), en noviembre. / El Correo
    Playa de Mazagón (Huelva), en noviembre. / El Correo

Resulta curioso asociar en Google las palabras «playa» y «otoño». Los primeros resultados nos remiten a poemas de mayor o menor valor que vienen a subrayar la soledad, la melancolía, la nostalgia, el vacío y, casi como única muestra de vida, dos o tres gaviotas sobrevolando la orilla. Pareciera como si veranear más allá del 15 de septiembre fuera una bonita manera de abrazar la depresión. Sin embargo, todo aquel que lo halla experimento sabrá que pasear por una playa desierta es una de las materializaciones de la felicidad.

«A un lado, ruge el león de los mares; al otro, la tristeza de las dunas, que el mar y el viento moldean» escribió el poeta Gerardo Diego. No hay manera de levantar el optimismo. Sin embargo, los turistas extranjeros cada vez valoran más viajar a nuestras playas durante los meses de septiembre y octubre; «incluso existe un segmento, pequeño pero fiel, que habitúa a realizar reservas en hoteles del litoral a pie de playa durante los meses de diciembre, enero y febrero, buscando esa idea de las playas en invierno, prefiriendo la estampa, el paseo e incluso el frío a otro tipo de experiencia más estándar», dice Javier Morán, experto en Turismo.

A este respecto, la intención de la Junta de Andalucía es trasladar a los turistas el mensaje de que son bienvenidos en Andalucía y mostrar una imagen del destino que se basa en la diversidad de segmentos y en el concepto de verticalidad entre el interior y la costa, con el fin de captar su visita con vistas también al otoño-invierno y lograr así una mejor distribución de los flujos tanto en el tiempo como en el territorio.

«Quien no ha visitado Tarifa en invierno, quien no ha contemplado su mar embravecido y el viento que pelea contra los muelles se está perdiendo una experiencia imponente; bajar a la arena, mirar el mar de cerca en esos momentos es mágico», dice el escritor Ignacio Calero. Luego están las razones objetivas, la psicóloga Eloísa Narváez asegura que «la desconexión en septiembre es mayor que en los meses clásicos de verano». «Estamos acostumbrados al bullicio pero nuestra mente y nuestro cuerpo tienden a distenderse más cuando la situación que nos rodea es más calmada; lo único que jugaría en contra de retrasar el periodo vacacional es que, efectivamente, julio marca la mitad del año, y septiembre mira ya hacia el final, donde se concentran, en Navidades, un mayor día de descansos», razona.

Hay quienes saben de qué hablan por vivencias propias. Más de diez años lleva Justo Bagüeste regentando el Chiringuito de la Playa del Muerto, en Almuñécar. «Paso aquí todo el verano, cada mes es único, pero septiembre, el ocaso del verano, es un momento indescriptible que no se parece a ningún otro; además la melancolía de la despedida es inigualable, te hace valorar más lo que tienes, lo que has vivido y lo que vendrá», considera.

Seguramente uno de los temas más tristes del cancionero popular español sea El final del verano, del Dúo Dinámico. «El final del verano llegó, y tu partirás, yo no se hasta cuando, este amor recordarás». No entraremos aquí en la disquisición de si los amores de verano –de pleno verano– son más o menos intensos que los de, por poner, septiembre y octubre; pero sí que constataremos una realidad mucho más mundana. Este año, tomando como ejemplo la web Atrápalo, un viaje de tres días desde Sevilla a Tenerife tenía diferencias sustanciales de precio entre julio (desde 349 euros), agosto (545 euros) y septiembre (282 euros). ¿Octubre? Por debajo de 200.

Según las páginas webs de viajes, hay otros elementos a valorar. En los meses de septiembre, octubre y noviembre irse de vacaciones nos otorgará un mayor descanso físico y mental, una mayor desconexión del trabajo, un precio más económico y una fluidez mucho mayor en los desplazamientos. Por contra, claro, los días serán más cortos, el ambiente festivo será mucho menor y, naturalmente, la posibilidad de darse un chapuzón queda algo más limitada. Pero en esto último no todo el mundo estará de acuerdo: «En la Costa Tropical andaluza (Granada), así como en Canarias, bañarse está más o menos al alcance de cualquiera durante todo el año por la particular climatología que registran estos lugares», según la Aemet. En todo caso, queda claro que las playas en otoño son mucho más que poesía, por más que un puñado de cenizos sonetos se empeñen en querer llevarnos la contraria.