Licenciada en Química por la Universidad de Sevilla, María del Mar Díaz Requejo ha estado vinculada profesionalmente a la provincia de Huelva donde realizó su tesis doctoral galardonada con el Premio Extraordinario de Doctorado y en cuya universidad es actualmente catedrática de Química Inorgánica. Según el CSIC, es la investigadora de la UHU más citada en publicaciones científicas.
− Los médicos la usan para fabricar medicamentos, los ingenieros para fabricar dispositivos electrónicos como nuestro televisor o nuestro teléfono móvil. Los agricultores usan la química para ayudar a que sus cultivos crezcan, los chefs usan la química para cocinar ¿Cómo sería el mundo si no tuviésemos conocimientos sobre química?
− Es absolutamente impensable. La química está presente en nuestras vidas desde el origen de la especie humana. Cocinar los alimentos, elaborar pigmentos para decorar las cuevas con arte rupestre, crear cementos y hormigones o fermentar bebidas azucaradas para hacer vino o cerveza, son todas actividades que se ejecutan desde la más remota antigüedad y son todos procesos químicos. Desde poder beber agua potable hasta un simple balón para jugar, son posibles gracias a la química. En la actualidad, la química cumple una función esencial para todo, desde hacer pan al desarrollo de las vacunas para combatir la COVID. Se puede decir que vivimos en una era completamente dominada por la química. Sin ánimo de ser excesivos, la química es hoy la responsable de nuestra calidad de vida, incluso de nuestra esperanza de vida.
− ¿En qué sentido?
− La búsqueda de nuevos fármacos, de nuevos materiales menos contaminantes, más resistentes y menos pesados, de procesos industriales más sostenibles, son algunos ejemplos de la acción clave que ejerce la química para el desarrollo armónico de la humanidad.
− Eres catedrática de química inorgánica. ¿Qué es y qué aplicaciones tiene esta rama de la química?
− La Química inorgánica se encarga del estudio integrado de la formación, composición, estructura y reactividad de los elementos químicos y sus compuestos. Aunque parezca poco, es una parte de la química muy extensa y esencial. Pensemos en el número de elementos químicos que componen la Tabla Periódica. Unos más reactivos y otros menos, pero globalmente forman miles de compuestos a través de diferentes reacciones químicas, bien sea de forma espontánea o bien preparados en el laboratorio. La Tabla Periódica es nuestra “caja de herramientas”. Desde la determinación de la estructura de la materia, hasta las aplicaciones de nuevos compuestos en la industria o en la medicina, pasando por el estudio del enlace químico y la reactividad, todo ello forma parte del ámbito de los químicos inorgánicos.
− Sin embargo, las divisiones dentro de los campos de la química se están difuminando.
− Así es pero no sólo dentro de la química, sino en la ciencia en general. Por suerte, no estamos aislados. Necesitamos del conocimiento de los demás. Las colaboraciones entre grupos de investigación de diferentes disciplinas son habituales en el trabajo científico. Nuestro grupo trabaja fundamentalmente en el campo de la catálisis y la química organometálica, sin embargo, mantenemos colaboraciones fundamentales con químicos orgánicos y químicos computacionales, entre otros, indispensables para completar nuestras investigaciones.
− Fuiste directora de la Cátedra AIQBE, un instrumento de colaboración entre la UHU y la Asociación de Industrias Químicas, Básicas y Energéticas de Huelva (AIQBE), que tiene como fin promover la investigación, el desarrollo tecnológico, la innovación y la difusión de resultados científicos. ¿Es necesario que los científicos y las empresas colaboren?
− La colaboración entre la Universidad y las empresas es necesaria para la transferencia del conocimiento generado en los laboratorios a la sociedad. Es fundamental para el desarrollo socio-económico de nuestro entorno. En muchas ocasiones los investigadores trabajamos sin mirar fuera de nuestros laboratorios y se hace necesario que nosotros, generadores del conocimiento, contribuyamos a la resolución de los problemas que pueda tener el sector productivo y a la mejora de los procesos que emplean. Para ello, también las empresas tienen que mostrar una disposición adecuada y, obviamente, apostar económicamente por estas colaboraciones. Si no mantenemos relaciones, si no sabemos el uno del otro es imposible el desarrollo adecuado de una en I+D+i aplicada a la realidad industrial, y para esto las Cátedras Externas son un instrumento apropiado.
− ¿En Andalucía se produce esa colaboración de manera real y eficiente?
− En Andalucía hay actualmente muchas empresas que colaboran en proyectos de investigación con la Universidad y, por suerte, cada día son más. El beneficio, no solo productivo, también medioambiental, para una empresa cuando implanta una mejora que sale de nuestros laboratorios es muy elevado.
− Según el CSIC, eres la investigadora más citada de la UHU. ¿Quiere eso decir que tus investigaciones son el punto de partida de muchas otras investigaciones?
− Que otros investigadores citen tus trabajos significa que los resultados que has obtenido en tus investigaciones son útiles en la construcción necesaria del edificio del conocimiento y de la ciencia en el que nos implicamos cada día. Cada aportación, cada artículo científico, cada hallazgo, cada descubrimiento, si es usado por otros se convierte en una pieza que sirve para completar el saber humano. Por tanto, nuestra misión ha de ser la de crear más y mejores piezas, la de producir más y mejores resultados para que la ciencia siga avanzando y resolviendo problemas. Hay muchos investigadores que hacen esto mismo cada día y que no están en los rankings. Y ello no significa que sus hallazgos sean peores o de menor relevancia. Todos formamos parte de este puzzle y todos somos igual de necesarios. Algunos tenemos la suerte de dedicarnos a una ciencia de gran importancia por sus aplicaciones, y esto nos da una visibilidad especial. Pero cualquier rama del conocimiento, ya sea científica o de las humanidades, aporta de la misma forma su grano de arena en la construcción del conocimiento y del bienestar humano.
− ¿Puedes adelantarnos en qué cuestiones estás investigando en la actualidad y sus aplicaciones?
− Actualmente estamos trabajando en diferentes proyectos. Por ejemplo, el desarrollo de catalizadores basados en metales del grupo 11 capaces de transformar moléculas sencillas en nuevos compuestos base para la construcción de fármacos. Además participo en la dirección de proyectos aplicados financiados por empresas, como la modificación de polímeros para obtener aditivos que mejoren las propiedades de los cauchos, o la búsqueda de nuevos materiales, que permitan disminuir la emisión de SO2 a la atmosfera en procesos industriales.
− La química, a veces, es una ciencia con connotaciones sociales negativas porque permite la creación de sustancias y procesos que tienen efectos perjudiciales para la salud humana y el medioambiente. Es el caso de los plásticos, los disruptores hormonales o los productos fitosanitarios.
− Todo se debe poner en su contexto adecuado. Cuando se sintetiza el DDT, hoy prohibido en casi todo el mundo por sus efectos perjudiciales sobre los seres vivos, se estaba ante una solución extraordinaria, el insecticida ideal frente a plagas que afectaban a las cosechas y a los propios humanos. Tanto es así que su descubridor mereció el Premio Nobel de Química. Luego se conocieron sus efectos adversos y se buscaron soluciones alternativas que cumplieran un cometido similar y no hicieran daño.
− El avance de la ciencia no es siempre positivo.
La química avanza, como todo el conocimiento, con resultados a veces positivos, a veces no tanto. Piensa en el caso de los CFCs y su potente efecto sobre la destrucción de la capa de ozono. En tiempo récord fueron sustituidos por alternativas químicas que han permitido que este agujero se reduzca considerablemente. Al final esto es como una carrera de obstáculos en la que se van resolviendo muchos más problemas que los que se crean. Lo natural se asocia a lo bueno, “no tiene química”, y lo artificial, lo preparado, a algo negativo, “esto tiene química”. Como si cuando mordemos una manzana cogida directamente de un árbol, no estuviéramos comiendo los cientos de elementos y compuestos químicos que constituyen la manzana. El problema es el desconocimiento y las ideas preconcebidas. La respiración, los colores, el fuego, el enamorarse...es química. La vida es química. Siempre hay cosas que mejorar, por supuesto, pero sin duda me quedo con todo lo positivo, que es mucho, para el planeta y para la humanidad.
− ¿Crees que el público en general conoce la importancia que tiene la química inorgánica en nuestro día a día y en nuestra evolución social?
− No, no creo que se tenga ese conocimiento, ni de la inorgánica, ni de la química en sí. La formación y la divulgación científica son necesarias, fundamentales diría yo, para mostrar el maravilloso mundo de la química, de la ciencia a la opinión pública. En mis clases en el Master de Profesorado, destinado a la formación de los futuros docentes, mi principal empeño es mostrarles el papel fundamental de la química en la formación de los jóvenes. No solo de la química digamos, más árida, sino de las inmensas aplicaciones de esta ciencia en nuestras vidas, de su necesidad y de su papel en el futuro sostenible del planeta. No es cuestión tanto de medios, como de emociones. El maestro en la escuela, el docente en el instituto, nosotros en la universidad, todos tenemos la misión de trasladar a los más jóvenes la necesidad de la ciencia química para desarrollarnos íntegramente como seres humanos. Hay que reivindicar también más presencia de la química en la divulgación científica que realizáis los medios, las televisiones. La historia natural, el medio ambiente están razonablemente bien tratadas, pero no tanto otras ciencias, tradicionalmente consideradas menos “entretenidas”. Hace falta más divulgación de la química que destierre estereotipos, ideas falsas y que promueva la importancia de un saber ancestral, imprescindible, sin el que nunca habríamos llegado donde estamos. Mucho más para lo bueno, que para lo malo.