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La Ciencia y las enfermedades malditas en España

Sevilla tenía en 1649 unos 130.000 habitantes de los que murieron 60.000, víctimas que eran llevadas extramuros de la ciudad para ser quemadas

11 feb 2020 / 08:43 h - Actualizado: 11 feb 2020 / 08:47 h.
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Uno de los mayores azotes que sufrió Andalucía a nivel de epidemias fue, sin dudas, la de la peste en 1649 en la ciudad de Sevilla; el puerto, el origen de la riqueza que entraba en la ciudad también se convirtió en, casi, su sentencia de muerte.

La Peste

Sevilla tenía en la época unos 130.000 habitantes de los que murieron 60.000, víctimas que eran llevadas extramuros de la ciudad para ser quemadas entre el miedo, la inquietud y la desesperación de sus habitantes que sabían que la muerte rondaba a la vieja Híspalis.

No fue el siglo XVII fácil para muchas localidades de España que vieron como la misma plaga les afectaba, antes que la ciudad de Sevilla fue Valencia en junio de 1647, de allí, de su puerto y por los enlaces entre ciudades, pasó a Murcia, Aragón y Andalucía. Así a través de los puertos, vía África y América, llegaban barcos con ratas que portaban la pulga transmisora de la peste, a todo ello se unía el tremendo impacto que tuvo en la población la mala cosecha debido a las intensas lluvias de aquel año que provocó una carestía de alimentos, carestía que derivó en una subida de los mismos y en la hambruna de sus habitantes al no tener dinero con el que comprar estos bienes tan necesarios. Lo uno llevó a lo otro: ratas, mala alimentación... La Peste llegó a Sevilla. Tras las inundaciones en la ciudad muchas fueron las personas que comenzaron a caer con náuseas, vahídos y lucir las famosas "bubas" de la peste.

Ortiz de Zúñiga, histórico cronista de Sevilla, dio cuenta de todo ello en sus escritos, de aquella terrible epidemia que asoló a Sevilla, "Memorias de Sevilla" de Morales Padrón es un buen ejemplo de cómo se vivió aquella terrible plaga y la impotencia antes las muertes masivas a diario.

Además la mala salubridad de la época hacía que los cuerpos de hacinaran en las calles originando la propagación de la enfermedad, sobre todo en los barrios más necesitados y pobres de Sevilla que acudían a hospitales como el de La Sangre o Las Cinco Llagas (es el mismo edificio) para pedir cama o atención sanitaria en una ciudad desbordada por la muerte.

Se prohibió el robo de la ropa de los difuntos (entre otras medidas), y se procedía a su quema, ya que las pulgas se quedaban en la ropa, en el tejido, y cuando alguien empleaba la misma era picado por la pulga y transmitida la enfermedad por lo que comenzaba el ciclo nuevamente.

La ciudad dispuso quemaderos y carneros en El Baratillo (zona del Arenal), San Jacinto, Macarena, Puerta Osario o el Prado de San Sebastián ante la masiva mortandad de la epidemia. Las cifras se estimaron en 60.000 víctimas pero podrían alcanzar las 175.000 contando otras poblaciones y visitantes de la ciudad.

Ante la magnitud de la catástrofe se decretó desde Madrid la prohibición de la entrada en la capital de personas que llegaran desde la ciudad hispalense. El 20 de julio se cerró el hospital de Triana, murieron más de 12.000 personas pues lo hicieron con los enfermos dentro... No había salvación para ellos. La cota máxima se obtiene en la octava del Corpus con más de 4.000 defunciones.

La peste se llevó a muchos sevillanos y personajes ilustres, uno de ellos el insigne escultor Juan Martínez Montañés el 18 de junio de 1649. Comenzó a remitir en el mes de julio pero Sevilla quedó reducida a casi una ciudad fantasma.

¿Se ha extinguido la peste en el mundo?

Hay noticias que siembran de inquietud al lector con sólo plantear una posibilidad, noticias que lejos de parecer parte de una novela son una dura realidad, esta es, sin dudas, una de ellas.

Y es que en Estados Unidos se ha registrado la muerte de una persona debido a la peste, la terrible enfermedad que arrasara con millones de personas en Europa hace siglos -y que se considera erradicada- ha reaparecido en el estado de Colorado y matado a una persona tal y como informó el departamento de salud del condado y la ciudad de Pueblo.

La enfermedad, aunque erradicada, puede surgir como en el caso de Pueblo y tener una explicación razonable más allá de experimentos y conspiraciones. En un comunicado de prensa se indicaba: “el individuo pudo haber contraído la enfermedad por medio de las pulgas de un roedor o un animal muerto”, siendo primer caso en el que alguien en el condado de Pueblo contrae la peste desde el 2004. Así Sylvia Proud, directora de salud pública de la ciudad y el condado, señalaba: “Esto pone de relieve la importancia de protegerte y proteger a tus mascotas de la exposición a las pulgas que llevan la peste”.

Se trató de buscar la portador inicial de la enfermedad habiéndolo ubicado, posiblemente, en un perro de las praderas muerto en la parte occidental del condado de Pueblo.

Colorado no es ajena a esta terrible enfermedad pues en el condado de Larimer murió un adolescente a principios del 2015 por la peste, según el Departamento de Salud Pública y Medio Ambiente del estado éste nuevo caso es el primero tras siete años pues ninguno de los 17 casos registrados entre el 2005 y el 2015 pertenecían al condado de Pueblo.

El CDC, Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades, investigó las causas de la enfermedad y descubrieron que un pit bull tenía en el corazón de un brote de la peste que afectó a cuatro personas en 2014. También se indica que podría haberse dado una transmisión de humano a humano, hecho que no ha sucedido en Estados Unidos desde 1924.

Según el Departamento de Salud Tri-County de Colorado el contagio de animal a humano es improbable pero se dio un caso en el 2009 en China. Desde el CDC se indica que alrededor de siete personas se infectan con la peste –más del 80% en forma bubónica– al año en Estados Unidos. La enfermedad, si no se trata, puede ser mortal, pero tratada con antibióticos y antimicrobianos, se puede controlar. Los principales propagadores -a través de las pulgas- de la misma son las ratas o los jerbos.

Otras enfermedades malditas en España:

El tarantismo en Andalucía

Cádiz es tierra de magia y de misterio, de conocimientos secretos y de leyenda, un crisol donde se funden diferentes tradiciones y dan lugar a ritos y cultos extraños allá donde el hombre del presente es incapaz de interpretar.

Uno de esos sucesos extraños que tienen que ver con nuestra tierra es el tarantismo o tarantela que suele definirse como un fenómeno convulsivo, histérico, que tiene su raíz las antiguas culturas populares. Igualmente se decía que esta enfermedad era causada por la picadura de una araña, la más grande de Europa, la “Lycosa tarantula” habitual en el sur de España y más en Andalucía, pero no se considera mortal hoy día aunque en otros siglos era motivo de preocupación para los médicos que tenían que tratar de curar a personas afectadas por la llamada “tarantela”.

Se hizo tan familiar este tipo de casos que en 1782 se creó una comisión para solucionar la epidemia, de ello ha llegado el conocido como “Expediente de la Tarántula” y que comprendía casos registrados desde 1787 a 1807. Incluso se indicaban anotaciones donde se señalaba la música para curar la tarantela: “un compás de 6/8 de ritmo binario con anacrusa, predominio del tono menor y que va aumentando en velocidad hasta el final de la danza”.

Francisco Xavier Cid, profesor de medicina, en 1787, indicaba en un trabajo publicado en la época la historia de esta enfermedad, el insecto, las consecuencias del veneno, la curación a través de la música, cómo afectaba a la persona y los remedios, aquel trabajo se llamaba: “Tarantismo observado en España, con el que se prueba el de la Pulla (Apulia)”.

En la provincia de Cádiz podemos encontrar varios casos de tarantismo, en los cortijales gaditanos, así uno de ellos se remonta al año 1775 en el cuartel militar de San Roque cuando un artillero llamado Juan Xavier, de 20 años, es picado por una araña en el vientre que le provocó mucho dolor. La araña era grande y negra, se le aplicó una sangría que no tuvo ningún efecto y posteriormente el chico comenzó a tener unos espasmos muy violentos y movimientos convulsivos que, incluso, reformaban su rostro. Se realizaron varias sangrías más y la ingesta de “oximiel simple y nitro depurado” con lo que mejoró su estado salud.

Pero el efecto del poder curativo de la música era llamativo, el paciente demostraba tener cierta conexión con la misma, y así el “baile de San Vito” que esta enfermedad también parece que guarda alguna relación con los remedios que aplicaban los italianos a la tarantela, pudiendo venir la misma de la ciudad de Tarento.

En un artículo de López Sánchez y García de las Mozas, del año 2000, se cita como los autores tiene conocimiento de testimonios directos de personas que habían presenciado curaciones en Cádiz: “El picado por tarántula, junto con esta si era posible, era llevado a una habitación en la que se colocaba una soga atada a una viga para que se agarrase e el enfermo en sus saltos. Se llamaba a dos guitarristas, que se iban turnando. Había un toque para picadura de araña macho y otro distinto para la hembra. El tiempo de baile para el primero era de 24 horas y el doble, en el caso de la hembra. El enfermo sólo reaccionaba a ante uno de ellos y comenzaba a bailar frenéticamente, ayudado por la cuerda y por otros hombres que evitaba se derrumbase en sus saltos. En los descansos se le reconfortaba con caldos y bebidas no alcohólicas que sí consumían los tocadores. La tradición era aceptada por todos, con lo que el componente psicológico y la profusa sudoración provocaban la curación sin que se tenga noticia de ningún fallecimiento”.

Otro caso de tarantela fue el registrado en Sanlucar de Barrameda cuando un agricultor llamado Manuel García “padecía horribles dolores, que se le calmaban cuando se le sometía a una cura por medio del baile de la tarántula. Pero como tiene el veneno inoculado, se le ha hinchado el cuerpo y se teme que le sobrevenga la muerte”.

Carmen Ortega, en 1907, tenía 30 años, natural de Chiclana, fue picada por una tarántula en la pierna y sentía grandes dolores. En el diario “El País” de la época, del 22 de julio, se puede leer: “Encontrándose anteayer echada sobre un rastrojo de cebada en el campo de Cortés, del pago de la Jara, la vecina Carmen Ortega, de treinta años de edad, soltera y natural de Chiclana, tuvo la desgracia de que la picara una tarántula en una pierna, profiriendo grandes gritos por los agudos dolores que sentía. Trasladada a su domicilio de la calle Abades, en el antiguo horno de Lemos, manifestó deseos de ser tratada por el procedimiento de la guitarra, siendo llamados al afecto los profesionales Pallares, Pecho y Pullet, que tocaron la tarántula, entrando la enferma en la exaltación nerviosa como a la media hora, rompiendo a poco en sudor copioso, y logrando sostenerse en agitación más de cuarenta y ocho horas, con lo que los entendidos la suponen fuera de peligro. La mujer en cuestión es mandadera de la cárcel, y por su pobreza, todos los que han intervenido en su curación lo han hecho por caridad”.

El tarantismo y el misterio de su curación que, como hemos comprobado, estaba muy presente en la provincia de Cádiz. Folclore, superstición y realidad, un poco de todo allá donde la razón indica que el veneno del arácnido era el causante del mal.

El drama del “Sindrome de la Colza”

Sucedió en la España de la Transición, en la hermosa primavera de 1981, con cambios políticos, pre-mundial de futbol y con la inquietud social que aún se vivía tras la muerte del general, y dictador, Francisco Franco y el reciente golpe de Estado del recordado 23-F (Febrero de 1981).

Nadie supo exactamente, a ciencia cierta, como surgió, como se originó, pero lo cierto es que a fecha de 2010 aún se contabilizaban más de 30.000 personas las afectadas por la contaminación alimentaria de mayor alcance jamás recordada.

El causante, según la versión oficial, fue el consumo de aceite desnaturalizado para el consumo humano, de ahí tomó el nombre de “Síndrome del aceite tóxico” o “Síndrome Tóxico”. El aceite de colza estaba, supuestamente, contaminado con una sustancia llamada anilina, de carácter desnaturalizado. Sin embargo esta versión es negada rotundamente por diferentes laboratorios químicos especializados, máxime cuando los afectados que mostraron mayor recuperación fueron aquellos tratados con métodos usuales en el envenenamiento por “armas químicas” a base de sustancia organofosforados... Como los contenidos en determinados pesticidas y nematicidas, de uso frecuente en la década de los ochenta.

Una vez ingerido el producto causante de la enfermedad –si decir o afirmar que fuera el aceite- se tardaba 10 días en la latencia del mismo, afectando mayormente, y con mayor gravedad, a personas de mayor edad y entre los 30 y 40 años.

El “Síndrome de la Colza” tuvo tres fases clínicas diferentes:

1. La fase aguda con la presencia en los afectados de neumonía atípica, caracterizada por infiltrados intersticiales (que afectan al tejido de sostén y vasos que rodean un órgano) alveolares y eosinofilia (aumento del número de eosinófilos en sangre).

2. En la fase subaguda o intermedia aparecieron tromboembolismo (trastorno en el que las arterias o las venas están bloqueadas por un émbolo que se desplaza desde el punto de formación de un coágulo), hipertensión pulmonar (aumento de la presión en los vasos pulmonares), calambres y mialgias (dolores musculares) severas.

3. La fase crónica caracterizada por hepatopatía (término general para enfermedad del hígado), esclerodermia (literalmente "piel dura"). Es una enfermedad generalizada del tejido conectivo caracterizada clínicamente por el endurecimiento y la fibrosis de la piel, y por diferentes formas de afectación de algunos órganos internos o vísceras como el corazón, pulmones, riñones y tracto gastrointestinal), hipertensión pulmonar y neuropatía (término general para las afecciones nerviosas).

Aunque existen evidencias demostradas científicamente entre el consumo del aceite de colza y la aparición de la enfermedad también es cierto que determinados epidemiólogos han alertado que la causa del síndrome podría no estar directamente relacionado con el aceite aunque este si estuviera presente en el momento de la ingestión del producto causante.

El aceite contaminado tuvo su origen en Francia y era de carácter industrial, “adaptado” para el consumo humano...

Diferentes estudios pusieron en evidencia la asociación entre un tipo de envase que había sido distribuido por una compañía específica y la anilina contenida en los aceites adulterados. Posteriormente un estudio caso-control estableció una relación dosis - respuesta entre la concentración de un compuesto químico marcador de la desnaturalización del aceite (oleil-anilida) y el riesgo de desarrollar la enfermedad. En la actualidad se están realizando entre otros, estudios de seguimiento clínico y mortalidad de esta cohorte de afectados.

Sin embargo surgió una nueva posibilidad: el aceite contaminado fue vendido/distribuido en mercadillos, sin un control sanitario adecuado. En esos mismos mercadillos también se vendían otros tipos de alimentos como tomates y lechugas provenientes de la zona mediterránea... Bien, esos tomates y verduras estuvieron tratados con pesticidas y nematicidas, en concreto con un producto comercializado –y prohibido- por la empresa alemana Bayer llamado “Nemecur” y cuya intoxicación alimentaria encajaba perfectamente con el cuadro clínico de los afectados, empeorado por la ingestión del aceite tóxico. Es decir: el ciudadano acudía al mercadillo donde compraba el aceite y otros productos como tomates y verduras, una vez en casa realizaban una ensalada aliñando la misma con el aceite, como elementos básicos: tomate y lechuga. Se producía la ingestión y el contaminante entraba en el cuerpo. Como causa primaria sería el efecto de los pesticidas sobre las verduras y como secundaria el efecto de la anilina desnaturalizada del aceite... He ahí la probable causa real de este “Síndrome Tóxico” que hoy pervive en muchos ciudadanos españoles y que nuestras autoridades sanitarias, y gobierno, se niegan a aceptar o a divulgar las causas reales. Solo cabe preguntarse: ¿por qué?

Son tres ejemplos de enfermedades malditas que encontramos en España a lo largo de su Historia y que nos hacen ver cual frágil es el equilibrio entre la vida y la muerte, el ser humano del siglo XXI se cree invencible, como lo creían en el siglo XVII, y sin embargo estamos a merced de aquello que no vemos.