El mundo mágico de las muñecas

El muñeco acompaña a la humanidad desde sus más remotos orígenes y tuvo un cometido mágico y religioso antes de convertirse en juguete. Algo de ese hechizo pervive en su naturaleza

18 feb 2016 / 10:34 h - Actualizado: 18 feb 2016 / 10:45 h.
"Juguetes"
  • Vitrina con delicadas muñecas antiguas de porcelana en uno de los expositores del singular Museo de Muñecas de París. / El Correo
    Vitrina con delicadas muñecas antiguas de porcelana en uno de los expositores del singular Museo de Muñecas de París. / El Correo
  • Valerie Lukyanova, una de las espeluznantes ‘barbies humanas’.
    Valerie Lukyanova, una de las espeluznantes ‘barbies humanas’.

Este año, la juguetera norteamericana Mattel ha anunciado el lanzamiento de nuevos modelos de su famosísima muñeca Barbie, que a partir de ahora ofrecerá, además de su estampa clásica, otros tres tipos corporales (baja, alta y rellenita) para hacer frente a las críticas generalizadas de que Barbie promueve una idea poco realista del cuerpo de la mujer que puede llevar a la anorexia a las niñas que traten de imitarla. La colección de la muñeca más célebre de la historia cuenta ya, además de las cuatro siluetas distintas que hemos mencionado, con 7 tonos de piel, 22 colores de ojos y 24 peinados diferentes. Un catálogo de la diversidad en versión fashion.

Pero esto no pretende ser un anuncio de Mattel. Barbie hace ya mucho que dejó de ser sólo una muñeca-maniquí para convertirse en un icono cultural global, vestido por los reyes de la alta costura, codiciado por los coleccionistas y estudiado por numerosos especialistas de la ciencia (la mayoría para demostrar que sus medidas y proporciones son inverosímiles y desaconsejables) y las humanidades. Se estima que se han vendido más de mil millones de muñecas Barbie en todo el mundo desde su creación, en 1959. Al ritmo de tres por segundo. Una muñeca Barbie del 59 que se mantenga en buen estado se cotiza en torno a los 25.000 dólares. Y la aparición hace unos años de un personaje real, una chica ucraniana de nombre Valerie Lukyanova, con unas características físicas idénticas a Barbie, no deja de ser el testimonio –más o menos perverso– del poder icónico y mediático de este juguete, modelo inspirador de toda una corriente de mujeres-muñeca.

Origen europeo

La historia oficial cuenta que la creadora de Barbie, Ruth Handler, vio que su hija, que se llamaba Bárbara, se divertía mucho cambiando los modelos a las muñecas recortables de cartón. Pensó entonces que sería una gran idea poder ofrecerle una muñeca en tres dimensiones con cuerpo de maniquí y mucha ropa y complementos intercambiables. Pero lo cierto es que Handler conoció durante un viaje a Alemania la existencia de unas muñecas sexuales, las Bild Lilli Doll, que no eran precisamente un juguete para niñas. Bild Lilli fue primeramente el personaje de una viñeta creada por Reinhard Beuthien en el periódico Bild-Zeitung de Hamburgo. La caricatura representaba a una chica bastante explosiva, curvilínea, una secretaria ambiciosa, descarada y pícara, sin reservas para hacer comentarios de contenido sexual, político o social.

Fue tal el éxito del personaje que el rotativo decidió comercializar una muñeca diseñada a su imagen, que fue encargada a la firma juguetera alemana Hausser. Aunque hasta ese momento era un producto para hombres, comenzó a hacerse tan popular que las familias empezaron a comprarla para las niñas, que disfrutaban vistiéndola y cambiándola de ropa. Bild Lilli estuvo en el mercado entre 1955 y 1964, cuando Mattel compró los derechos de la muñeca y suspendió la fabricación en Alemania. No es pues americana la idea original de la Barbie, de hecho desde 1850 se tiene constancia de la aparición de la muñeca parisina o lady fashion, es decir, la muñeca de imagen adulta cuyo vestuario reproduce la moda del momento. En cambio sí es mérito de los americanos la estrategia de mercado que la ha convertido en un objeto de culto y ha creado en torno a ella toda una gama de productos, ropa, complementos, cosméticos, cine, libros, videojuegos... con la marca Barbie como acreditado estandarte.

Mucho más que un juguete

¡Todo por un juguete!, diríamos la mayoría. Pero si indagamos sobre la importancia que han cobrado este modelo de muñeca u otros del mercado a lo largo de la historia concluiremos que el hecho de haberse convertido en objetos de culto –y nunca mejor dicho– no se debe únicamente al éxito de las técnicas de mercadotecnia consumista. En realidad, la función primitiva de las figuras con forma de muñeca no era la de servir de juguete infantil, sino que tenían un cometido mágico o religioso.

Los antiguos egipcios fabricaban unas pequeñas muñecas planas de madera pintada con cabellos de cuentas de arcilla que introducían en las tumbas en la creencia de que serían los sirvientes del difunto por toda la eternidad. Y en las Antillas, muchos de los rituales del vudú se sirven de pequeños muñecos a los que se les clavan alfileres para conseguir una venganza o causar daño a los enemigos.

También las populares y multicolores matrioskas, las muñecas rusas huecas de diferentes tamaños que se guardan unas dentro de otras (la más grande de la que se tiene conocimiento cuenta con 75 piezas) tienen su origen en unas figuras japonesas similares que representaban a los siete dioses de la fortuna. Mención aparte merece la imaginería religiosa católica, que sin duda requiere de un recorrido más concienzudo. Aunque fueron el arte románico y el gótico los que impulsaron el desarrollo de la escultura y la talla en madera, las figuras devocionales acompañan al cristianismo desde sus más primitivos orígenes.

Algo de ese cometido mágico pervive en las muñecas con las que juegan las niñas a imaginarse madres, hermanas o amigas o cualquier otro papel adoptado para interactuar con esas figuras humanas, ya sean con forma de bebés o de mujeres sofisticadas de mirada fría, tal es el caso de la Barbie.

Coleccionismo

Y mucho más de ese remoto pasado idólatra subsiste en los coleccionistas de muñecas, auténticos apasionados de ese mundo inanimado. Precisamente el pasado otoño se celebró en Ayamonte (Huelva) el I Congreso Nacional de Coleccionistas de Muñecas, que reunió a más de medio centenar de coleccionistas de todos los rincones de España, y que pretende a partir de ahora ser el punto de encuentro de los aficionados a atesorar o restaurar, o ambas cosas a la vez, muñecas más o menos antiguas.

Desbordados se vieron los organizadores por la acogida entusiasta de los participantes, que llegaron en mucho mayor número de lo previsto para esta primera cita.

La convocatoria se hizo desde el Museo de Muñecas Antiguas de Ayamonte, donde la restauradora Teresa Martín expone más de 250 piezas de su colección particular, desde piezas precolombinas hasta hermosas muñecas de porcelana del XIX y las clásicas españolas de la posguerra, así como algún auténtico tesoro inesperado fruto de la incansable y apasionada búsqueda de esta coleccionista.

Lo extraño inquietante

Pero la intensidad de las emociones que provocan las muñecas no se ciñe sólo a quienes las adoran, sino que también está perfectamente descrita por la psicología y es más común de lo que creemos la llamada pediofobia, el temor intenso e irracional a las muñecas. Sigmund Freud desarrolló en un artículo publicado en 1919 el concepto de lo extraño inquietante, que ha sido traducido al castellano como lo ominoso y lo siniestro. En dicho estudio, el padre del psicoanálisis alude a que nos produce desasosiego «aquello que está a medio camino entre lo vivo y lo muerto, lo animado y lo inanimado, lo que siente y lo que no». Es decir, lo que se encuentra en el límite inestable de la razón y la cordura. Por eso cuanto más realista es la muñeca, más temor produce en quienes padecen esta fobia, tenga carácter patológico o no. Y los especialistas creen que este miedo se incrementa con las muñecas de porcelana por la palidez de este material, que recuerda la lividez de los muertos.

El cine de terror no hace ningún favor a quienes no se sienten cómodos con las muñecas. Son incontables las películas que utilizan muñecos como siniestros protagonistas o retratan personajes perturbados que se relacionan con muñecos de forma perversa. Pero eso no es más que fantasía. La realidad es que las muñecas y muñecos son un entretenimiento universal, presente en todas las culturas y todas las épocas, y que constituyen una compañía perfecta para la los niños, pues contribuyen a su desarrollo motor, emocional, social y cognitivo. Al tratarse de un ensayo de la vida real, el juego con muñecos y muñecas enseña habilidades comunicativas, tareas y hábitos cotidianos... de modo que los psicólogos están convencidos de que si estos juguetes no existieran, los propios niños los inventarían espontáneamente de la nada