Junto a la puerta del que fuera mítico número dieciséis del Sevilla Fútbol Club, en el Estadio Ramón Sánchez Pizjuán, se encuentra La Pulchra. Un bar de barrio de los de toda la vida. Inaccesible los días de partido, entre semana se convierte en el refugio ideal para quienes quieran tomar unas tapas mezclando lo mejor de la cocina castellanoleonesa con la cocina sevillana. Arrastrado hasta aquí por mi buen amigo Txema Marín para debatir cuál era la receta de las tradicionales patatas bravas, las dudas quedan zanjadas: las bravas no llevan tomate y, en contra de lo que muchos piensan, cualquier salsa picante encima de unas patatas, no vale para recibir esta denominación.
Empecemos con un poquito de cultura general. Se conoce como “Pulchra” (en latín, ‘bella, hermosa...’) o “la Pulchra leonina” (’la bella leonesa’) a la Catedral de León debido a que es una de las más perfectas en cuanto a sus líneas y sus equilibrios góticos, siendo una de las construcciones más depuradas del gótico francés. De aquí, José Javier Plaza, dueño de este restaurante desde 2010 utiliza este nombre para darle razón de ser y un puntito de cercanía sentimental con casa, a pesar de estar a casi setecientos kilómetros.

Este restaurante-bar cuenta con tres espacios, casi cuatro. El bar propiamente dicho, que es el epicentro donde todo sucede, con espacio en la barra y cuatro mesas estratégicamente colocadas frente a ella. Unos veladores en la puerta y un salón a modo de restaurante en el local colindante completan estos cuatro mini paraísos gastronómicos. En cualquiera de ellos se puede disfrutar de cecina, morcilla, picadillo leonés, tostas, quesos de la zona, revueltos, cochinillo, cordero, carnes, pescados y guisos en tapas o raciones. Una oferta sin grandes estridencias, pero con la calidad y la tradición como grandes aliadas para dar como resultado una carta más que decente donde nos acercan los platos más clásicos de la gastronomía del centro de España hasta el corazón de Nervión.

Aquí, las patatas bravas son casi una religión. Hasta tal punto es así que incluso pueden ponérselas, de forma gratuita, al pedir su bebida. Créanme que repetirán, y no me refiero sólo a las patatas. El ambiente hogareño y la cocina con sabor a casa harán el resto.