Las últimas series de televisión y películas han puesto de moda un tema que antaño tuvo su edad de oro, se trata de los llamados ‘muertos vivientes’, los zombis, que se basarían, tal y como los conocemos en la actualidad, en casos auténticos donde una persona considerada muerta ha vuelto a la vida.
Para ir a la raíz de éste curioso ‘fenómeno’ habría que buscar en las religiones más ancestrales de África donde un espíritu de la muerte (zumbi), por lo tanto tendría un cuna en la práctica del temido vudú africano y, posteriormente, en su derivación –desvirtuada en muchos extremos- americana, principalmente en Haití.
Pero no sólo aparece en las tradiciones de vudú africano o americano, también se pueden encontrar ‘muertos vivientes’, zombis, en las culturas nórdicas como el ‘draugr’ o ‘retornado’, el regresado, evidentemente de la muerte. Así hay historias de personas que regresaron del ‘otro lado’, relatos que encontramos en siglos pasados y que hablaban de los ‘retornados’ caminando, deambulando, vagando, por el mundo.
Materia muerta
Tiene importancia particular dentro de los rituales de magia, de la magia ritual, donde se ambicionaba el poder apoderarse la voluntad de las personas para que estas hicieran lo que el mago, el bokor, mandara. Una vez lograban la ‘resucitación’ del no muerto este era drogado y se controlaba así la voluntad del mismo.
Igualmente hay historias de seres que estaban ‘fabricados’ con materia muerta, inanimada, como los golem, que luego servían como esclavos.
En el vudú tenemos que su principal arma es la hechicería. Todo comienza con la maldición lanzada por un hougan (sacerdote) o una mambo (hechicera), en su extremo más radical el bokor (mago negro), sobre la persona a la que se quiere controlar provocándole una especie de estado, o cuadro, similar a la muerte, pero nunca la misma como tal. Días después de ser enterrado, nunca quemado –obviamente-, se procede a resucitar al ‘finado’ y, en ese momento, controlar su voluntad no teniendo éste la capacidad de poder actuar o pensar, siendo una persona dirigida.
Una de las pócimas principales que se usan es el denominado ‘polvo zombi’ por parte del sacerdote vudú, normalmente es soplado sobre la persona que absorbe sus efectos tóxicos a través de la piel, en ese momento entra en una especie de sueño o catalepsia profunda que es confundida, a menudo, con la muerte por la debilidad de las constantes vitales.
El polvo zombi es una especie de poción en la que se mezclan elementos vegetales, animales y hasta minerales con un elemento fundamental: hígado o huevas del pez globo, altamente venenoso y tóxico que genera una potentísima droga llamada ‘tetratodoxina’, 40.000 veces más potente que la cocaína y con capacidad de provocar la muerte en la persona con su ingesta accidental de forma irremediable.
Estrés y shock emocional
El tomar o inhalar, absorber, el polvo zombi provoca alucinaciones, debilidad, parálisis del corazón o bajada del ritmo cardiaco de forma muy abrupta, crisis cardiaca y circulatoria... Con una dosis controlada y medida, que sólo muchos bokor saben, se puede controlar estos efectos hasta poner al borde de la muerte a la persona, pero nunca matarla, y luego poder reanimarla convirtiendo a la víctima en una esclava para siempre. El efecto es muy traumático para la persona y sólo son unos pocos los que pueden contar tan amarga experiencia y como lograron reponerse de esta ‘maldición’ provocada por el vudú.
Ciertamente hay que reconocer que en la historia se encuentran muchos relatos de zombis que son muy exagerados, así como la propia descripción del ‘muerto viviente’ muchas veces presentado como un ser agresivo y con tendencia a matar a seres humanos para alimentarse de su carne... Muy lejos de la realidad. Principalmente encontramos a personas muy disminuidas, en ese momento, intelectualmente, como drogadas, lentas de reacción y de reflejos, tremendamente ‘pesadas’ al caminar y torpes, todo producto del estrés y el shock emocional vivido.
Habría que remontarse al año 1918 para encontrar una noticia en la que se informaba que el capataz de una plantación de caña de azúcar en Haití empleaba como mano de obra trabajadora y esclava a un grupo de hombres que vestían ropas harapientas, abúlicos, y pese a que eran obligados a trabajar en contra de su voluntad y a la fuerza no sentían ningún dolor ante el castigo físico pese a que recibían innumerables latigazos y golpes. Aquel cruel capataz que empleaba a ‘retornados’ en la plantación se llamaba TiJoseph du Colombier. Tras conocerse la noticia muchas personas reconocieron a personas zombis que trabajaban allí como difuntos enterrados hacia incluso años, sus parientes no daban crédito a lo sucedido y se puso en manos de la ‘Justicia’ de Haití que, como muchos sabrán, no era la más ecuánime.
Otro espectacular caso de ‘retornado’ era el de Narcisse Clairvius, muerto en 1962, pero cuyo ‘retorno’ se certificó en el año 1980. Apareció en una carretera apático y harapiento, fue su hermana quién lo reconoció cuando pasó justo a su lado y esta quedó conmocionada al verlo.
Estos casos iniciaron un gran interés por éste fenómeno y por los efectos que causaba esa droga pues en la industria de la medicina y farmacopea actual podría tener innumerables aplicaciones. Fue el profesor Davies quien se adentró por el oscuro mundo del vudú haitiano y lograr, no sin poner en riesgo su propia vida, una muestra del codiciado polvo zombi que fue llevada a Estados Unidos para ser analizada y descubrir el secreto del mismo.
Así, el fenómeno de los ‘muertos vivientes’ dista mucho de lo que nos ofrece el mundo cinematográfico pero no por ello dejar de ser una realidad deformada.