José Mercé no es precisamente un genio, aunque lleva tres décadas de primera figura, pero quiere grabar una antología del cante y anoche puso la primera piedra junto a tres magníficos guitarristas, como son Pepe Habichuela, Tomatito y Alfredo Lagos, estupendos todo el recital.
Los Sorderas protagonizan un singular recital de cante en el que padres y tíos ceden el testigo a sus hijos y sobrinos, augurando una larga vida al cante.
Vimos un espectáculo sobrecargado de vulgaridades inexplicables en una bailaora de su experiencia, con un primer acto compuesto de taranto a guitarra pelada, la de Juan Requena, con bulerías y bulerías por soleá en las que todo fue muy forzado, el duende teatralizado, el arte pretendidamente genuino.
Antonio Reyes tiene eso que tan caro se vende en el cante actualmente, carisma personal, cae bien a casi todos y como canta con gusto, no cansa tanto como otros.
La obra ha sido tediosa a más no poder, lenta, absurda a ratos y, en muchos momentos, de nulo respeto al legado flamenco, caricaturizando con mal gusto artístico un arte que atrae a Sevilla a miles de personas de todo el mundo.
Solo un artista como Canales, romántico como él solo y loco de atar, era capaz de llevarnos de la mano a aquella Triana, enseñarte las chinches de los colchones de borra y, de paso, meterte debajo de la piel la emoción de lo puro, aunque ya casi nadie crea en la pureza de lo jondo, tan denostada.
Es justo decir que toda la obra tiene el sello del bailaor sevillano, su impronta y manera de entender el flamenco y, sobre todo, el elemento gitano unido al de la familia, algo insoslayable en los Farruco.
Con este magnífico recital en la Iglesia de San Luis el cantaor de Osuna ha querido repasar los cantes que más le han influido a lo largo de su carrera.
El concierto ‘Gitanos del Mediterráneo’ en el Alcázar fue de una calidad extraordinaria, con un directo estupendo y buena armonía en el escenario. Pocas veces hemos visto al pianista lebrijano tan a gusto sobre un escenario.
El nuevo homenaje que le dedicó la Bienal a Paco de Lucía anoche en el Alcázar estuvo en tono menor. La idea de llevar al directo por primera vez su obra póstuma, ‘Canción andaluza’, desafinó como una guitarra de tómbola.
A Gerardo Núñez no vamos a descubrirlo aquí. Ni a él, ni a su filiación flamenca arraigada en el Jerez profundo, ni a su célebre curiosidad, que le llevó a actuar este martes con una big band.
Antonio Molina “El Choro” era tan sólo un chavalillo cuando se vino a Sevilla, pero ya entonces tenía muy claro que quería ser bailaor y no iba a escatimar esfuerzos. Todo ello se resume en este espectáculo,...