A la mayoría no les sonará de nada su nombre, pero sí conocerán, aunque sea de oídas, la campaña de concienciación a favor de la donación de médula ósea que un joven marbellí, de 20 años, enfermo de leucemia, inició en las redes sociales el pasado mes de agosto desde el hospital de la localidad costasoleña.
Con la publicación de su carta «Siempre fuerte. Siempre» en Facebook e Instagram –un millón de resultados mostraba Google hace unos días al introducir ese texto–, su historia se extendió de forma sorprendente hasta el punto de que, en muy poco tiempo, se convirtió en un auténtico fenómeno viral. Gracias a esta campaña de apoyo, los donantes de médula ósea en ese mes veraniego aumentaron más de un mil por ciento en relación al mismo periodo del año anterior, pasando de las 90 personas que se registraron en julio al millar de nuevos inscritos al mes siguiente.
«Te invito a que pierdas o inviertas unos minutillos en leer esto. Tengo 20 años, a los 18 me diagnosticaron leucemia, me he dado varias quimioterapias y me he transplantado la medula. Después de unos diez meses limpio, me dicen que vuelvo a tener leucemia, con la diferencia que esta vez no tengo donante (...). Perdí muchísimo peso, todo el pelo, semanas de fiebre continua, semanas sin comer, me quedé ciego durante dos meses...». De esta forma tan estremecedora, se expresaba Pablo Ráez en sus perfiles en las redes sociales.
Su intención quedaba clara desde un principio: no solo encontrar un donante compatible sino desterrar los miedos de muchas personas que recelan a la hora de dar ese importantísmo paso. Para ello, pedía públicamente que la gente se informara en Google de cómo hacerlo «si realmente uno está interesado porque esa acción no cuesta nada; no por hacerte donante me vas a ayudar a mí, pero podrás colaborar con la sociedad», aseguraba.
Ese llamamiento directo unido al estado de ánimo que mostraba en esas emotivas líneas, en las que reconocía –en ese momento permanecía ingresado en el hospital– que había ido perdiendo, no sin dificultad, el miedo a su situación y al posible desenlace final, y mostraba el coraje del que se había adueñado «para afrontar ese miedo y actuar con el corazón». Removió conciencias, cambió la mentalidad de muchos indecisos y motivó que un buen número de personas, animados por esos mensajes, se hicieran donantes de médula ósea.
Ráez está satisfecho con la campaña de sensibilización que puso en marcha. Ahora, está de alta aunque ha explicado que tiene que acudir al hospital para revisiones continuas y exhaustivas.
Estos últimos días reconocía que ha tenido tiempo de reflexionar sobre los miedos, dudas e incertidumbres, como no saber cuánto tiempo durará todo el tratamiento médico y cuál será el resultado del trasplante. «Lo peligroso no es donar sino recibir esa médula».
Pablo, que ha dejado atrás sus miedos, se siente libre por ello y ha mostrado sus ganas de vivir y de ser feliz. En mente, ya tiene otra ambiciosa meta: conseguir un millón de donantes con la ayuda de una campaña que lanzó a través de las redes sociales. Aún no sabe si lograrán su objetivo porque están «solos y no reciben la colaboración», como ha denunciado en varias ocasiones, ni de la Junta de Andalucía ni de otras asociaciones. Pero esto no frenará su empeño en alcanzar esa cifra y ya ha manifestado que no cejará en su empeño y que seguirá concienciando a la sociedad sobre la necesidad de hacerse donante de médula, al tiempo que ha agradecido las muestras de apoyo de tanta gente anónima y a todo aquel que se hizo donante.
Tampoco le desanima las primeras fase de su tratamiento. De momento, «no va tan bien como sería deseable», pero está decidido a ser paciente, cauto y con la «espada en la mano». No en vano, su coraje le ha servido para ganarse el apelativo de guerrero de las redes.