En las sociedades libres y democráticas, el derecho a la libertad de prensa permite que los medios de comunicación social ejerzan con legitimidad y amparados por la ley, la libertad expresión. No ocurre así en los países cuyos regímenes dictatoriales impiden el ejercicio de este derecho y coartan la libre expresión de cada individuo y de las instituciones dedicadas a la prensa y la comunicación. La censura, la violencia, la amenaza y toda clase de forma que impida a los profesionales del periodismo ejercer su trabajo con libertad y respeto, implican siempre un considerable menosprecio a la sociedad civil y a todos los ciudadanos que la forman. De ahí que en toda nación ha de estar garantizado, por parte de los poderes públicos, la libertad de prensa y el derecho de expresión. Parafraseando al gran historiador romano Suetonio: “En un estado verdaderamente libre, el pensamiento y la palabra deben ser libres”. ¡Es triste pensar que aún existen muchos individuos, en nuestras sociedades modernas, que no creen en un estado libre!

Defendiendo estos principios comenzó su andadura El Correo de Andalucía hace 120 años. Su fundador, el beato Marcelo Spínola y Maestre, conocía muy bien el valor de la comunicación social y el derecho que todo ciudadano tiene a estar bien informado. De ahí, que tomase la iniciativa y se lanzase a crear este rotativo regional que, a lo largo de este período histórico, ha llevado a gala la defensa de los derechos fundamentales de la comunicación social.

Haciendo un poco de historia descubrimos que en tiempos de don Marcelo, el trabajo de la prensa española fue decisivo a la hora de crear opinión pública y mantener informada a la población. En Sevilla encontramos varios periódicos de distintas tendencias políticas y sociales. Por un lado, diarios de corte republicano como El Baluarte. Por otro, el semanario satírico Don Cecilio, cuyas viñeras eran, ciertamente picantes. A estos había que añadir los de tirada nacional: El Crisol, El País y El Heraldo de Madrid. Amplia era la oferta pública que recogía la diversidad de opiniones que reinaban en aquella época, y que siempre ha de estar presente en toda sociedad que se precie de ser plural y democrática. Salvaguardando a los pocos periodistas que al interno de cada medio defienden sus ideas personales sin dejarse condicionar por quienes regentan dicho medio. Siempre me ha gustado una frase que en cierta ocasión escuché al prestigioso periodista ponferradino, don Luis del Olmo, a quien, desde aquí, dirijo mi más apreciado reconocimiento. Afirma el conocido locutor que, “ser un empleado de un medio, para contar la verdad del dueño en lugar de la tuya, es algo terrible”. Creo que esta frase no necesita comentarios, cada cual que se la aplique a su manera personal de ejercer el periodismo.

Spínola siempre apoyó el periodismo. Así lo pone en evidencia el hecho de que colaborase con la asociación católica de la Buena Prensa fundada en Sevilla, que tenía como finalidad difundir el amor a la lectura. Esta asociación organizó en Sevilla, con motivo del cincuenta aniversario de la proclamación del dogma de la Inmaculada, una asamblea nacional que reunió a grandes periodistas y escritores de relevancia nacional. La asamblea se celebró del 15 al 19 de junio de 1904, con la asistencia de un gran número de participantes.

Pero entre todas las iniciativas que el beato Spínola llevó a cabo durante su vida en favor de los medios de comunicación social, destaca la fundación de El Correo de Andalucía, hace ahora 120 años. El primer número vio la luz el miércoles 1 de febrero de 1899, fecha a la que pertenece la foto de portada con la que se anuncia este artículo. Entre los directivos que comenzaron este rotativo, estaban el rector del seminario diocesano, don Modesto Abín, el magistral de la catedral de Sevilla, don José Roca y Ponsa, y don Rafael Sánchez, primer director del periódico y afamado periodista de la época.

El objetivo de este medio fue, desde el principio, ayudar a todos los ciudadanos a estar informados, de la manera más objetiva posible. Don Marcelo siempre tuvo muy claro que se trataba de presentar la verdad a todos los ciudadanos y no de atacar a las personas. Por eso, desde el inicio hace ver a todos los que gestionaban y colaboraban en el periódico, la línea editorial del mismo, en palabra del beato “jamás debe hacer uso de lo negativo, sino al contrario, de todo lo que sea construcción y creación nueva. Muy clarificadora fue su primer editorial, escrita por José Roca y Ponsa, en la que concretaba el ideario de la nueva publicación: “Sale hoy, por vez primera, El Correo de Andalucía, que ni es carlista ni integrista, sino eminentemente católico y noticiero. No será pues un periódico consagrado a la piedad, que para tanto no tenemos aliento; antes eminentemente noticiero, con una información local, regional, nacional y extranjera... Noticias de comercio, industria, artes, ciencia, agricultura, política; de todo lo que sea honesto recreo... En cuanto a política no pertenecerá a ninguna de las agrupaciones en que los católicos españoles se dividen. No por esto pretende formar una agrupación más, líbrenos Dios de tentación semejante, aspira sólo a trabajar a la sombra de la autoridad del Prelado, para ofrecer a los hombres de bien un diario como la exigencia de los tiempos reclama, dentro de la verdad y la virtud”.

Han pasado muchos años del nacimiento de este periódico, sin embargo, seguimos defendiendo los mismos derechos inherentes a toda sociedad humana. La defensa, ante todo, de la libertad de prensa y del derecho de expresión, como elementos fundamentales de un país libre, plural y democrático. En esto debemos seguir empeñados y nunca nos cansaremos, porque defender al ser humano en sus derechos más fundamentales, como es el de la información y comunicación, es tarea de los medios de comunicación social. ¡Enhorabuena y felicidades a quienes siguen haciendo posible estos valores sociales y a quienes tanto luchan por la continuidad de este medio independiente!