Cada vez son más las investigaciones científicas que demuestran que lo que se consume en la dieta diaria tiene repercusiones en la salud. No es lo mismo tener una dieta equilibrada con un alto consumo de frutas y verduras, que una basada en comidas procesadas o ultraprocesadas. Ahora, un estudio publicado el pasado miércoles 22 de mayo, revela que una mala alimentación estaría relacionada directamente con el riesgo de sufrir cáncer.

La investigación Prevenable Cancer Burden Associated with Poor Diet in the United States, publicada en la revista JNCI Cancer Spectrum, estima que 80 mil 110 nuevos casos de cáncer entre adultos mayores de 20 años en Estados Unidos en el año 2015, son atribuibles directamente a una dieta deficiente.

La epidemióloga, autora principal y profesora de la Tufts University, Fang Fang Zhang, explica que esta cantidad de afectados equivale aproximadamente al 5,2% de todos los casos de cáncer invasivo diagnosticados entre los adultos estadounidenses ese mismo año. El cáncer de colon y recto fueron los de mayor proporción de casos relacionados con la dieta, ocupando el 38,3% de todos los casos en 2015. Otros tipos de cáncer frecuentes en una mala alimentación son el cáncer de boca, faringe y laringe.

El riesgo de sufrir algún tipo de estos cánceres afectaría, sobre todo, a hombres de entre 45 y 64 años pertenecientes a minorías étnicas, incluidos hispanos y negros. A pesar de esto, en la investigación no se ha podido comprobar cómo evoluciona el riesgo de cáncer con la edad.

Por otro lado, la investigación también ha revelado que la baja ingesta de granos integrales, productos lácteos, vegetales y frutas y una alta ingesta de carne procesada, carne roja y bebidas azucaradas, está asociada con la mayor cantidad de nuevos casos de cáncer. Estos resultados llevan a la profesora Zhang a la conclusión de que es realmente necesario el cambio radical de hábitos en la alimentación de los ciudadanos estadounidenses porque la dieta es uno de los pocos factores de riesgo modulables y, además, porque de los casos de cáncer asociados con la dieta, aproximadamente el 16% han sido atribuibles con la obesidad. Según la autora, la dieta debe basarse en un consumo más alto de alimentos orgánicos y muchos menos alimentos procesados.

Para poder llevar a cabo el estudio, los científicos incluyeron los datos provenientes de la encuesta nacional de examen de salud y nutrición que analizaban la ingesta dietética de adultos en Estados Unidos entre 2013 y 2016. Además, se sumaron los datos sobre la incidencia nacional de cáncer en 2015 de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE. UU. Este modelo de investigación utilizado es el de evaluación de riesgo comparativo, donde se estima mediante los datos contrastados el número de casos de cáncer asociados con una dieta desequilibrada, desvelando, de esta manera, cómo de fundamental es el papel de la dieta en cuanto al padecimiento del cáncer en EE. UU.

Igualmente, en la investigación se utilizaron como base otros estudios que relacionaban el consumo de alimentos específicos con el de adolecer algún tipo de cáncer. Uno de los estudios utilizados para ello fue el que consiguió demostrar que el consumo de carnes procesadas favorece la aparición de cáncer de colon.

La Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés) clasificaba la carne procesada como “cancerígena para los humanos basado en la evidencia suficiente de que consumir estos alimentos causa cáncer de colon y recto”. Además, incluía la carne roja, clasificándola como “probablemente cancerígena”. El estudio, realizado por 22 expertos de 10 países y publicado en The Lancet Oncology, relaciona tanto la carne procesada como la roja principalmente con el cáncer colorrectal, pero también con el de páncreas y de próstata.

Sumando enemigos, hace solo un mes, un informe clasificado como confidencial, salía a la luz en The Guardian y ponía de nuevo en debate el uso de nitritos en las carnes procesadas. Los nitritos se añaden a la carne para prevenir el desarrollo de microorganismos patógenos, concretamente, de la bacteria Clostridium botulinum, que produce la neurotoxina que causa el botulismo, intoxicación mortal en la mayoría de los casos. A pesar de su “justificado” uso, el problema es que este aditivo ha sido relacionado con el cáncer en más de una investigación.

El informe confidencial, elaborado por una consultora privada para la Asociación Británica de Procesadores de Carne (BMPA, por sus siglas en inglés) exponía que no existe ninguna diferencia apreciable en el crecimiento del microorganismo que causa el bolutismo cuando se añaden nitritos en la carne procesada. Estos resultados dejan sin justificación alguna el uso de los nitritos para la seguridad alimentaria de los consumidores y solo ayudan a cuestionar el porqué se sigue consumiendo un aditivo potencialmente peligroso, según las investigaciones.

Aquí en España, el pasado mes de abril, Justicia Alimentaria presentaba en Barcelona el informe “Carne de cañón. Por qué comemos tanta carne y cómo nos enferma”, una investigación que revela que el consumo excesivo de carne procesada conlleva un riego de un 50,4% más de posibilidades de sufrir una enfermedad cardiovascular, mientras que el riesgo de sufrir diabetes es de un 22,8% y de un 21,6% en el caso del cáncer colorrectal. En concreto, el informe afirma con rotundidad que los derivados cárnicos que llevan aditivos nitrogenados incrementan notablemente el riesgo de cáncer.

Los alimentos procesados y ultraprocesados ocupan la mayor parte de las dietas en todo el mundo. En EE. UU. el 60% de las calorías de las dietas provienen de estos alimentos y en Reino Unido más del 50%. Lo fácil, rápido y sabroso gana peso a la hora de decidir qué comer, pero la solución está en la dieta. Según un estudio de la revista médica JAMA Internal Medicine, las personas que consumen alimentos orgánicos con frecuencia tienen menor riesgo de desarrollar cáncer.