Orígenes de la Feria del Libro

El certamen actual ha perdido sus raíces sevillanas y ha ganado en proyección nacional. Durante los años 60 y 70 del pasado siglo XX, los autores y temas sevillanos fueron la vanguardia ferial

25 nov 2017 / 06:44 h - Actualizado: 25 nov 2017 / 14:49 h.
"Andalucía eterna"
  • Orígenes de la Feria del Libro
  • Orígenes de la Feria del Libro
  • Los hermanos José y Jesús de las Cuevas. / El Correo
    Los hermanos José y Jesús de las Cuevas. / El Correo

La primera referencia sobre la Feria del Libro surgió en 1947, cuando el Ayuntamiento de Sevilla publicó el catálogo de la Exposición sobre Sevilla en la Historia del Toreo, escrito por Luis Toro Buiza, que se había celebrado dos años antes en el Pabellón Mudéjar de la plaza de América. De aquel acontecimiento, que fue un éxito cultural y de público con trascendencia nacional, hispanoamericana y francesa, surgieron otras exposiciones dedicadas al caballo y el toro. Y el propósito de que Sevilla fuera escenario de una Feria Nacional del Libro.

Y así fue cómo en 1948 y promovida por Manuel Bermudo Barrera y Julián Pemartín, se celebró la quinta edición de la Feria Nacional del Libro en Sevilla, que estuvo instalada en el Parque de María Luisa, en la avenida de Luis Rodríguez Caso, y fue un éxito pese a la presencia de la lluvia, que ya siempre fue compañera inseparable del certamen cultural y mercantil librero. Después de 1948 hubo varias exposiciones bibliográficas en el Pabellón Mudéjar y el Archivo General de Indias, con carácter selectivo.

La entonces llamada Feria Nacional del Libro se había celebrado con anterioridad tres veces en Madrid (1944, 1945 y 1946), y una en Barcelona (1947). Esta de 1948 debe considerarse la I Feria del Libro de Sevilla, aunque tuviera el título de nacional y figurase como la quinta edición.

No obstante, hubo una segunda etapa y con la numeración de I Feria del Libro de Sevilla se celebró en 1967, instalándose las casetas en la plaza Nueva. En este lugar se celebró ininterrumpidamente desde el año citado hasta 1974, con el patrocinio del Ateneo, el diario Abc y Radio Sevilla de la Cadena SER, por iniciativa de José Jesús García Díaz, Joaquín Carlos López Lozano y Manuel Alonso Vicedo. Tanto la Docta Casa, que creó el Premio Platero para el libro de tema sevillano más vendido, como los medios citados, se volcaron en apoyo del ferial librero, con páginas y programas en directo especiales, realizadas las primeras por el periodista y escritor Antonio Burgos, y los segundos por el malogrado Manuel Alonso Vicedo, desde un estudio radiofónico instalado en la misma plaza Nueva. Fue además esta etapa de la Feria del Libro el escaparate para el movimiento literario llamado de los narradores andaluces, y el lanzamiento de la colección de bolsillo de la Universidad de Sevilla, impulsada por el rector Manuel Clavero Arévalo y realizada por el director del Servicio de Publicaciones, José Martínez Gijón, y el gerente, Juan Manuel Castillo Manzano, que además ofrecieron cada año un almuerzo de confraternidad con los autores.

Después de nuestra primera versión histórica de la Feria del Libro, y desde 1975 hasta finales de los años noventa del pasado siglo, el certamen tuvo que enfrentarse a diversos avatares, que perjudicaron su desarrollo, motivados por la falta de apoyo oficial, la desunión del gremio de libreros y el desencuentro con las empresas editoras. De la plaza Nueva pasó a instalarse en el paseo central de los Jardines de Catalina de Ribera y Murillo, con desigual éxito de público. En 1990 cambió de lugar para trasladarse a la avenida de Isabel la Católica, frente a la plaza de España, donde solventó el problema de la falta de sitio para aparcamientos cercanos a las casetas. Mediado los citados años noventa se instaló el ferial en los nuevos jardines del Prado de San Sebastián, pero los organizadores mantuvieron el objetivo de volver a la plaza Nueva, lugar de origen y de su mejor etapa.

Como desde 1977 la Feria del Libro Antiguo y de Ocasión de Sevilla había instalado sus casetas en algunas ediciones en la plaza Nueva, además de en la plaza de San Francisco y la calle Fray Ceferino González, los libreros consideraron que, una vez resuelto el problema de las obras iniciales en la plaza Nueva para construir el metropolitano, el lugar ideal era esta zona y lograron volver al centro de la ciudad. Pero hasta la edición del año 2002 no tuvo la Feria del Libro una organización reglada y adecuada a las exigencias culturales y mercantiles actuales. Y asimismo, contó con el apoyo decisivo de la Junta de Andalucía y el Ayuntamiento sevillano.

Ya en pleno siglo XXI la Feria del Libro trató de coger nuevos impulsos y puso en marcha iniciativas diversas, pero prescindiendo de las ideas iniciales, valoradas como localistas, lo que ha desnaturalizado el evento, para convertirse en una Feria del Libro más nacional y casi prescindiendo de los autores sevillanos. Y fueron estos, no lo olvidemos, los que en los años 60 y 70 del pasado siglo elevaron el prestigio del certamen librero. Aquí nació la fama de los llamados narraluces.